30 de abril de 2024

La capa del viejo hidalgo

Autodidacta. Periodista de largo aliento formado en la universidad de la vida. Destacado en cadenas radiales, diarios nacionales y co-fundador de medios como Colprensa y el diario digital Eje 21. Formador de buenos reporteros en Manizales, Bogotá y Medellín.
4 de agosto de 2018
Por Orlando Cadavid Correa
Por Orlando Cadavid Correa
Autodidacta. Periodista de largo aliento formado en la universidad de la vida. Destacado en cadenas radiales, diarios nacionales y co-fundador de medios como Colprensa y el diario digital Eje 21. Formador de buenos reporteros en Manizales, Bogotá y Medellín.
4 de agosto de 2018

Contraplano

Ruana Imagen ABC del Finquero.

Por Orlando Cadavid Correa 

Nos queda por establecer cuál de las dos ruanas colombianas surgió primero: si la bambuquera del poeta pereirano Luis Carlos González, nacida en la Perla del Otún, o la de la alcaldada del político caldense Alcibíades Díaz, originada en el municipio de Filadelfia.

Mientras nos llegan los resultados de nuestros empeños  investigativos, le damos curso al siguiente correo del lector Ricardo de los Ríos Tobón, radicado en Manizales, en el que hace un rico aporte al tema que nos ocupa:

“Orlando: Como lector infatigable tuyo, sobre todo cuando se trata de crónicas sobre política o historias regionales, leí, hace unos días, tu texto sobre Alcibíades Díaz, el godo y flamante alcalde de Filadelfia en 1952.

Y al recordar la prohibición de la ruana, recordé que mi padre, Carlos de los Ríos B., líder godo de occidente, alzatista de racamandaca y buen escritor, en aquellos días «poetizó» sobre el mencionado decreto municipal. No recuerdo si La Patria publicó el texto, pero sí sé que los versos circularon y que quien más los celebró fue Alcibíades, buen amigo de mi padre. Tengo el gusto de remitirte algunos segmentos:

“El decreto del alcalde de Filadelfia es un divertido  poema escrito a raíz de la noticia de que el alcalde de dicha localidad prohibió salir con ruana a la calle, en decreto de octubre de 1952.

La decisión del alcalde es justa: era época de violencia partidista y era muy común que la ruana sirviera de camuflaje para llevar armas listas bajo ella. Por eso el alcalde pretendía que si los filadelfeños salían sin ruana, no podrían disimular  sus armas”.

Pero Carlosdé aprovechó la ocasión para su decreto poético y la consabida tomadura de pelo y entró en materia, así:

“El alcalde de Filadelfia, Caldas, don Alcibíades Díaz,  Aristizábal prohibió,  por Decreto,  el uso de la ruana”: Yo, Alcibíades,  alcalde por respeto,/  por nombramiento, posesión y  todo,/ como soy  macho, gobiernista y godo/, he venido en echar este decreto:

Artículo primero.  El «endivido” que  se salga de ruana hasta el poblado/, del pelo y del carriel será cogido/, pa’  llevarlo a la cárcel arrastrado. Parágrafo inicial./ Si en vez de  ruana/ fuese poncho, muleta o tapapinche/, el arresto será de una semana/ y lo tendré en el cepo hasta que se hinche. La ruana es tradición. Pero ella sola/  puede acabar con esta  dictadura/, por  eso ordeno usar capa española/, capa pluvial o simple capa dura/. De los que alzan la ruana en el poblacho/ ya he recogido  la copiosa lista/.alza Luis, alza Alfonso y alza Pacho,  alza Juan, alza Pedro y  alzaTista.

Artículo segundo. En esta villa/  nadie podrá leer, pues soy el jefe, a Gutiérrez González, Carrasquilla/,  a Juan José Botero o a don Efe. Aunque el pueblo se ponga alborotado/  y a mi comadre se le parta el alma/, se prohíbe que traigan al mercado/  animales cargados con enjalma. Para no maltratar los baldosines/ y así evitar mayores disparates/,  todos vustedes se pondrán botines/,  pues les prohíbo andar en alpargates.

Impongo como artículo tercero/, ya que civilizarlos es mi empeño/,  que nadie se aparezca con sombrero de paja/, del que llaman  aguadeño. /Por último, que todo el pueblo sepa/: no permito comer el chicharrón/, ni fríjoles, ni chócolo, ni arepa/, ni tolero los vasos de  higuerón. Dado aquí en Filadelfia el veintisiete/,  a la orilla  del mar de Tiberiades,/ yo, el Alcalde de frac y cubilete/ de todos servidor, don Alcibíades”.

La apostilla: El humorista Guillermo Zuluaga, “Montecristo”, quien solía sacarle capul a una calavera, le cambiaba, así, la línea de entrada al bambuco de Luis Carlos González, que musicalizó el filadelfeño José A. Macías: “Caparon al viejo hidalgo”…

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