Amigos
En los 80 de Álvaro Mejía López
Los hermanos de sangre se los entregan a las personas sin consultarles. Muchas veces no sólo deben tenerlos, sino soportarlos, tolerarlos y aguantarlos para no romper los vínculos que necesariamente se tejen en las familias.
Cuando se tienen verdaderos amigos, se llegan a tener los hermanos que cada quien ha escogido. Un amigo de verdad, deja de ser simplemente amigo y pasa a formar parte de ese entorno emocional propio de cada quien, de tal manera que se le percibe como alguien tan cercano y tan propio, como la familia misma. Es que los amigos conforman la familia que cada quien ha logrado construir.
Tener amigos no es fácil. Se tienen muchos conocidos. Se cuenta con muchos compañeros de trabajo, algunos de ellos con la accidentalidad temporal de lo que se hace, se termina, se entrega y el olvido conduce incluso hasta dejar de saber de quienes se trata.
Los compañeros son ocasionales. Los conocidos son circunstanciales. Los amigos son para toda la vida. Incluso esos amigos cuando abandonan la existencia, siguen haciendo parte trascendente de la memoria de cada uno. No se olvida a quien tanto se ha querido.
Los amigos se llevan puestos, de alguna manera, en el alma, como alguna vez lo dijera hermosamente Alberto Cortes, en la más famosa de sus canciones, que tantas veces se canta y en tantas otras tiene la capacidad de hacer rodar algunas lágrimas, especialmente cuando se canta en el momento de la ausencia de ese amigo, a quien tanto se quiere.
Nadie sabe para cuando son los amigos. Nunca se construye una amistad con el interés determinado de momentos o de circunstancias. Un amigo se va haciendo poco a poco, con el paso de la vida, con el transcurrir de las horas, de los días, de las semanas, de los meses, de los años.
La construcción de la amistad cierta, permite hasta las distancias y el paso del tiempo. Ocurre con frecuencia que se dejan de ver esos amigos de cada época y al cabo de muchos años se retorna con las mismas perspectivas del “como decíamos ayer”, de Fray Luis de León.
Tener amigos, es saber que los días van pasando del mismo modo para todos. Los que vienen atrás, empujando, haciendo futuro, deben hacer su propia existencia y llegan a carecer de muchas cosas comunes con los mayores, mientras que los amigos no son ni mayores, ni menores, son los amigos y ahí van a estar por siempre jamás.
Los amigos representan una de las afectividades más poderosas de los seres humanos. A la amistad y a los amigos se les ha cantado de muchas maneras, no solamente con versos de esos que se dirigen hacia las l ser evaluado en su justo precio. El problema es que no tiene precio. de lo que se es en favor e encuentran en el amor. En la aágrimas, antes que a las palabras serias y profundas de los grandes pensadores, como es el caso del genio argentino Julio Cortázar, quien supo entender muy bien y conceptualizar la amistad como algo que debe defenderse y conservarse. Vale la pena escucharlo, cuando dice:
En el tabaco, en el café, en el vino,
al borde de la noche se levantan
como esas voces que a lo lejos cantan
sin que se sepa qué, por el camino.
Livianamente hermanos del destino,
dióscuros, sombras pálidas, me espantan
las moscas de los hábitos, me aguantan
que siga a flote entre tanto remolino.
Los muertos hablan más pero al oído,
y los vivos son mano tibia y techo,
suma de lo ganado y lo perdido.
Así un día en la barca de la sombra,
de tanta ausencia abrigará mi pecho
esta antigua ternura que los nombra.
Nada fácil describir en la propia cotidianidad a los amigos, como lo hace el autor de “Rayuela”, la novela que cada quien puede armar a su antojo, pero en la que el orden es lo de menos, ya que lo que se entienda, comprenda y explique termina por ser lo más trascendente.
Los amigos se van haciendo en esos cafés compartidos, en esas tantas conversaciones en que se habla de todo, hasta de si mismo, en aquellos intercambios de conocimientos, en la formulación de propósitos comunes y proyectos a favor de alguno de ellos.
Con los amigos se puede todo, menos sentir esas dolencias que tantas veces se encuentran en el amor. En la amistad no hay, no puede haber, posesión del uno con el otro. Es la entrega en solidaridad plena y permanente de lo que se es a favor de quien lo requiere.
Tener amigos es tener un capital humano al lado, que nunca podrá ser evaluado en su justo precio. El problema es que no tiene precio.
El uruguayo universal, el cantor de las cosas simples, de los sentimientos elementales, el hacedor de versos sencillos y profundos, Mario Benedetti, no podía estar ausente de quienes le han cantado a los amigos. Para Mario los amigos son esos compañeros de toda la vida, de todos los caminos, de todos los tiempos, de todos los sentimientos:
Con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
compañero te desvela
la misma suerte que a mí
prometiste y prometí
encender esta candela
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
la muerte mata y escucha
la vida viene después
la unidad que sirve es
la que nos une en la lucha
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
la historia tañe sonora
su lección como campana
para gozar el mañana
hay que pelear el ahora
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
ya no somos inocentes
ni en la mala ni en la buena
cada cual en su faena
porque en esto no hay suplentes
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
algunos cantan victoria
porque el pueblo paga vidas
pero esas muertes queridas
van escribiendo la historia
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero.
Con los amigos, en esa ausencia total de intereses, siempre se puede y siempre se quiere. Los amigos van con uno por siempre. Los amigos no se condicionan a nada distinto al respeto mutuo.
Jorge Luis Borges también tuvo cantos a la amistad y lo hizo con su lenguaje sobrio, preciso, dirigido a la identificación de las ideas y a la traducción exacta de las emociones en cada quien contenidas. Oirlo es el placer de saber que alguien es capaz de la palabra universal, como fueron todas las suyas. Y así habló de los amigos, con la generosidad que no conoce fronteras.
No puedo darte soluciones para todos los problemas de la vida,
ni tengo respuestas para tus dudas o temores,
pero puedo escucharte y compartirlo contigo.
No puedo cambiar tu pasado ni tu futuro.
Pero cuando me necesites estaré junto a ti.
No puedo evitar que tropieces.
Solamente puedo ofrecerte mi mano para que te sujetes y no caigas.
Tus alegrías, tus triunfos y tus éxitos no son míos.
Pero disfruto sinceramente cuando te veo feliz.
No juzgo las decisiones que tomas en la vida.
Me limito a apoyarte, a estimularte y a ayudarte si me lo pides.
No puedo trazarte limites dentro de los cuales debes actuar,
pero si te ofrezco el espacio necesario para crecer.
No puedo evitar tus sufrimientos cuando alguna pena te parta el corazón,
pero puedo llorar contigo y recoger los pedazos para armarlo de nuevo.
No puedo decirte quien eres ni quien deberías ser.
Solamente puedo quererte como eres y ser tu amigo.
En estos días oré por ti…
En estos días me puse a recordar a mis amistades mas preciosas.
Soy una persona feliz: tengo mas amigos de lo que imaginaba.
Eso es lo que ellos me dicen, me lo demuestran.
Es lo que siento por todos ellos.
Veo el brillo en sus ojos, la sonrisa espontánea y la alegría que sienten al verme.
Y yo también siento paz y alegría cuando los veo y cuando hablamos,
sea en la alegría o sea en la serenidad.
En estos días pensé en mis amigos y amigas,
entre ellos, apareciste tú.
No estabas arriba, ni abajo ni en medio.
No encabezabas ni concluías la lista.
No eras el número uno ni el número final.
Lo que sé es que te destacabas por alguna cualidad que
transmitías y con la cual desde hace tiempo se ennoblece mi vida.
Y tampoco tengo la pretensión de ser el primero, el segundo o el tercero de tu lista.
Basta que me quieras como amigo.
Entonces entendí que realmente somos amigos.
Hice lo que todo amigo:
Oré… y le agradecí a Dios por ti.
Gracias por ser mi amigo.
El argetino genial, de cuyo nombre se perdió el listado de los Premios Nobel de literatura que han sido, muchos de ellos ausentes de calidad, tenía bien claro que era la amistad, que no es más que entrega, que apoyo constante, que solidaridad, que comprensión, que compañía.
Cpn los amigos uno se duele o se alegra. Con los amigos se lamentan las ausencias, pero siempre se sabe del regreso, porque las distancias no tienen la capacidad de disminuir los niveles de intensidad de que es la amistad.
En la crisis de la pandemia que hemos padecidod y seguimos padeciendo, nos alejaron en las decisiones absuradas de quien no sabe sobre que está obrando, pero siempre hemos tenido la inmensa seguridad de que por lejos que estuvieran los amigos, siempre iban a estar ahí.
Tener amigos es el gran capita lque cada quien puede construir, en la seguridad de que nunca va a estar solo, porque alguien habrá que lo escuche, le ayude de ser posible, o sencillamente que atienda y entienda sus palabras.
Tener quien escuche lo que se quiere y se debe contar, es una enorme ventaja para quienes no tienen más realidad que estar solos. La soledad conduce a la depresión. Cuando se tienen amigos, la depresión se mantiene ausente, o al manos un tanto alejada.
La amistad no conoce el egoismo, porque no persigue nada diferente a saber que se tiene y se cuenta con amigos.
Los amigos te ayudan a construir el camino y cuando tengas dificultad en recorrerlo, estan al lado para darte la mano, para esperarte, para dejarte respirar, para darte voces de aliento y decirte que la meta está lejos, pero van a llegar juntos.
Los amigos se quieren como son, porque cada quien escoge a sus amigos y cada amigo se toma el gusto de escogrrlo a uno.
Gastarse la vida en tener amigos, es una buena manera de trascender hacia la memoria cuando llegue el momento de las ausencias.