12 de junio de 2025
Jesús Helí Giraldo Giraldo


Si nuestras relaciones con los demás, principalmente con nuestro círculo cercano, están llenas de paz, tranquilidad y amor, si somos agradables y afectuosos con los familiares o compañeros de trabajo, estudio o con cualquier persona que nos haya tocado compartir una fracción de tiempo (...)


El hecho de que el sol salga todos los días es la indicación de que cada vez podemos empezar de nuevo, la desesperanza pretende ocultar esa realidad y con ella la posibilidad de confiar en el nuevo amanecer y que por larga que sea la noche siempre concluye en la brillantez del día.


La falta de resolución envuelta en el desgano juvenil se convierte en un aplazamiento continuo que acumula tareas y dificulta respuestas apropiadas y oportunas, es el letargo dilatorio lleno de disculpas que posterga una y otra vez las soluciones sin razón aparente, un supuesto cansancio disfraza la pereza (...)


La pérdida de rumbo al caminar, desorientado sin encontrar la senda, a veces sin propósito y sin meta, desilusiona y enferma al joven, al niño, al estudiante y también a las personas a su alrededor.


Aprender a confiar en el propio juicio es dar el primer paso en el camino fundamental del conocimiento de sí mismo que conduce al estudiante a actuar, pensar y decidir sin necesidad de estar pendiente del concepto del compañero, si aprueba o no aprueba su querer. La aprobación ajena siempre será inferior a la reafirmación que da el conocimiento que la persona tiene de sí misma, el otro apenas lo cree, lo supone o lo interpreta, en cambio usted lo sabe.


La fatal determinación del suicida es empujada por el caos interno, río tormentoso cuyo caudal incontenible desconoce el sendero natural que arrasa con la paz y la calma, virtudes absorbidas por la desesperación y el descontrol del caudal de la angustia en su loca carrera por negar toda esperanza y consumir la vida.


El remordimiento por errores cometidos frustra la persona y le carcome el corazón, atormentada por la censura y la recriminación, más tormentosa y agobiante al provenir del interior. Desconocer las limitaciones e ignorar responsabilidades ahoga en la culpa no dejando identificar, aceptar ni expresar los sentimientos, cierra el paso a las soluciones y obsesiona con la imagen de lo que "debería" haber hecho.


Sólo el amor nos permite entender el valor de la unidad, al ver en el otro la prolongación de nuestra propia existencia, y saber que respiramos el mismo aire. Atraídos por la fuerza magnética de la vida nos convertimos en eslabones de la única cadena que finalmente teje la red que constituye el universo.


En el abatimiento y la desesperación surgen estados personales particulares de suprema angustia ante el dolor agudo y el sufrimiento inmenso, la zozobra alarmante se apodera de la situación y el caos se apodera de la personalidad. La desesperanza extrema anuncia que está llegando al límite, el abatimiento destroza a quien padece este estado emocional deplorable.


Personalidades muy fuertes, trabajadoras incansables que suelen olvidar la necesidad de vivir bien por la adicción al trabajo, considerada para ellas como la única y verdadera responsabilidad, representan otro perfil del abatimiento y la desesperación.
