11 de octubre de 2025
Columnistas


La crisis desatada por la agresión die Vladimir Putin contra Ucrania, revive pasados temores y tensiones propios de la llamada “guerra fría”, situación surgida luego de la culminación de la segunda guerra mundial. El mandatario ruso ha mostrado sus intenciones de reconstrucción del imperio soviético apelando a la amenaza de medidas militares más severas, incluso el uso de armas nucleares.


En tiempos de expresiones ásperas e ideas descabelladas para mover las preferencias de los electores, vale la pena llevar a cabo un ejercicio de comparación entre los distintos candidatos a la presidencia con el fin de detectar la capacidad de engaño, la veracidad de las múltiples propuestas y la simulación de su idoneidad.


En pasadas elecciones visité varios municipios de Risaralda, con el fin de buscar el respaldo para elección de un determinado candidato. No me sorprendió que muchos ciudadanos, cuando los abordábamos, decían: “No, de política ni me hable, todos son unos corruptos y yo, no voto”.


Iván Duque se ha despachado, nuevamente, una vez más, contra las decisiones del poder judicial. Efectivamente, el Presidente de la República, cuando las sentencias tocan fibras de su credo, o círculo, tira por la borda el respeto institucional.


En su entrañable Bahía Solano, ocho meses antes de irse a cuadrar caja con El de arriba, dejó lista su autobiografía un quijote maicero, puesto en la pila bautismal Francisco José Rojas González, más conocido en algunas zonas del país con el remoquete de “Pacholoco”.


Sube y baja de acuerdo con las oscilaciones del mercado. Da bandazos y movimientos pendulares peligrosos. Lo otro es que se volvió “personal”. Cada concejal y cada diputado se “convirtió en un directorio chiquito”.


Es toda una vergüenza para los caldenses, radicados en la Capital de la república, que los dos departamentos hijos del Gran Caldas: - Risaralda y Quindío, dispongan de flamantes sedes, y el Caldas padre, que los parió y les dio vida administrativa, tenga que pedir posada para hacer sus reuniones.


Deseo cerrar esta serie de crónicas dedicadas a honrar la memoria de mi padre en su natalicio 100 y cuando se cumplirán este año 25 de su partida, con la publicación de unas palabras que pronuncié en el momento de sus exequias.


Tengo casi la seguridad que quienes me leen estas líneas no son Ucranianos, pero no hay que ser originario de ese país para sentir a la distancia el dolor de todas esas familias cuyos hijos han sido asesinados en una brutal embestida rusa, porque las ansias de poder son insaciables.
