28 de marzo de 2024

Quien más sabe, más debe aportar

14 de mayo de 2018
Por Jesús Helí Giraldo Giraldo
Por Jesús Helí Giraldo Giraldo
14 de mayo de 2018

Por: Jesús Helí Giraldo Giraldo

La educación y el conocimiento constituyen un privilegio que debe convertirse en mayor responsabilidad con el país. Ese privilegio compromete a los más capacitados e iluminados a estar en la vanguardia, en todos los órdenes, desde el intelectual, el productivo y el político. Colombia necesita de sus mentes más brillantes. Los más preparados, intelectual y académicamente, como: científicos, académicos, humanistas, escritores e intelectuales, artistas y dramaturgos, deben ponerse la camiseta y salir a aportar lo mejor de su inteligencia y formación en el proceso de escogencia del candidato para dirigir los destinos de la nación. Quien más sabe más debe aportar.

A los estudiantes universitarios más que a todos, por su juventud, independencia y estudio constante y afán de conocimiento, les corresponde estar atentos del país que mañana van a dirigir, el cual debe estar bien dirigido para asegurarles unas condiciones más apropiadas dónde aplicar lo que aprenden en la universidad. Ha sido tradicional el comportamiento de los universitarios, estudiantes y profesores, consistente en asumir una  actitud de indiferencia y abstención en los procesos electorales, en cambio su crítica inteligente, independiente y asertiva ha permitido despertar a la sociedad de su letargo y contemplar horizontes de progreso y humanismo en diferentes oportunidades y procesos históricos.

Lo anterior fue corroborado recientemente cuando el país parecía quedar en la penumbra ante el resultado negativo del plebiscito por la paz con la guerrilla de las FARC. Fueron los universitarios, en su gran mayoría, quienes salieron a movilizar a la ciudadanía y hacer claridad sobre los verdaderos alcances del acuerdo de paz y los beneficios para la convivencia que significaba acabar con una guerra de más de 50 años entre colombianos. Su actitud presionó al gobierno y a la clase política, incluidos los que rechazaban el acuerdo, a sentarse a dialogar y buscar una salida, que concluyó con la aprobación, en el Congreso, de un acto legislativo que recogió las diferentes observaciones expuestas por los contradictores.

La participación electoral ha sido algo que no ha tenido acogida en el ámbito académico y cultural, lo cual se puede explicar por tantos años de dominio de los mismos personajes en el poder, con exclusiones alarmantes. En la década de los sesenta y setenta del siglo pasado los universitarios marchamos muchas veces “contra el sistema” porque era considerado muy excluyente ya que a raíz de la firma del Frente Nacional en 1957 para acabar con la más grave ola de violencia liberal-conservadora, los dirigentes de los dos partidos en guerra acordaron rotar el poder entre ellos mismos cada cuatro años durante 16 años. Quienes no eran de los partidos tradicionales se sentían sin derechos políticos, optando, muchos de los más capacitados, por irse del país.

Hoy las cosas han cambiado y ya podemos escoger entre diferentes opciones representativas de  todos los estamentos sociales y políticos.  Los más capacitados y con mayor sentido humanista y conocimiento del Estado tienen el deber de aprovechar estos momentos y participar en la búsqueda de la mejor salida. El hecho de que el Estado ofrezca separación de poderes y unos organismos creados en la Constitución de 1991 que dan garantías a los ciudadanos para ejercer sus derechos, entre ellos el de elegir y ser elegido libremente, no exime a nadie de su obligación de ayudar a seleccionar el mejor presidente de Colombia.