28 de abril de 2024

La campaña que pasó

26 de marzo de 2010
26 de marzo de 2010

 En cuarenta días de campaña logramos cerca de tres mil quinientos votos frente a unas maquinarias absolutamente clientelizadas  y enmarcadas en la dádiva y la prebenda  con valiosas excepciones.
Sin Gobierno, ni jefes políticos, ni siquiera un partido constituido de nuestro lado, a punta de volantes,  de caminar sin parar este departamento, montado en el transporte público, acudiendo a las filas de los estadios, visitando el comercio, asistiendo a foros, visitando universidades cuando me lo permitían, tocando puertas en los barrios, hicimos una verdadera campaña de opinión con un inigualable grupo de trabajo constituido por los candidatos a la cámara, David Giraldo e Iván Tabares, el equipo de Compromiso ciudadano en Risaralda, Diana Marcela Rivera, empresarios como  Roberto Gálvez, Juan Alejandro Ángel entre otros y unos caminantes que no pararon de trabajar voluntariamente.
Me quedaron algunas reflexiones:  Gran parte de los ciudadanos ven la política como una actividad de bandidos, chanchulleros y ladrones por eso casi el  70% no vota, esa es la razón del  secuestro de la política por la corrupción y el clientelismo que sí vota y se elige, buena parte de ese 30% vive del Estado y del poder, por eso se revienta por mantenerlo, otra  se moviliza por amiguismos y una fracción menor por convicción.
Esa abstención cree que la vida sigue igual gane quien gane sin profundizar en  las oportunidades perdidas para el país por estar en las manos equivocadas, es la culpable de la corrupción y de la captura de la política por las mafias del poder.
La sociedad civil, la academia y el Estado tienen responsabilidad, no tenemos cuándo estimular la participación de la ciudadanía y fortalecer la opinión en el elector si encontramos un acceso tan restringido al voto independiente,  lo viví en las universidades: como Unilibrista fui objeto de inexplicables restricciones para compartir con los estudiantes; en la Andina ni me dejaron entrar; en la Católica no pude pasar del parqueadero;  en el Megabús aunque haya pagado mi pasaje, la policía me obligo a salir del transporte público como  si estuviera cometiendo un delito al entregar volantes.
Mejor dicho, con razón el clientelismo de  los politiqueros hace su festín en los barrios pobres donde dejan entrar al doctor esperando migajas mientras la academia y el Estado entienden la imparcialidad como cerrarle la puerta a todos, en lugar de abrírselas en igualdad de condiciones.
A los elegidos, entre los cuales se encuentran personas honorables y decentes y otros no tanto, sólo queda pedirles poner a un lado sus vanidades y disputas personales por debajo del Departamento y la región. No tienen que ser los mejores amigos pero sí tener la conciencia de las responsabilidades que implica legislar para Colombia y sentarse con respeto y tolerancia a trabajar por las soluciones de la región y a hacernos sentir orgullosos de ser Risaraldenses.La Tarde.