5 de mayo de 2024

Un personaje en paños menores

7 de febrero de 2017
Por Ricardo Tribín Acosta
Por Ricardo Tribín Acosta
7 de febrero de 2017

Por: Ricardo Tribín Acosta

Esta es la historia de lo que le pasó a un señor muy conocido, quien con frecuencia sale en programas de televisión y quien es admirado y seguido por muchísimas personas. Resulta que este caballero recibió  una vez en su cuarto de hotel el desayuno que había pedido. Como era de esperarse en hoteles de muy buena categoría y de alto precio, las viandas se las trajeron en un carrito mesa con ruedas, finamente decorado con flores, incluso acompañado de adicionales y deliciosos accesorios digestivos. El hombre, luego de concluir su gestión alimenticia y dispuesto a darse un buen baño, decidió sacar el carrito de su habitación, sin percatarse que su atuendo era compuesto tan solo por su camiseta y unos calzoncillos tipo bóxer, discretos como si fueran shorts, pero al fin y al cabo calzoncillos.

La mesa era un poco pesada y el tapete de la habitación grueso, amén de que la puerta era de esas que no son fáciles de manipular debido a su peso. El señor hizo esfuerzos, pujó, se movió y al final logro su objetivo; pufff, la mesa estaba fuera del cuarto. Sin embargo, para su sorpresa, la puerta se cerró súbitamente, quedando afuera y sin su llave que le permitiese abrirla de nuevo. Pensando nervioso en cómo pedir ayuda, pues su atuendo no era el más indicado para bajar a la recepción, se encontró en el pasillo a una camarera a quien le rogó con ansiedad que por favor le abriera la puerta de su cuarto. Esta le pidió identificación pero como estaba en tales prendas, no la tenía. El hombre le insistió: “Ábrame por favor que en el cuarto le enseñaré mi registro del hotel y mis documentos”. La mujer se sonrió y le dijo camine, le creo, sin antes expresarle “La verdad  es que lo he visto muchísimas veces en la TV y  me da la impresión de que lo que observo ahora es bien diferente a lo que en la pantalla con frecuencia admiro”. El corolario de todo esto es que, tanto en los hoteles, como en también en muchísimos, si no en todos los acontecimientos de nuestras vidas, hay que andar muy vigilantes, despiertos y alertas, para que no nos sorprendan las circunstancias tan solo vestidos con los calzoncillos o  como se dice, con los pantalones en la mano.