7 de diciembre de 2024

Decidamos nosotros

24 de septiembre de 2023
Por Eduardo Aristizábal P.
Por Eduardo Aristizábal P.
24 de septiembre de 2023

El domingo 29 de octubre, que coincide con el Dia Nacional de la Prevención del Lavado de Activos, se realizará en todo el país la gran jornada electoral, que servirá para elegir a las nuevas Juntas Administradoras locales – JAL- Concejos Municipales, Asambleas Departamentales, alcaldes y gobernadores.

Todo ciudadano sensato, que entienda que sus decisiones no las puede dejar en manos de los demás y mucho menos para la escogencia de nuestros gobernantes, tiene el deber natural de acudir a las urnas y depositar los tarjetones, no simplemente por un nombre, sino también por su trayectoria, su preparación, su seriedad, su trasparencia.

No podemos tapar el sol con las manos y dejar de reconocer que la política que en su origen fue una actividad necesaria y buena, se ha desfigurado y ha tomado  otros cauces, por acción de politiqueros que hacen de ella una actividad más comercial,  que de ciencia  social.  Las consecuencias saltan a la vista y sus resultados nefastos son ampliamente conocidos por todos los colombianos.

Desde La Política de Aristóteles, pasando por Montesquieu, creador de la Ciencia Política, Nicolás Maquiavelo, padre de la Ciencia Política Moderna, el común denominar es el pueblo y lo social, pero que distinta en la actividad que estamos padeciendo en nuestros días.

Ante ésta situación,  se volvió común en Colombia la campaña, no vote, vote en blanco, pero sus promotores no saben  que le están jugando a los movimientos que si reciben votos, que en los casos de proporciones electorales se ven favorecidos con  rangos muy bajos para alcanzar los niveles necesarios para conseguir las curules; les hacen menos exigente la actividad electoral porque al contar el número de votantes, las cifras son exiguas, con relación al gran potencial de votantes de nuestro país, pues en los últimos 40 años, el promedio de abstención ha sido del 60 %, es decir que vamos a llegar a que 20 millones decidan por 50 millones, porque los que no tienen capacidad de votar, también padecen las consecuencias de la abstención.

Tenemos que entender, sentirnos orgullos y hacer valer ese derecho que consagra el artículo 3° de la Constitución Política que dice claramente que la soberanía reside exclusivamente en el pueblo, del cual emana el poder público. Pero parece que los colombianos somos buenos para protestar y no lo somos para hacer valer estos derechos, ejerciéndolos, todo se lo dejamos a los demás. La ley del mínimo esfuerzo, pero las consecuencias más graves. No nos quejemos, planteemos alternativas.

Hagámosle caso a la cantaleta de Platón, que alguna cosita debía saber de política, cuando manifestaba que “ el precio de desentenderse  de la política, es, ser gobernado  por los peores hombres.”  Creémos que tenía toda la razón.