1 de mayo de 2024

El discreto encanto de la grabadora

2 de mayo de 2015

Así como sirvió para perpetuar las voces de verdaderas leyendas de la canción como Enrico Caruso y Carlos Gardel, también arruinó las carreras públicas del gringo  Richard Nixon y el bogotano Ernesto Samper, dos políticos con las agallas bien grandes y una insaciable sed de poder.

El mágico recurso de la grabadora concebido por Thomas Edison en 1877 acrecentó el prestigio y las fortunas del napolitano y el francés, porque sus discos se vendían en todo el mundo como pan fresco, y con el paso del tiempo serviría de instrumento para arrojar de la Casa Blanca al mañoso presidente gringo, por el monumental escándalo de Watergate, y ensombrecer el bochornoso cuatrienio      ( 1994 – 1998) del presidente colombiano, por la narcofinanciación de su campaña y el proceso 8.000.  Si Edison no hubiese creado la grabadora, Nixon habría tenido su segundo período presidencial, en Estados Unidos, y Samper cuatro años de un gobierno sin tempestades a bordo.

Las primeras grabadoras

Llamado en sus inicios el magnetófono, este aparato de apariencia inofensiva elevó a la condición de “inmortales” de la música –la única de las artes que no es  visual- a Caruso y Gardel y contribuyó a que el populacho inventara leyendas en torno a ellos.

Del tenor italiano se decía que su voz tenía tanta potencia que rompía ventanales, espejos, copas y vasos.  Del cantante de tangos se aseguraba que  no pereció en el trágico siniestro del 24  de junio de 1935, en el aeropuerto de Medellín, sino que como había quedado tan desfigurado, se ocultó para siempre en una pequeña finca de las vecindades del corregimiento Santa Elena. Pura paja!

Las grabadoras en la guerra

En la II Guerra Mundial, la grabadora fue instrumento de primer orden para emitir repetidamente, a través de la Voz de Alemania, por orden del pernicioso ministro Joseph Goebbels, las consignas que apuntaban a enardecer y a acicatear a las  tropas alemanas y a confundir a los aliados  que procuraban apagar, también a sangre y fuego, la conflagración provocada por el satánico régimen hitleriano.

Pero la grabadora, también rodaba en los estudios de la BBC de Londres con la transmisión constante de estimulantes mensajes en las voces del primer ministro inglés Winston Churchill, y del general francés Charles De Gaulle, en los que convocaban a la resistencia a los supervivientes de la Europa  incendiada por el genocidio germano.

Las grabadoras de bolsillo

Después de la guerra ganada por los aliados, en el proceso de recuperación económica de Japón –uno de los países vencidos, humillado y vapuleado con la cataclísmica bomba atómica- hasta conseguir la fabricación de una tan pequeña como una cajetilla de cigarrillos que cabe en el bolsillo de una camisa y que ha servido para grabarle a mansalva a muchos interlocutores.

Enemigos gratuitos

La grabadora ha tenido en Colombia notables enemigos gratuitos.  La detestaron en sus tiempos de reporteros dos estrellas de oficio: Iáder Giraldo y Gabriel García Márquez, que en gloria estén.

Ambos reporteros de El Espectador, jamás la consideraron digna de alternar en las faenas periodísticas  con la libreta de apuntes y el lápiz  o el bolígrafo.  Para ambos, ese adminículo manual “sólo servía para periodistas mediocres, sin talento, incapaces de retener algo en su memoria”.

Pese a esta respetable opinión, la grabadora ha sido por mucho tiempo herramienta vital, imprescindible, en el trabajo de radiorreporteros, porque con la voz del protagonista del suceso, avalan la veracidad de los que están comunicando a su audiencia.  También les sirve para salir de dudas  sobre una cifra o la palabra exacta que empleó el entrevistado.  No es, pues, tan mala ”gente” el aparatito, aunque no es improbable que, después de las vicisitudes que vivió con los llamados “narco-casetes”, hubiera en algún momento cambiado de parecer el finado periodista Alberto Giraldo López, cuya voz se hizo pública gracias a una grabación clandestina hecha  por terceros en la que en su condición de relacionista público del denominado <> hablaba con uno de sus jefes sobre dinero para financiar una de las campañas presidenciales.

Tolón Tilín

Los jefes políticos colombianos más notables del siglo pasado tuvieron que ver siempre con las grabadoras. Cuenta el periodista Javier Baena que alguna vez fue con otros colegas a grabar al caudillo conservador Gilberto Alzate Avendaño el tradicional programa “Cinco reporteros y el personaje de la semana: Cuando le acercaron el micrófono para responder  la primera pregunta, Alzate quedó virtualmente paralizado, víctima de un ataque de nervios. ”Quítenme esa cosa de la cara”, exclamó disgustado el líder manizaleño.  Momento inolvidable: ¡un gigante de la oratoria paralizado ante un micrófono y una grabadora!