29 de abril de 2024

El escenario donde los buenos terminamos ganando (1)

7 de junio de 2020
Por Ricardo de los Ríos Tobón
Por Ricardo de los Ríos Tobón
7 de junio de 2020

 

Los críticos literarios han leído miles de libros.    Los de arte han visitado cientos de museos y galerías. Los analistas deportivos han visto millares de partidos. El 98% de los críticos de la Telenovela no han visto una entera.  Es hora de que hablemos los que hemos visto telenovelas. Tal es la razón de esta Cátedra.

  1. Tres escenas

Es una escena familiar típica. Ocho y media de la noche en un hogar latinoamericano, de cualquier mes del año 1970.

Agrupados alrededor del Televisor la mamá, las dos hijas y alguno de los muchachos. El padre de familia acaba de salir del baño y pasa por la sala en donde encuentra a su pequeña tribu, hipnotizada por la pantalla.

Se dirige al grupo:

  • A Ustedes como que los mantienen embobados las Telenovelas. Cuándo es que van a coger oficio?

Se ha detenido un momento para poner atención a la trama que se desarrolla en el cuadro de luz, en blanco y negro, de 14 pulgadas. (A propósito, el único rectángulo del mundo que no se mide por los lados sino por la diagonal).

  • Vamos a ver qué es lo que los tiene así – añade mientras empuja cariñosamente a la madre, hasta tomar asiento a su lado. Y al primer corte de comerciales pregunta:
  • La novela se llama Esmeralda, como la protagonista? Y tuvo algún accidente, o es de nacimiento su ceguera? Y la vieja Chana es su madrina o qué?

Quince minutos después se levanta, con todos, pero tiene más preguntas:

  • Se me propone que ese oftalmólogo que está enamorado de ella, va a terminar curándola – frase que es respondida por el coro burlón de sus hijos:
  • Uy, papá. Qué tan inteligente!!!

Al otro día el jefe del hogar hará el mismo comentario sobre la banalidad de las Telenovelas, pero también se sentará un rato e incomodará con preguntas inoportunas, hasta ganarse el regaño de su niña consentida:

  • Ay papito, por Dios. Si quiere más tarde se la cuento enterita, pero déjenos oír.

Una semana después el hombre deja la limpieza de sus dientes para más tarde y
así poder pasar directamente, y a tiempo, del comedor a la sala familiar, para disfrutar de lo que ya considera SU Telenovela, Esmeralda.

(Mucha atención, señores! La Telenovela latinoamericana acaba de cobrar una nueva víctima!)

…..

Ahora es 1985. En cualquier otro hogar latinoamericano. Ya no se acostumbra tener cinco hijos. Ahora son tres. La sala es igual, aunque el televisor ya no es de 14 sino de 24 pulgadas, y a color. Y detrás del equipo ya no está la gran vitela enmarcada del Sagrado Corazón de Jesús, que ha pasado a una de las habitaciones. Pero el resto es igual.

El comentario del padre, al salir del baño, es ahora:

  • Ustedes y sus telenovelas!

Pero se ha sentado al lado de la madre. Y la pregunta, a la llegada de los comerciales será:

  • Ese Adán Corona no es Carlitos Muñoz, el actor? Y cómo es ese revuelto de rancheras en Colombia? Al menos las canciones están muy buenas.

Se ha ido acomodando al lado de su esposa, con algo de disimulo, y al llegar los comerciales comenta:

  • Me da la impresión de que esta novela es una crítica al machismo.
  • Ese es mucho sabio, comenta con sorna el hijo mayor, el adolescente rebelde.

A la semana siguiente, el hombre dejará la limpieza de sus dientes para más tarde y así poder pasar directamente, y a tiempo, del comedor a la sala familiar, para disfrutar de lo que ya considera SU Telenovela, Pero sigo siendo el Rey.

(Mucha atención, señores! La Telenovela latinoamericana acaba de cobrar otra nueva víctima!)

La escena siguiente es a principios del siglo 21. La misma familia latinoamericana, ahora son sólo dos hijos. La sala es más moderna. Y el televisor, ahora sin morral, es de 36 pulgadas. Pero la mamá es la misma y los dos hijos, aunque difíciles, aún disfrutan de la vida familiar.

El Jefe del hogar también ha salido del baño y disfruta al ver a su rebaño familiar embelesado ante la pantalla, ahora adosada en la pared, no puesta sobre una mesa.

  • Esa es la telenovela de que tanto se habla ahora? La de una secretaria fea? – comenta, mientras ha empujado suavemente a su esposa con la rodilla, para que lo deje sentar a su lado y asistir, callado esta vez, hasta el final del episodio, que ahora se acostumbra de una hora.

Pero el comentario final es contundente:

  • A mí que se me propone que Betty se va a transformar en una mujer bella que enamore a don Armando! – a lo que los hijos y aún la esposa, responden con aplausos y con un sonoro e irónico:
  • Tenemos el papá más inteligente de la tierra!

Al otro día el papá será el primero en sentarse en la silla grande y, en la oficina, comentará cada mañana sobre la mini y las piernas de la peliteñida o sobre la feura de las componentes del Cartel de las Feas.

(Mucha atención, señores! La Telenovela latinoamericana acaba de cobrar otra nueva víctima!)

Los tres cuadros anteriores son tan típicos como las familias en mención.

México, Centroamérica, los Países Andinos, Brasil, el Cono Sur, las Antillas y toda la colonia hispana en Estados Unidos, hemos nacido víctimas, o hemos terminado por serlo, de la adicción a la Telenovela, adicción que ya pasó por Europa, para arrasar después al oriente asiático y terminar, ahora, parqueado en Turquía, cuyas telenovelas son más cursis que las nuestras de hace treinta años, aunque con actores, hombres y mujeres, tan bellos, que parecen colombianos o venezolanos.

Entonces estamos ante un fenómeno sociológico de importancia, lo que amerita explayarse, porque el tema alcanza para un buen rato.

  1. La esencia de la Telenovela

Melodrama sería, quizás, la más genérica definición de Telenovela.

Y Wikipedia (que parece saberlo todo), después de advertir que originalmente melodrama era una pieza teatral con música, advierte que “con el paso del tiempo el uso de la palabra Melodrama se ha extendido, abarcando cualquier tipo de obra teatral, cinematográfica o literaria cuyos aspectos sentimentales, patéticos o lacrimógenos estén exagerados con la intención de provocar emociones en el público”. 

Intuitivamente, entonces, cada lector acaba de deducir que los dos elementos básicos de la Telenovela son: la representación de un drama y la exageración de los sentimientos.

Pero tiene que haber más. Tiene que haber elementos que marquen diferencia entre el melodrama básico y la Telenovela, ya que el primero pasa y se va, pero la segunda “agarra”; y “agarra” el alma, que duele más.

En otros términos, algo de tal importancia, como la Telenovela, ha de tener una esencia. Y ha de haber una explicación para que Latinoamérica haya sido su cuna y el mejor medio para su desarrollo.

Cuál es la de la Telenovela?    Qué es lo que la hace atractivamente irresistible para un sector mayoritario, y que al tiempo irrita tanto a cierta categoría de intelectuales?

Aquí va una propuesta de solución: 

La Telenovela arrastra de tal manera, porque es el único sitio del medio latinoamericano en donde los buenos terminamos ganando, aunque hayamos perdido en todos los capítulos anteriores.

El comentario anterior, aunque tenga sabor de paradoja y parezca mostrar un tinte de humor, es la verdad esencial:

La Telenovela es la única región (así sea virtual) de nuestro Tercer Mundo, en donde el bien termina por triunfar, aunque sea en el último capítulo, y después de 18 meses de diarios sufrimientos, incomprensiones e injusticias.

Y, por supuesto, donde los malos (que no necesariamente han de ser malos pues basta con que sean ricos) son irremediablemente castigados, aunque también sea en el último capítulo, a pesar de que se hayan salido con la suya en los 193 capítulos anteriores.

Próxima Cátedra: Por qué Latinoamérica es el hábitat de la Telenovela.