17 de mayo de 2024

Por un salario justo y digno

2 de noviembre de 2015
Por José Ferney Paz Quintero
Por José Ferney Paz Quintero
2 de noviembre de 2015
JOSE FERNEY PAZ  QUINTERO
AOGADO CONSULTOR

Ferney paz foto del 14 de abril de 015Pasadas las elecciones regionales en donde ningún partido o grupo quiere  reconocer su descenso electoral, considerándose triunfadores, salvo el repunte de cambio radical con favorecimiento oficial desde la vicepresidencia de la República, y el fortalecimiento del liberalismo en gobernaciones y concejos municipales como fuerza mayoritaria, el país se apresta a la discusión tripartita: gobierno, los gremios de la producción, trabajadores, al reajuste a lo que se ha denominado el salario mínimo legal para el año 2016, en un momento en donde la inflación ha superado el 5%, negociación que se iniciará el próximo 7 de diciembre.

El salario o sueldo es la suma de dinero que recibe de forma periódica un trabajador de su empleador por un tiempo de trabajo determinado o por la realización de una tarea específica, y su pago puede ser mensual, semanal o diario , y en  este último caso recibe el nombre de jornal que proviene del término jornada.

Bien vale la pena hacer algunas anotaciones sobre el tema, para preguntarnos, si lo que allí se discutirá servirá para  promover un salario mínimo o un salario justo y digno.

No hay duda alguna sobre la desigualdad social que existe en el país, representando una seria amenaza para la paz social que tanto se anhela y porque no decirlo para  la estabilidad institucional.

Siempre se ha sostenido como principio cristiano, que para que un salario mínimo sea moral y justo, debe ser un salario que responda a una estabilidad familiar digna y que haga justicia con la labor desarrollada, entendiendo la justicia como la  constante y perpetua voluntad de dar a cada uno lo que es debido, principio que data desde el Digesto de Justiniano o codificación del derecho romano.

Un salario justo, no es más que el que provee al trabajador una retribución vital, en donde se le reconozcan sus horas extras, trabajo nocturno, el descanso remunerado, pago de la seguridad social, participación de las utilidades empresariales, permitiendo reajustes adecuados de  acuerdo al incremento del costo de vida, así como se le  reconoce  al  patrono  o al  industrial el alza de sus productos en donde  la retribución es mínima para sus empleados , muchas veces convertidos en trabajadores robots.

Y si de equilibrio salarial se habla, ¿qué no decir sobre la desigualdad existente entre el salario para los hombres y el de las mujeres por la realización del mismo trabajo? o las grandes diferencias entre los sectores urbanos y rurales, que nos hace pensar en la necesidad de plantear el debate en una sociedad en  donde  además se dan  grandes disparidades entre unos grupos sociales y otros, si se tiene en cuenta que el trabajo remunerado es la principal fuente de  recursos monetarios para la mayoría de las personas que habitamos el suelo patrio.

Expresábamos en columnas anteriores, que nada  sacamos con decir que  somos iguales ante la ley, sino lo somos ante la vida, por cuanto el buen vivir al que se aspira en una sociedad en vía de desarrollo, tiene que ver  con una serie de derechos y garantías sociales amparados todos por la constitución nacional que  se ufana ser Social de  Derecho, en donde el salario digno y justo, se convierte en el  remedio más eficaz para combatir   la pobreza,  y la desigualdad social.

Urge entonces promover por parte de la clase dirigente y del  ejecutivo  se establezcan condiciones dignas para el ejercicio del trabajo, ojalá haciéndolo por zonas geográficas, que facilite la reducción  de la enorme brecha existente entre el costo de la canasta  básica familiar y el salario mínimo, el cual por los incrementos de comienzo de año se diluye por  los efectos inflacionarios.

Ojalá se dé la concertación, para no tener  que  acudirse a la promulgación del decreto gubernamental, como viene ocurriendo año tras año, en donde el ejecutivo impone su criterio fiscal y hacendístico  en cabeza del ministro rentista, ahora más preocupado escuchando cantos de sirena  para preparar su precandidatura presidencial en representación de un partido  duramente castigado en el reciente debate electoral, pero si presuroso  en el incremento  de los salarios de la clase parlamentaria al disponer un alza  superior al 4.66%, cuando el fijado para el mínimo vigencia 2015 fue inferior al anterior porcentaje.

En conclusión, lo que se pretende es  que ese salario más que mínimo sea justo, por cuanto no es  ajena la máxima,  en donde el trabajador casi siempre cree que le pagan poco, el empresario  o empleador siempre le parece que paga mucho, de allí la importancia de buscar un punto de equilibrio, en donde el trabajador aprecie  que lo que hace vale lo que realmente cobra y el patrono que lo que está pagando vale lo que le cuesta.

Adenda: Se siguen dando los coletazos  del pasado debate electoral, que ha dejado  interrogantes sobre la  necesidad de la búsqueda de un  mejor futuro con partidos políticos debidamente estructurados, que solo se dará si se atiende a la realidad nacional, dejando de lado las espurias coaliciones, con fines electorales, burocráticos y contractuales, en donde  sobresalen personajes de la más diversa procedencia, unos de los que se conocían de lo que han sido y lo poco que pudieron dar de sí y otros que se auto arrogaron supuestos poderes de convocatoria sustentados en el dinero, la amenaza y la coacción.

Se está a tiempo de  reclamarle a la clase dirigente y al gobierno central, se  diseñe una verdadera reforma política y electoral, para  obtener el regreso de corrientes políticas serias, responsables, con autoridad y poder  de aglutinamiento, con voceros dignos, capacitados, para el manejo de la cosa pública, forjados por la vida, alérgicos al populismo, y la mermelada oficial, pero sí dotados de un irrevocable  propósito de servicio colectivo.

En principio pareciera difícil la tarea, pero constituye un deber  de todos buscarlos para las próximas contiendas electorales, para que luego no nos llamemos a engaño, de lo contrario seguirá vigente la expresión  atribuida al W.Churchill, “cada pueblo tiene a los gobernantes que se merece “.

Bogotá, Noviembre  3  2015.