24 de mayo de 2025
Carlos Alberto Ospina M.


El cabecilla de la franquicia de corrupción pública es el Houdini del erario. Un prestidigitador que oculta el fuego para que la gente solo vea el humo; sobre todo en este país donde el deterioro de las organizaciones no tiene rostro, sino escuderos.


De golpe, irrumpe el sonido de su pausado caminar, el primer saludo de la mañana, “cómo durmió mijo”; el recordatorio de las tareas pendientes, el antojo aplazado y el aroma del café que brota de la taza que perdió el agarradero.


Esta dificultad parte del entorno de gallinas, aprovechados, aduladores y quejosos que prefieren agarrarse al trono de los espíritus corruptos que honrar los órganos de gobierno.


Durante los días de misa dominical y la denominada Semana Santa, los templos suelen estar repletos de feligreses. Observamos los rostros solemnes, las manos agrupadas para orar el padrenuestro y los ojos suplicantes que recurren al Señor con alguna petición desesperada.


No es un ataque simple hacia el abuso de la posición dominante de la izquierda o la derecha, con verdad se trata de exponer la razón fundamental de la decencia con miras a impedir que nos metan el dedo en lo boca.


Rara vez, una mala persona admite sus errores porque siempre encuentra el modo de inculpar a los demás y justificar sus acciones a fin de evitar las consecuencias sin concebir la necesidad de cambiar. Este espécimen se considera de superior autoridad moral a pesar de proceder con alevosía, deshonestidad, codicia e hipocresía.


La muerte de un ser querido es una amputación invisible del ánimo. En algunos casos, una despedida de sopetón que no encuentra posada en el duelo inicial, puesto que tampoco hay otro remedio para aquello que se rompe dentro de uno a manera de golpe seco o zarpazo que desgarra la garganta sin previo aviso.


¡Qué espectáculo deprimente de carácter vomitivo! observar las genuflexiones de cierta gente que vende su honra al poder de turno, y de manera simultánea, hacen oídos sordos sobre la comisión de varios delitos relacionados con la omisión del deber, la financiación ilegal de la campaña Petro presidente (...)


El político imbécil no es un simple despistado ni un frágil individuo, más bien es el estratega de la victimización y el arquitecto del drama que convierte cualquier nimiedad en una tragedia épica.


Sin reparar, la agresividad se ha convertido en la regla, en lugar de la excepción. Este fenómeno permea los distintos estratos socioeconómicos y la mayoría de los espacios públicos a manera de prueba de temeraria que comienza en el transporte público (...)
