La receta perfecta para poner en jaque a Ecopetrol
Según informe de la Superintendencia de Sociedades, Ecopetrol, además de ser la petrolera más grande del país, es la reina de todas las empresas colombianas, la número uno, la de mayores ventas, más altas ganancias, mayores exportaciones, más alto patrimonio y, por muy escaso margen, la segunda en valor de activos (la primera en esa categoría es el Grupo Aval).
Cuando a Ecopetrol le va bien, el impacto se nota en todo el país, las regiones productoras sienten un gran alivio, la confianza en los mercados financieros internacionales es positiva y el presupuesto nacional se siente respaldado. Pero cuando le va mal, el impacto negativo se traduce a las finanzas públicas nacionales, a las exportaciones colombianas, a las regiones productoras y a los indicadores de confianza internacional de nuestra economía.
Pero si bien es cierto que Ecopetrol reporta las más altas ganancias empresariales en toda Colombia, no es menos cierto que sus utilidades vienen a la baja. En 2022 alcanzaron $34,4 billones, en 2024 llegaron a $14,9 billones y para para el 2025 las estimaciones más optimistas las pronostican entre $9 y $12 billones. Algo estará pasando. Por ello, para entender la situación, conviene recurrir a los dos grandes componentes de la utilidad: ingresos y costos/gastos.
Por el lado de los ingresos, la reducción en el precio internacional del crudo ha contribuido significativamente al deterioro de las utilidades: el barril de Brent (referencia para Colombia) pasó de 85 a 67 dólares en un año. Y si al bajo precio le combinamos la decisión de este gobierno de no adelantar nuevos proyectos de exploración de hidrocarburos, la cosa se complica ante una evidente menor producción para los próximos años.
Y por el lado de los costos y gastos la situación también preocupa. El famoso indicador denominado “lifting cost” lo dice todo. En la terminología petrolera, este significa todos los costos y gastos relacionados con la operación, desde extraer el hidrocarburo del yacimiento hasta ponerlo en condiciones de comercialización. Este costo pasó de 7,5 dólares por barril en 2020 a 12 dólares este año.
Pero más allá de este difícil panorama, el otro gran reto que enfrenta Ecopetrol es cómo transitar hacia un modelo energético más sostenible sin agravar, aún más, las finanzas públicas nacionales. Es cierto que el mundo avanza hacia la descarbonización. No obstante, para Colombia, hacerlo demasiado rápido significaría un vacío gigantesco en las finanzas de la nación que no podría compensarse fácilmente con otras fuentes de ingreso.
¿Debería Ecopetrol continuar con la exploración de más yacimientos? La respuesta es Sí. ¿Debería, a la vez, liderar y gestionar la transición hacia energías limpias? Por supuesto que también. Pero esta transición debe ser ordenada y realista, aprovechando los recursos disponibles actuales. ¡Hay que proceder con pragmatismo!
El panorama para la empresa no puede ser peor. Una menor producción derivada de la decisión de no hacer nuevas exploraciones, un menor precio internacional del crudo, un mayor costo de producción por barril y un dólar barato. He ahí la receta perfecta poner en jaque la sostenibilidad de la empresa.