28 de abril de 2024

Aniversario caliente

6 de septiembre de 2019
Por Jaime Jurado
Por Jaime Jurado
6 de septiembre de 2019

El 14 de agosto se cumplieron 16 años del fin de la breve contienda que tuvo lugar entre Israel y Hezbolá, iniciada el 12 de julio de 2006 y concluida 33 días después.

Tal guerra es la única, entre las varias entre Israel y los países árabes en la que aquél ha sufrido una clara derrota. El agravante es que, a diferencia de los otros enfrentamientos (1948,1956, 1967 y 1973) en los que el enemigo ha sido uno o varios estados, en esta ocasión, si bien implicó el bombardeo por aire y desde el mar al territorio libanés, el ataque no fue confrontado por las tropas regulares sino por Hezbolá, grupo guerrillero que en ese momento contaba con aproximadamente 5000 combatientes.

De hecho, el objetivo prioritario del ataque era destruir la estructura y capacidad militar de ese movimiento que desde su creación en 1982(en el marco de la guerra civil, la intervención israelí en persecución de la Organización de Liberación de Palestina y la presencia de tropas francesas y estadounidenses) se ha convertido en la peor pesadilla del mando israelí. En 2000, en la primera medición de fuerzas entre ambos rivales, logró el retiro del ejército ocupante del sur del Líbano, donde estaba asentado desde varios años atrás.

2019 muestra un panorama bastante más complejo que 2006. Hezbolá cuenta con una capacidad militar y política mucho mayor gracias a su desempeño en la guerra de Siria y por el respaldo electoral que lo convierte en elemento esencial en la política libanesa, al punto que hace parte del gobierno. Por su parte Israel oscila entre los sectores más agresivos que desean una revancha y los que son más partidarios de la contención ya que temen el enorme costo económico y en vidas que podría tener una guerra en los actuales momentos, amén del riesgo de convertirse en un conflicto con otros estados decididamente enemigos como Irán y Siria.

A pesar de eso, tal vez pensando en su supervivencia política ya que hay nuevas elecciones el próximo 17 y con el deseo de distraer la atención pues las acusaciones por corrupción lo tienen contra las cuerdas a él y a su esposa, Netanyahu, primer ministro de Israel, juega con fuego y le muestra los dientes a Nasralá, jefe de Hezbolá. A su vez, éste le pide que no juegue con la sangre de su pueblo por lograr su reelección y le advierte a él y a la propia  sociedad israelí sobre las graves consecuencias que tendría una nueva agresión. Así las cosas, la conmemoración no fue con velitas ni se limitó a los fuegos artificiales sino que implicó el ataque con drones al centro de comunicaciones de Hezbolá y el bombardeo de una posición en Siria, que produjo la muerte de dos de sus miembros.

Por su parte Nasralá, curiosamente es objeto de sentimientos ambivalentes entre la población israelí ya que por una parte les despierta  odio al identificarlo como uno de los enemigos más radicales, pero por la otra les merece credibilidad por la manera tan clara como se dirige a sus oponentes y ser un hombre de palabra que cumple lo que promete. Juró que los ataques no quedarían impunes y por eso nadie se sorprendió  este domingo cuando varios misiles lanzados desde el lado libanés de la frontera impactaron la base militar de Avivim y destrozaron un vehículo blindado de los más avanzados en el que se movilizaban un alto oficial y varios soldados.

El jefe de gobierno israelí alzó el tono y refiriéndose al líder de su contraparte lo llamó el “hombre del búnker”, recalcando que sabe muy bien por qué tiene que estar escondido. Más preocupante que ese intercambio de  piropos es el hecho de que por primera vez Netanyahu amenazó con el uso de armas nucleares, lo que se constituye en la comprobación de un secreto a voces: la posesión del arma atómica.

La frase “estar sentado sobre un barril de pólvora” pierde su sentido metafórico para convertirse en una realidad más que literal porque al menos uno de los que está sobre el barril está fumando y al parecer seguirá haciéndolo, por lo menos hasta el 17 de este mes.