1 de mayo de 2024

Arrieros semos

13 de noviembre de 2011

Sociedad cerrada y difícil, es cierto. Pero a Abad le faltó ver la otra cara de la moneda. Esa sociedad amurallada se vacunó contra el narco. No sé si haya relación de causa a efecto, pero el casi único traficante que vivió en Manizales, El Osito, no pudo jamás penetrar la sociedad local. Ese plantígrado, hermano de Pablo Escobar, que ocupó una de las casas de pro del municipio, fue lamentable herencia proveniente de la ilustre Antioquia. Y lo digo sin ironía.

También, a título de recuento de hechos desnudos, habría que señalar que en la época de la Violencia Manizales era una isla de paz en medio de masacres e infortunios. Y que “los blancos” de Manizales se la jugaron en paro para restablecer la convivencia en la geografía del Caldas grande.

Como nadaísta de las divisiones inferiores, comparto los ataques al alambicamiento del estilo greco-caldense. Pero me parece difícil decir que esa expresión sea un baldón para el departamento. Buena, regular o mala, fue una manifestación cultural, refinada aunque culterana, muy por encima en todo caso de los estándares vigentes en la época, seguramente esnobista pero enterada del flujo artístico del viejo continente.

Está bien, Héctor. Develemos los defectos de esa sociedad. Pero me parece demasiado cruel castigar a todos los caldenses diciendo que, ante la falta de agua, en vez de compasión aflora una risita despectiva. La élite de Caldas no define a los caldenses. Hay demasiada gente sufriendo. Gente humilde, muy alejada de las pretensiones aristocráticas que tanto te molestan.

Y el tema de la corrupción. Cierto. Después de haber sido el departamento modelo, fue también presa de una oleada clientelista sin cuento, que todavía se enseñorea en buena parte de la política. Pero el que allá esta situación sobresalga por contraste, tampoco da lugar a sacar a Caldas del contexto nacional que padece del mismo mal en escala superlativa. Muchos caldenses reventaron cinchas en la política para modificar esa deshonrosa situación. No lo han logrado totalmente. Pero tampoco se puede retratar a Caldas como una especie de gueto corrupto en medio de un país angelical. Mal de tontos, si así lo quieres. No es disculpa. Pero sí reclamo una visión más ponderada.

Falla la columna de Héctor al no tomar en consideración el otro Caldas. No hablo del pasado para no caer en la grandilocuencia. La Corporación Cívica de Caldas lucha duramente contra las roscas corruptas; la muerte de Orlando Sierra; los congresistas que, aunque sólo dominan porciones de la política, han tenido un comportamiento ejemplar; los esfuerzos exitosos en el campo de la educación; la industrialización que sobrevive en circunstancias adversas.

Sobre la tragedia se han abierto investigaciones. Esperemos su resultado para calibrar cuánto hubo de desidia. Pero, al menos en la columna, no se ve la relación de causalidad entre la corrupción atribuida, por ejemplo, al alcalde, de quien tengo información distinta, y la situación que hoy enluta a tantos hogares.

El Espectador