28 de abril de 2024

Comerse unos a otros

Comunicador Social-Periodista. Especialista en Producción Audiovisual. Profesor universitario, investigador social y columnista de opinión en diferentes medios de comunicación.
25 de febrero de 2024
Por Carlos Alberto Ospina M.
Por Carlos Alberto Ospina M.
Comunicador Social-Periodista. Especialista en Producción Audiovisual. Profesor universitario, investigador social y columnista de opinión en diferentes medios de comunicación.
25 de febrero de 2024

La cualidad de honrar la palabra y profesar una actitud concordante con los principios decentes que se practican, al parecer, han ingresado en la órbita de las costumbres derogadas. Bajo el amparo de las libertades individuales abiertamente se desconocen las colectivas, y solo se pregonan las necesidades y los derechos particulares. En ese sentido, el fundamento esencial relacionado con los deberes está atado de las manos, a pesar del valor jurídico superior que lo sustenta.

El modus operandi de ciertas minorías consiste en implementar el sentido acomodaticio para lograr privilegios odiosos. Así mismo, a modo propio interpretar las normas, evadir la ley y negar las obligaciones civiles. En mayor o menor grado unas personas se creen con el don de la superioridad moral, lejos de corromperse con las supuestas ideas arcaicas que buscan el equilibro entre derechos y deberes.

De una parte a otra, el individualismo destruye las bases del sentido común. Cada uno procede como quien es. El oportunista, al momento de un infortunio, escurre el bulto y pone pies en polvorosa. “Si te he visto, no me acuerdo”. También desaparece el tramador que niega saber las implicaciones de lo que se propone organizar; ambicionando pasar a la historia como víctima de la incomprensión.

Es habitual observar el doble juego de unos que se rasgan las vestiduras a manera de stripper que deja al desnudo la hipocresía enfrente de los demás. El impostor nunca se hará responsable del daño ocasionado, porque prefiere no dirigirle la palabra al injuriado que, aceptar, la propagación de su engaño.

Algunos proponen dialogar sin darle importancia a la opinión ajena. Van de un lado para otro, negando razones y realidades concretas que produzcan afinidades generales. En el fondo, pocos creen que honrar la palabra amerite un tipo de desgaste conforme a la razón. ¡Qué triste escenario del género humano sin valores!

La debilidad de la frase hecha de ‘el fin justifica los medios’ carga la desgracia de llevarse por delante a alguien sin hacer mención de ello; lo que activa el canibalismo o la ferocidad de pasar por alto la virtud de proporcionar el bienestar, el esfuerzo mancomunado, la solidaridad, la transparencia, la honestidad y la importancia de progresar en buena lid.

¿Para qué sirve comerse unos a otros? Si la vida, los milagros y las acciones malhechas no garantizan la satisfacción espiritual.