El resentimiento: ira de hoy, miedo de mañana

Por: Ricardo Tribín Acosta

Ah cosa “sobada” como diría el “indio” Gutiérrez Nieto es la ira. Es agobiante y nos lleva a realizar actos impulsivos, los que más tarde nos toca lamentar. Se esta “muriendo” de la ira, comentan algunos, cuando ve a alguien enceguecido por ella y la verdad es que si es una muerte de tipo espiritual, además de otras que de ella se puedan desprender: afectivas; de familia; de amistad; físicas, y así ilimitadamente.

¿Y de dónde viene la ira del hoy? Generalmente es un subproducto del resentimiento generado en el ayer, el cual se vuelve a presentar, bien sea porque se encuentre a la persona motivo de la ira pasada, o porque la mente la vuelve a poner enfrente de uno. De otro lado también sucede por la incapacidad que tiene el ser humano de enfrentar críticas u opiniones diferentes a las de él, lo cual lleva por simple miedo a que reaccione con ira.

¿Y la ira del mañana como pinta dentro de este concepto? Simplemente es un resultado del miedo mismo, el cual surge cuando nos ponemos a “futurizar” acerca de lo que pasará luego, cuando ni siquiera estamos cerca del proyectado hecho. Esta ira surge de pintar negativamente el futuro, dibujándonos escenas a ratos dantescas de lo que nos puede suceder ante una determinada situación que en el hoy la ponemos mentalmente en el mañana, cuando corresponde su posible desenlace, lo que por miedo nos lleva a crear un mecanismo de defensa llamado ira.

Ante estos dos componentes de la ira que será lo mejor a hacer?. Lo primero es que resulta conveniente que vivamos en el ahora, dejando el pasado como una referencia y el futuro como un prospecto, pero viviendo emocionalmente en el hoy. De esta manera podremos enfrentar las cosas que a diario nos suceden con mayor mesura, procurando que, si de todas maneras nos llega la ira, no quedarnos estancados en ella, para poder limpiar así a nuestra mente y sentimientos de todo aquello que nos quite la tranquilidad.