19 de mayo de 2024

Turbay y sus utopías

11 de agosto de 2017
Por Rubén Darío Barrientos
Por Rubén Darío Barrientos
11 de agosto de 2017

 Largo & Ancho

Por Rubén Darío Barrientos G.

David Turbay Turbay, excontralor de la república, sorpresivamente se ha lanzado en pos de la presidencia de Colombia como candidato de Opción Ciudadana. Es una posibilidad que le asiste a cualquier colombiano y ese no es el quid del asunto. El país lo recuerda como condenado por recibir $ 49 millones por el Cartel de Cali dentro del telón del proceso 8.000 y ya, obviamente, pagó la correspondiente pena.

Su primera propuesta es todo un carrobomba: aumentar el salario mínimo en no menos de un 50%. Ahí está la primera utopía. Dice que lo han llamado populista por esta idea. Al decir que no quiere atacar a los empresarios, suelta esta frase folclórica: “Hay que emparejar las cargas para que la mula pueda trepar la montaña”. Se pregunta cualquiera, ¿si en un país donde se pugna por un puntico en el ajuste del salario mínimo, y es toda una batalla campal que termina por decreto presidencial, cabría un incremento de semejante talante?

Pero la segunda utopía salta de bulto: dice que les llegará a los jóvenes. Y como no hay segunda sin tercera, se va con esta perla: “Yo quiero hacer un gobierno distinto”. Y viene en la seguidilla, una cuarta: “Voy a revivir un instituto que funcione como lo hacía el Seguro Social”.

Turbay venía amenazado, desde febrero de este año, que volvería a la arena política. Este abogado de la Universidad del Rosario, de 65 años dice que va a romper la racha de más de cien años de no tener Colombia un presidente del Caribe. En su pasado, se registra un promedio de carrera bien majestuoso de 4.89 (en la Universidad del Rosario). Nada tiene que ver David, el precandidato, con Julio César Turbay –el expresidente–, no obstante ambos han sido afectos al corbatín.

Cuando se trata de filosofar, David Turbay dice que “en política la gente se muere más de envidia que de infarto”. Este neocandidato presidencial, que terminó condenado a setenta meses por enriquecimiento ilícito, pagó condena de tres años pero no perdió los derechos políticos. Como al hombre le encanta pensar en voz alta, repite otra frase de molde: “No se necesita ser un buzo en los mares de la investigación para ver dineros del narcotráfico en la política”.

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