28 de marzo de 2024

Las audacias mayores de sesenta

31 de enero de 2021
Por Augusto Trujillo Muñoz
Por Augusto Trujillo Muñoz
31 de enero de 2021

El viejo López, cuando aún era joven y criticaba los gobiernos conservadores de las primeras décadas del siglo xx, dijo que el liberalismo debía preparase para llevar al gobierno sus audacias menores de 45 años. Cumplió la promesa, en el sentido de que algunos de los miembros de su valioso ni siquiera frisaban todavía esa edad. Darío Echandía y Alberto Lleras fueron sus voceros más conspicuos. Pero López no pretendió hacer a un lado la experiencia. Como él mismo lo expresó, más tarde, el éxito de su primer gobierno fue producto de una refriega entre la audacia y la cautela.

Ahora han regresado los menores de 45. Tienen la misma edad de aquellos, pero no sus mismas virtudes. Ni su audacia, ni su experticia, ni su cautela. Carecen de la habilidad, el talento, la imaginación, indispensables para gobernar una sociedad tan compleja como la actual. Tampoco tienen el liderazgo reflexivo que acompaña a los hombres mayores cuando son, al mismo tiempo, audaces y prudentes.

Por supuesto, no todos los mayores de 60 años son aptos para ejercer cabalmente un magisterio de democracia y desarrollo, ni todos los menores de 45 protagonizan desastres. Ahí está Trump que parece un sargento prusiano analfabeta, sin capacidad para hacer distinciones a pesar de ser un hombre mayor. Y el general Santander, que fue presidente de Colombia antes de los 30 años y pasó a la historia como el constructor de la República. Pero esta es la excepción y no la regla.

El país ha llegado a un grado de complejidad política, de pluralismo cultural, de contradicciones sociales, que exige la presencia de personas mayores para garantizar buen ejercicio del gobierno. Esas personas deben ser audaces y prudentes. Así lo fueron, por ejemplo, los líderes europeos de la segunda posguerra. Supieron combinar las dos virtudes tanto en horas de bonanza como en horas de peligro. Fueron responsables con sus pueblos incluso para declarar la guerra y, claro, para declarar la paz: Churchill, Adenauer, Monnet, todos mayores de 60, dan testimonio de ello.

El mejor ejemplo de hoy es Joe Biden. No es un sabio, pero está lejos de ser un necio. Tiene la lucidez política para entender la dimensión de esta crisis y la experiencia suficiente para manejarla: La combinación de audacia y prudencia solo se adquiere en la universidad de la vida. La disensión no tiene por qué ser causa del enfrentamiento, dijo, y agregó: no predicaremos con el ejemplo de nuestro poder, sino con el poder de nuestro ejemplo. Pero además expresó que la pandemia es un claro argumento a favor del multilateralismo: Eso es audacia en un presidente norteamericano, cuyo país viene de aplicar una política tan distinta como excluyente: America first!

Tranquiliza oír a Biden diciendo que su victoria no es la de un candidato, sino la de una causa: la causa de la democracia. El suyo no fue un discurso para el cambio sino para la restauración. Lo entendió bien la presidenta de la Comisión Europea cuando dijo: “Estados Unidos está de regreso y Europa lista”. Un dirigente responsable sabe que este mundo complejo y plural, dominado por la polarización, es una bomba de tiempo.

La presencia de Biden en la Casa Blanca supone un mensaje esperanzador para todos los países del mundo, más allá de lo que ocurra en materia de relaciones bilaterales con los Estados Unidos. Los colombianos deben considerarla: Se trata de apostar por audacias mayores de 60 años, e incluso de 70. El país los tiene y, sin duda los necesita: Humberto de la Calle, Juan Camilo Restrepo, Jorge Enrique Robledo. Hay más nombres por supuesto. Pero los tres que menciono son ejemplos de excepción que, además, representan vertientes diversas. La impronta de su gestión en la política, en el gobierno, en el sector privado, en la universidad, dejó siempre un balance positivo. Están en condiciones de ofrecer, al mismo tiempo, la capacidad de su experiencia, la agudeza de su talento y la lucidez de su inteligencia. Son estadistas.

No improvisan, buscan consensos, tienen voluntad política y capacidad de liderazgo para sentar en la misma mesa todas las tendencias. Basta mirar el entorno para advertir que nos está yendo mal con los menores de 45 años. Por algo las sociedades antiguas más estables, estaban dirigidas por Consejos de Ancianos. Claro, los menores de 45 llegarán en su momento.