1 de mayo de 2024

El cambio climático y la furia de la naturaleza

20 de septiembre de 2021
Por Albeiro Valencia Llano
Por Albeiro Valencia Llano
20 de septiembre de 2021

El pasado 16 de agosto el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM), invitó a la ciudadanía a prepararse para la segunda temporada de lluvias que llegaría al país a mediados de septiembre, por el enfriamiento del Océano Pacífico Tropical; y entraron las lluvias que afectaron buena parte del territorio nacional y de varios países de América Latina.

La furia de la naturaleza se hizo sentir en el norte de América. A mediados de agosto pasó el huracán Grace por Pachuca (México) y dejó siete muertos, graves inundaciones y daños. Mientras tanto la tormenta tropical Henri tocó tierra cerca de Westerly, en Rhode Island con efectos en la costa del Estado de Nueva York y el sur de Nueva Inglaterra (noreste de Estados Unidos)

El 1 de septiembre el huracán IDA causó serios estragos, con un saldo de 42 muertos en el noreste de Estados Unidos, arrasó con fuerza la zona de Nueva Jersey, Connecticut y Nueva York.  El alcalde de la Gran Manzana señaló la necesidad de prepararse para el cambio climático. En esta superpoblada ciudad todas las líneas del metro quedaron inundadas; la mayoría de los muertos se produjeron en hogares y sótanos residenciales. Pero las inundaciones también afectaron a Europa, Asia y África.

Mientras tanto el cambio climático produce el aumento de la temperatura y el deshielo de los polos. Dicen que la naturaleza está desmadrada, que se enloqueció, pero ¿Quién es el culpable?

A pesar de los esfuerzos por disminuir las emisiones de gases como el CO2, principal causa del cambio climático, éstas siguen aumentando. Los niveles de mitigación para impedir que la temperatura suba dos grados en este siglo, sólo se han cumplido en 60 por ciento. Desde que se estableció el Protocolo de Kioto, en 1997, no se ha podido controlar a los países con mayor responsabilidad en la emisión de gases de efecto invernadero. No ha sido posible poner de acuerdo a 192 Estados sobre las medidas que se deben tomar. Se logró muy poco en la Convención del Cambio Climático realizada en Copenhague, en 2009, lo mismo que en la de Cancún, en 2010. Los países industrializados y emergentes son las principales fuentes de gases de efecto invernadero; en este punto se destacan Estados Unidos, China, India, Japón y Brasil. Pero son los campesinos y las comunidades rurales, quienes primero sufren las consecuencias por el calentamiento global, por la alteración climática, por los prolongados ciclos de sequía y por los exagerados períodos de lluvia.

El Polo Sur y el Polo Norte vienen padeciendo la emisión de CO2 y sufren las variaciones del clima. Las capas de hielo de Groenlandia y del Ártico se están derritiendo muy rápido, lo que aumenta drásticamente el nivel del mar; por eso se calcula que en 40 años el área marítima del Ártico puede aumentar hasta el 28 por ciento.

Otro de los problemas graves del calentamiento es la disminución de la oferta de agua para el consumo humano y para la producción de alimentos, especialmente en los países pobres. Nos encontramos ante uno de los mayores desafíos de nuestra sociedad, pues las emisiones de carbono de toda la actividad humana ascienden a 8 mil millones de toneladas métricas al año. Parece que la Madre Tierra no tiene derechos.

La protección de los Bosques

Los bosques nativos crean relaciones vitales entre clima – energía-agua-ciclos del carbono. Forman un ecosistema que protege y genera agua. En 1985 la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) pidió a los Estados miembros que se dedicaran a proteger los recursos forestales y a crear conciencia sobre su vulnerabilidad. Veinte años después la Asamblea General de la ONU volvió sobre el mismo tema y señaló el 2011, como el año mundial de protección de los bosques.

La situación es muy preocupante por la sobreexplotación y la tala indiscriminada. De acuerdo con la FAO se pierden anualmente más de 130 mil kilómetros cuadrados, debido a la deforestación. Hay muchas causas: la conversión de bosques en zonas agrícolas y ganaderas, las explotaciones mineras y petrolíferas, la construcción de embalses, los incendios forestales, los asentamientos humanos y los cultivos para agrocombustibles.

Nuestro país no se queda atrás en la deforestación: cada año perdemos 336.581 hectáreas. Sin embargo somos el cuarto país más biodiverso; una de cada 10 especies de fauna y flora del planeta habitan en este territorio; tiene más de 56 millones de hectáreas de bosques naturales; cuenta con la mayor reserva marina de la biósfera y tiene la mitad de los páramos del mundo. Dispone de parques naturales, espectaculares, y seguramente se convertirá en potencia mundial en turismo de naturaleza. Pero es necesario frenar la tala indiscriminada, pues en Colombia entraron nuevos sectores muy poderosos,  a la producción agrícola, para extraer biocombustibles.

El cambio climático viene afectando el sector agropecuario; pero, además, la búsqueda de energía alternativa incrementa el precio de los alimentos, mientras que millones de personas son atrapadas por el hambre.  Hoy se plantea un interrogante que produce espanto ¿Combustible o comida?