29 de abril de 2024

Nuestra responsabilidad ecológica

7 de febrero de 2020
Por Jesús Helí Giraldo Giraldo
Por Jesús Helí Giraldo Giraldo
7 de febrero de 2020

Cuidar el planeta debe ser el mayor propósito humano. Desarrollar nuestra vida en un medio sostenible obedece a unas condiciones emocionales equilibradas de las personas, tengan o no cargos de autoridad. Todos somos responsables del aire que respiramos, nos beneficiamos o nos perjudicamos según el caso, razón suficiente para entender la importancia de ayudar a conservarlo limpio y puro. Podemos vivir sin dinero y sin riquezas en general, más no esperemos subsistir sin el oxígeno que nos permite respirar, inhalar y exhalar, dos funciones que definen nuestra permanencia en la tierra. Tampoco podríamos existir sin el agua, pura, limpia y sana, por tener la tarea, ésta, de ir a nuestro interior a purificar nuestro organismo. Cuidar el agua, el aire y los recursos naturales, cuidar y preservar las cuencas hidrográficas, proteger los páramos y respetar las montañas y los bosques no es una opción sino una obligación en aras de conservar nuestra vida. La contaminación ambiental, la tala indiscriminada de bosques, los incendios forestales y el calentamiento global destruyen la naturaleza, arrasan las especies animales y vegetales, con ellos se va, poco a poco, la vida humana. Vuelve y juega el papel de la inteligencia emocional, representada en la actitud frente a las inmensas responsabilidades de cada una de nuestras acciones, reflejo de un pensamiento equilibrado que ilumina la mente para ver el grave perjuicio de la contaminación ambiental. El mercurio empleado en la minería envenena el agua que han de consumir comunidades rurales y urbanas, sin que signifique la más mínima preocupación de quienes sólo se fijan en el dinero producido con la explotación del oro, vivo reflejo de la idolatría al becerro elaborado con ese material, la única razón para vivir.  El gas carbónico enrarece el aire que va directo a los pulmones y afecta la respiración de los seres vivos, el perjuicio inmenso que causan las basuras tóxicas y el material no renovable en las aguas de los ríos y finalmente provocando que el océano el cual deje de ser un gran depósito de agua y de vida para transformarse en la gran cloaca universal, sucia y peligrosa para la flora y la fauna marinas.

Fuente: Emociones en la sombra, Jesús Helí Graldo Giraldo