El Aquelarre
El programa deportivo Tiempo Extra celebra su segundo aniversario con una edición especial desde Belalcázar. La Bruja sin Escoba les envía sus felicitaciones y les hace algunas sugerencias para mejorar su calidad. Además, opina sobre la renegociación del tratado de libre comercio con Estados Unidos y el precio de la electricidad.
¡Feliz aniversario, Tiempo Extra!
Hace dos años salió a la luz pública en el canal regional Telecafé un novedoso programa deportivo, Tiempo Extra, que ha tenido gran éxito entre los televidentes de esa cadena.
Esta vieja Bruja tuvo la oportunidad de ver la primera emisión del programa. Lo presentaba un grupo de jóvenes que lograron sacar adelante ese primer programa a pesar de las inseguridades que produce todo emprendimiento nuevo. Al terminar la hora de emisión, bien pudieron decir, y así lo supongo: «¡Prueba superada!» Fue un verdadero éxito.
Hemos sido testigos de la transformación que han tenido sus presentadores. Han logrado crear un espacio deportivo diferente al formato tradicional de ese tipo de transmisiones. Son pocas las críticas que se les pueden hacer. Solo dos aspectos que recuerde: a veces hablan de cosas que no son de dominio público, que solo ellos conocen, y se ríen y comentan entre ellos, dejando a los televidentes como Condorito: ¡plop! No es una forma muy amable de ignorar a su público. Y en otras oportunidades, en temas polémicos, terminan hablando todos al mismo tiempo y hasta gritando, y en esos momentos es imposible entender lo que expresan. Si logran pulir esas dos pequeñas aristas, habrán logrado manejar un programa de gran calidad, merecedor legítimo de toda la popularidad que despiertan.
Un consejo adicional: ¿por qué no abandonan su deseo de hacerse los graciosos con la representación gráfica del nombre del programa? ¿Por qué no corrigen el persistente error voluntario de olvidar la E inicial en el segundo elemento del nombre del programa? No es Tiempo Xtra. Debe ser Tiempo Extra.
Sintonizamos con toda atención la edición de celebración de estos dos años, lanzada al aire desde el municipio de Belalcázar. Fue una celebración muy brillante. Hay que felicitarlos con todo entusiasmo.
La renegociación del tratado
Ojalá el presidente Petro no insista en su idea de intentar la renegociación del tratado de libre comercio con los Estados Unidos. Es evidente que, en las actuales circunstancias, tal renegociación terminaría dejando a Colombia en una posición aún más débil que la actual frente a la prepotencia de ese poderoso estado. Se ha insistido en que actuemos con prudencia. Así lo aconsejan numerosos líderes empresariales de nuestro país, incluidos algunos economistas y politólogos que saben de qué están hablando. Incluso el embajador en funciones de esa nación ante el gobierno de Colombia sugiere la revisión de algunos temas para buscar repotenciar ciertos aspectos del tratado existente, pero sin lanzarnos a una renegociación. Eso estaría bien. No insistamos en abrir esa caja de Pandora. Nada bueno resultará de ahí. Estamos advertidos.
El precio de la electricidad
Hemos visto crecer desmesuradamente el precio de la electricidad. Al principio de su mandato, el presidente Petro, y su ministra de Minas y Energía de la época, doña Irenita Vélez, hablaron de buscar una rebaja en el valor de ese servicio, cuyas alzas golpean tan duramente a toda la población. Finalmente no encontraron ningún mecanismo apropiado y el tema se fue dejando de lado.
Ahora el pensamiento del presidente ha tomado la dirección opuesta. Se le ha ocurrido la brillante idea de buscar para el transporte público urbano una vía de financiación diferente al pago individual del pasaje por cada usuario.
La idea, en principio, parece buena, si de veras se encuentra un sistema equitativo. Pero a Petro se le ocurrió cobrarle el costo de los sistemas de transporte de las ciudades a los usuarios del servicio de energía eléctrica. Lo cual aumentaría el valor de las facturas por este servicio a valores impagables por los pobres y por la clase media. Deberían buscar una forma que golpee menos a esos componentes de la comunidad. Eso de que se aumente la factura de la energía a un inválido que nunca monta en bus, para alegrarle la vida a otro ciudadano que sí lo hace, no parece muy justo.