Paz en la tierra
Glosas, son como comentarios. Y al canto, es como inmediato, efectivo. GLOSAS AL CANTO es la referencia que le he puesto a mi columna periodística, que a partir de hoy reencontrarán en Eje 21, gracias a la benevolencia y asilo generoso de los jóvenes directores de éste diario digital manizaleño.
¡Alegría, Alegría, Alegría…! Los demonios han sido contenidos. Al menos en una franja del planeta tierra, donde andaban sueltos. Después del demencial acto terrorista del denominado Movimiento de Resistencia Islámica, Hamás, que incursionó en territorio de Israel y ocasionó el asesinato de 1.200 personas y la toma de 251 rehenes, el 7 de octubre de 2023 y de la venganza del gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu con cerca de cuarenta y cinco mil víctimas- crímenes de crímenes de ambos lados- los criminales se han puesto de acuerdo para silenciar sus armas letales, durante un período inicial de cuarenta y dos días. Ésta es la cuota inicial, de lo que, anhelamos con vehemencia, sea una paz duradera. La paz es para los vivos. La paz de los sepulcros, es una figura literaria. La vida es sagrada. Sigue válido por siempre, el lema mockusiano.
Algunos otros escribirán sendos artículos en relación con éste acontecimiento, uno más de los que afecta el devenir de la vergonzosa humanidad y se devanarán los sesos para explicar el cómo y el por qué de la conflagración. Yo quiero escribir sobre un nombre. Huda Emad Hegazi.
Huda Emad Hegazi, nació en Linares, Jaén, España, hace 25 años. Es de nacionalidad hispanopalestina. Se hizo periodista en Gaza. Cuando sonaron los bombazos y se encontró entre los escombros de los edificios con los primeros cadáveres, decidió reportar día a día la tragedia. Y yo, radioescucha de Julio Sánchez Cristo y su equipo de la W, empecé a preocuparme por su suerte. Su voz de tonos dulces, su fraseo sereno en medio del caos y del miedo, sus retratos vívidos de lo que presenciaba, me conmovieron. Y a lo largo de éstos interminables quince meses de batallas, dolor y desolación, con sus relatos veraces, seguí paso a paso los deshumanizados hechos producto de la feroz venganza israelita.
Huda vió destruída su casa. Huda lloró sobre los restos mortales de familiares, conocidos y amigos. Huda, para cumplir su misión periodístiuca, se alejó de su madre, su hermana y su pequeño hermano de 9 años, de cuya supervivencia podía saber muy de vez en cuando. Huda durmió durante noches y noches, si es que logró hacerlo, en el asiento trasero de un Peugeot blanco. «Llevo cinco meses durmiendo en el coche de la empresa…Cada día es igual. Me despierto en el vehículo, busco café y pan con queso para desayunar y voy al lugar bombardeado la noche anterior. Luego trabajo haciendo directos para las televisiones hasta las once y media de la noche y regreo al Peugeot. Si puedo, me ducho una vez a la semana. Como cualquier gazatí, vivo con miedo de que me caiga una bomba, maten a mi familia o paso hambre porque no hay alimentos. Israel ha convertido a Gaza en una tierra fantasma.»
Huda Emad Hegazi: usted es un símbolo. Del profesionalismo, de la valentía, de la entereza. No sé si volveré a escucharla, después de que los lobos sanguinarios vuelvan a sus guaridas. Ojalá la paz sea con usted y con los suyos.
Al invocar su nombre, honro también la memoria de los 130 periodistas, quizás más, que perdieron su vida en la aventura misional de la verdad, del testimonio y de la denuncia. Que es la esencia del periodismo. Y desde luego, para expresarle que espero el día, que ojalá esté cercano, en que en su propia voz pueda escuchar: ¡Alegría, Alegría, Alegría…la guerra ha terminado… La historia de la ignominia universal ha cerrado una de sus páginas más ominosas.!