7 de julio de 2022
Directores
Orlando Cadavid Correa
Evelio Giraldo Ospina
Orlando Cadavid Correa
Evelio Giraldo Ospina
Augusto León Restrepo


A lo que vinimos. Esa es la consigna que traen los políticos colombianos, ante la nueva realidad que es la elección de Gustavo Petro como presidente de la república. Cómo lo vamos a dejar solo, falto de nuestras luces, porque que tal que cumpla a pie juntillas su programa de gobierno, enmarcado, así lo entendimos, dentro del castro chavismo


Falleció en Medellín, lugar de su residencia, Orlando Cadavid Correa. Cadavid, como le decíamos algunos, se hizo a un nombre en el periodismo nacional, merced a su tesonera vocación, que la hizo valer por sus específicas condiciones. Olfato periodístico, era lo que tenía, según quienes trabajaron con él, como colegas pares o como subalternos.


Cuando los colombianos nos queremos pordebajiar, acudimos a la frase de que estamos en Cundinamarca y no en Dinamarca. Creo que yo la he utilizado en más de una ocasión, para significar que nos hace falta pelo para la moña. Hoy es domingo, una semana después de que las urnas dieron como ganador en la pugna por la presidencia del país a Gustavo Petro.


No he tenido ascendientes campesinos por el lado paterno. Y, por el materno, tampoco. Ni desbrozadores de montañas, finqueros, arrieros, aparceros ni afines relacionados con el agro. No he cogido café ni he echado azadón. Menos, he encerrado terneros.


A una semana de que salgamos a votar por Hernández o por Petro, en orden alfabético, en blanco, o que nos quedemos debajo de las cobijas todo el día, que son las opciones que ofrece nuestra llamada democracia el día que se elige al primer mandatario de la nación,


En la catedralicia Manizales, funcionó un emblemático lugar que se llamaba Kien, hacia los años ochenta del siglo XX. Kien es la denominación de un hexagrama del oráculo chino I Ching, que muchos consultaban o consultan. Pero en nuestro caso, fue un sitio de bohemia, territorio libre, donde casi al atardecer, a cada atardecer.


Les voy a hacer una confesión, que me sirve para vencer el martirio de la hoja en blanco, que nos conturba con alguna frecuencia a quienes garrapateamos opiniones. Traté de escribir mi columna para ayer domingo, pero lo que pensé era un verdadero batiburrillo.


Un compañero nuestro de pupitre, en las aulas de bachillerato del Colegio de Nuestra Señora de Manizales, cuando nos veía acalorados en las discusiones sobre el Deportes Caldas y el Deportivo Pereira, sobre Laureano Gómez y Rojas Pinilla -ya nos atrevíamos a oliscar en la política de nuestro país.


No faltaba más que no fuéramos a abordar de nuevo el tema de la política colombiana. O mejor, de la campaña que se adelanta para que alguno de los candidatos en contienda obtenga el premio mayor, que consiste en torear durante cuatro años a ese astado corniveleto y de embestida indescifrable que es el país colombiano.


Que una Revista con énfasis en la cultura universal se edite en una ciudad de provincia, desde hace 56 años, que acumule doscientas ediciones, que haya alcanzado renombre en el país y en el exterior y que además sea editada con los propios recursos de sus directores, es un logro de orden mayor.
