20 de abril de 2024

La deserción escolar no es un Cisne Negro

Profesor comprometido con la transformación del país a través de la educación. Formado en Lic. En Biología y Química, Mg. En Enseñanza de las Ciencias, Doctorando en Didáctica y constante investigador vinculado a la educación universitaria. Twitter: @DavidAlTama.
17 de abril de 2020
Por Omar David Álvarez Tamayo
Por Omar David Álvarez Tamayo
Profesor comprometido con la transformación del país a través de la educación. Formado en Lic. En Biología y Química, Mg. En Enseñanza de las Ciencias, Doctorando en Didáctica y constante investigador vinculado a la educación universitaria. Twitter: @DavidAlTama.
17 de abril de 2020

En escrito reciente circulado en internet, leía que se llaman “cisnes negros” a los acontecimientos muy poco probables, y por ende difícilmente previsibles, que causan un gran impacto en la salud, la sociedad o la economía. 

El fenómeno de la deserción escolar, el retiro temporal y más aún definitivo de los estudiantes del sistema escolar, ha estado presente en la educación a través del tiempo. No siendo nuevo, si se constituye en parte de las preocupaciones del momento, en tanto el giro obligado a la virtualidad ha generado desencantos y desgastes en número importante de estudiantes niños y jóvenes.

Si no es un cisne negro, dado que ya es reconocido, está anunciado e identificado, se trata, entonces, de salirle al camino y evitar que los porcentajes en tradición se agudicen gravemente. Ya no es asunto solo de la institución educativa para tener participantes, se convierte en problema social que convoca la atención del estado, la familia, la sociedad entera. Un desertor del sistema educativo, es potencial analfabeta posterior que verá disminuidas sus posibilidades laborales y de desarrollo humano.

Es el momento de cerrar filas alrededor de los potenciales desertores para animarlos, acompañarlos y ayudarles a continuar sus estudios en medio de las dificultades y presiones que la pandemia genera. Hay que contribuir con miradas esperanzadas a una lectura de oportunidad sobre lo virtual, a reconocer los aportes y garantía que ofrece, en lugar de sumarse a la crítica automática sobre las debilidades y limitaciones.

La vida está siendo reinventada y en ese ejercicio ha de incluirse el No a la deserción, a pesar del encerramiento en casa, las limitaciones para el mundo laboral, la habitación convertida en aula, computadores, tablets y teléfonos celulares en todos los espacios.

Una institución que pase de un 15% de deserción a un 35% probable, perderá centenares de estudiantes y verá esfumarse miles de millones de pesos, que a su vez conducirán a reducir la planta de profesores. El cisne no es negro, es absolutamente visible y previsible, las comunidades educativas deben trabajar con criterio pedagógico, didáctico y metodológico, creativamente y latente comunicación, concibiendo las redes sociales como Facebook, Twitter, Instagram, YouTube, grandes aliadas; aunque estemos separados por la pantalla vivimos cada vez más cerca.