Mario Castaño
Tengo una imagen visual, no auditiva, de Mario Castaño. Lo he enfocado de lejos, con distancia mirona, para deletrear su físico y con riesgo adivinatorio, zambullirme en el pliélago de su alma multiforme. Es posible que jamás sea su amigo. Recorremos orillas opuestas. Nada le puede aportar a mi envejecido calendario, ni yo reclamo su cobijo. Él está allá con sus escarapelas bermejas, yo aquí, vestido de un azul turquí, militante, hasta la muerte, en los mermados escuadrones de Omar Yepes Alzate. De Mario Castaño me agradan sus denuedos, su descarado entusiasmo para el comando de las guerras. Es un gladiador y brilla su espada centelleante en el barrizal de la política. Como él, somos muchos. No tuvimos padrinos, trataron de aislarnos, nos quisieron marginar y quienes, arrogantes y fulleros, hicieron gavilla para destruirnos, con el correr del tiempo, fueron lebreles obedientes a nuestro servicio.
Mario tiene un rostro trabajado a golpes de hacha, la frente limpia de zanjones, cara ovalada, mirada fiera, mentón agudo. No es suyo un morenaje vespertino, ni tampoco es rosado con albor de aurora. Es rubicundo, más tiznado que lácteo. Ligeramente adiposo, se mueve con decisión, mucho olfatea y luce pétreo carácter mandón. Nació en Pácora. ´Ni Eilen su madre ni Ramón Elías su padre, tienen nada qué ver con los pechilanudos Isazas, ni con los Gutiérrez de Chorronda, ni el apellido Pérez de Jesús María hace parte de su genealogía.
Es bohemio. En la cumbre de las mujeres malas, allá en su pueblo, Teresa y Hortensia lo reclaman. La Pistocha recuerda las felices noches que pasó a su lado y en las cantinas de Malpaso los tipleros lo esperan para hacer mas alegres las fiestas campesinas. Mario ha vivido en todas las dimensiones. Arriba para extasiarse con el balanceo de las estrellas, abajo para no perder contacto con la tierra, a los lados para compenetrarse con el gentío que lo aclama. Se hizo solo. Fue púgil, golpeó duro para imponerse. Siempre líder. No se dejó acorralar por los apremios económicos, ni por los elitismos municipales.
Cualidades tiene. Por ser técnico en finanzas, es calculador, estratega frío, maneja bien las matemáticas. Desbocadamente ambicioso, evade trampas, minimiza riesgos y es un tahúr de su destino. Tiene nobleza y es amigo de sus amigos.
Hasta hace ocho años, políticamente, Castaño no era nada. Victor Renan Barco, entonces, era el dueño soberano del espacio liberal. Su muerte dispersó el núcleo de sus capitanes y todos como una diáspora emigraron hacia otros continentes.
Enemigos tiene. Lo hicieron subir a los estrados judiciales para que explicara sus inversiones dinerarias en el ajetreo electoral. Después de prolija investigación los fiscales le entregaron pasaporte de inocencia. Sus adversarios inventan deslices, tiznan su toga de legislador y lo quisieran ver engrillado en una mazmorra. Es la envidia que ladra,la pequeñez humana que llora por los éxitos ajenos. Obvio que no es perfecto. Es alegre en los jolgorios, le gusta el abaniqueo de las faldas, con secretos amatorios, maromero para columpiarse en el trampolín de las palabras, rudo a veces en el manejo del idioma, breve para impartir consignas.
Con zarpazo premeditado, se apoderó del tinglado. Inicialmente fue mirado como un aventurero, con un carcaj abastecido de flechas para cazar aves de corral. Y ese enano que se movía por las travesías, surgió como un Atila para arrasar ¡vendaval incontenible! las mohosas estructuras de su partido.
Equipo tiene. Son de alcurnia directiva Octavio Cardona, el alcalde de Manizales, el mieludo Jorge Hernan Mesa, y está a su lado Jorge Hernán Aguirre, jurista, orador, con estampa de gobernador y ministro. Un comando de guerreros cuida la alquería. Jhon Herbert Zamora, Robert Osorio Isaza, Juan Carlos Gómez Montoya, Victor Hugo Cortés.
Mario : los políticos no tenemos vida privada.