1 de mayo de 2024

Monopolio, agresión y alimentos

14 de abril de 2023
Por Camilo Ernesto Giraldo
Por Camilo Ernesto Giraldo
14 de abril de 2023

El 15 de enero de 2023 el diario británico “Financial Times” (FT) publicó un artículo sobre los intentos de adquisición del llamado Grupo Empresarial Antioqueño (GEA) por parte del grupo Gilinski  (G.G.) (https://www.ft.com/content/d55cd7be-7b0b-4032-874e-b52f5837d411) en donde llamó al último “un depredador multimillonario” en medio de “una de las batallas de adquisición más amargas de América Latina”.

Esta situación va a cumplir año y medio desde cuando en noviembre de 2021 Jaime Gilinski, cabeza del grupo del mismo apellido, dueño de la revista “Semana” hiciera una oferta por el fabricante de alimentos NUTRESA, en asociación con la familia real de Abu Dhabi (Royal Group – R.G.), repetida para intentar el control en SURA y la cementera Argos, esta última renunciada en julio del año pasado. Lo destacable del asunto, que abarca muchos temas, rebasa las posibilidades de este artículo y obliga a contraerlo a los elementos que lo titulan.

El primero, es que toda la estrategia del G.G por controlar las empresas del GEA, de llegar a feliz término, para ellos, les daría el control de activos por valor de más de la mitad del mercado de valores del país; 20.000 millones de dólares avisarían a cualquier analista, o curtido inversionista, que después de siete ofertas y $2,900 millones gastados, representados en un 39 por ciento de acciones de SURA y 31,5 por ciento de NUTRESA, junto a los socios de Abu Dhabi, que no les otorga el control, no son suficientes y que van por la mayoría accionaria.

Los monopolios económicos están expresamente proscritos por la Constitución Política, salvo como arbitrio rentístico con una finalidad de interés público o social, para ello existe un marco normativo que, en teoría, busca la transparencia en la información de las empresas, la regulación en la participación o imbricación de estas en otros bloques empresariales y el control en las fusiones para conjurar la natural avidez e inclinación de las grandes multinacionales, principalmente, a ampliar su poder sobre el mercado y eliminar la competencia. Sin embargo, la actual batalla empresarial muestra que, a los grandes grupos económicos, especialmente los aliados con capital financiero multinacional como el R.G. no paran mientes al asunto, no le importa la Constitución u otras normas regulatorias, e incluso podrían contar con la “ayudita” oficial, como cuando Duque visitó Abu Dhabi, previa la primera OPA de noviembre de 2021. Recuerden que los Gilinski estaban en el Golfo en ese momento como parte de una delegación empresarial colombiana.

El carácter agresivo de las maniobras del grupo de marras, segundo aspecto de este breve escrito, está signado por las varias estrategias diseñadas para debilitar la posición de los dueños de estas empresas. Por un lado las ofertas de compra de acciones a precios cada vez más altos, frisando el triple del valor del mercado, produjo como resultado obvio que los accionistas más pequeños y los fondos de pensiones vendieran rápidamente, como dice el FT “tentados por una gran prima sobre los precios de las acciones que habían tenido un desempeño deficiente durante años”, acción que buscaba, a mi juicio, sacar del camino a los contendientes menores y dejar en el target los accionistas cruciales, o sea el grupo de familias que hacen parte del famoso y no menos controvertido GEA.

Pero como si esto no fuere suficiente el G.G., a través de la revista de su propiedad SEMANA, ha desplegado una campaña negra buscando hacer evidentes los propios errores del GEA, que no es un grupo ajeno a la controversia y las prácticas cuestionables. Las participaciones cruzadas de las empresas del grupo antioqueño, “donde los gerentes se eligen entre sí y a sus directorios” y que, según dice el millonario heredero del G.G. “conduce a una falta de responsabilidad y transparencia”, ha sido la comidilla de analistas y medios, sin mencionar la amplia cobertura que se le ha dado a la pérdida conjunta del valor de las acciones, que pasaron de 27.000 millones de dólares a 7.000 millones de dólares en menos de 10 años. Si bien esta circunstancia no resta valor estratégico a las joyas del GEA, sí han minado su crédito reputacional, al punto que el actual Gobierno, sin distinguirse del anterior, ha mantenido a través de su superintendente de sociedades una inusual velocidad en la toma de decisiones que pueden favorecer al G.G. como lo denuncia el periodista Daniel Coronell, tan célere y diligente frente a todos los reparos del G.G. que hasta el FT reseña “… la mayoría de los mercados no permitirían esto, pero los partidarios de los Gilinski dicen que es legal en Colombia y los reguladores están de acuerdo. Sergio Galvis, asesor legal estadounidense de Sura en Sullivan & Cromwell, comentó: «En los EE. UU., es difícil imaginar que alguien se salga con la suya haciendo ofertas públicas sucesivas a precios en constante aumento»; y por contera, con un clima político hostil desde el poder como el del Alcalde de Medellín.

Por último, pero no por ello menos importante, es el especial interés del grupo árabe R.G.  en NUTRESA. Este conglomerado de 60 empresas grandes y medianas con sede en Emiratos Árabes Unidos (EAU), fundado a finales de los 90, tiene más de 35.000 empleados de diferentes países. Su oficina central está la capital Abu Dhabi, de EAU. Y el presidente del grupo es su alteza el Jeque Tahnoon bin Zayed Al Nahyanm, quien ha forjado la mayor parte de su fortuna con la industria financiera, accionista del Banco GNB Sudameris, dueño del neobanco Lulo Bank y con participación en la británica Metro Bank Plc.

Pero lo que resulta más relevante, en mi opinión, es su presencia en el sector de alimentos, sus grandes inversiones en Europa con compañías como la avícola Al Ajban Chicken o la firma de productos procesados Asmak, augura una enconada pugna por el control de NUTRESA. Ésta es la joya de la corona, líder en alimentos procesados en Colombia, cuenta con el 53,7% de participación de mercado consolidado y juega un papel relevante en América Latina, tiene unas ventas por 12,7 billones de pesos a través de ocho unidades de negocio: Cárnicos, Galletas, Chocolates, Cafés, Tresmontes Lucchetti (TMLUC), Alimentos al Consumidor, Helados, Pastas y otros y aspira a convertirse en un actor de talla mundial, según los anuncios de los oferentes extranjeros.

Un negocio nada despreciable en medio de una carestía que presiona el aumento de precios de los alimentos, con una guerra en curso y una disputa comercial entre USA y CHINA en ciernes. Es aquí donde los analistas y quienes han cuestionado esta toma hostil deberían llamar la atención del actual gobierno, tan acucioso con el G.G. como insensible ante las 15.4 millones de toneladas de alimentos importadas al país, para que adopte con cuidado todas las medidas que impidan la desnacionalización de la empresa por la vía de esta jugada de “caballeros de industria”.