15 de abril de 2024

Hay-¡ay!, guianza, atracar, gerundio

Profesor y catedrático, algunos años; rebuscador, otros tantos, y hoy, escritor y defensor ferviente de nuestro hermoso lenguaje castellano.
1 de septiembre de 2015
Por Efraim Osorio
Por Efraim Osorio
Profesor y catedrático, algunos años; rebuscador, otros tantos, y hoy, escritor y defensor ferviente de nuestro hermoso lenguaje castellano.
1 de septiembre de 2015

QUISQUILLAS DE ALGUNA IMPORTANCIA

efraim osorio

Con esta interjección, ¡ay!, se expresan también sentimientos de dolor, sobresalto y conmiseración.

En la Biblia, la interjección ¡ay!, seguida de la preposición ‘de’, expresa, casi siempre, una amenaza, como en esta imprecación del profeta Jeremías: “¡Ay de los pastores que hacen perecer y destrozan el rebaño de mi pastizal!” (23, 1). Sería muy conveniente que la columnista Fanny Bernal Orozco la escribiera siquiera doscientas veces para que, en una próxima oportunidad, no la confunda con la inflexión verbal ‘hay’, como lo hizo en esta frase, en la que se refiere a la incultura dc quienes arrojan desperdicios a la calle: “…y hay de que alguien se atreva decir algo, pues como mínimo recibe insultos por meterse dizque ‘en lo que no le importa’” (LA PATRIA, 16/8/2015). Publicable, la frase sería ésta: “…y ¡ay de que alguien se atreva a decir algo!, pues…”. Además de la interjección correctamente escrita, puse los signos de admiración, no por capricho, sino porque la redacción tradicional y castiza los exige: los escritores clásicos respetaron siempre esta norma ortográfica, por ejemplo, Cervantes: “Con un ¡ay! arrancado, al parecer, de lo íntimo de su corazón, dio fin a su canto el Caballero del Bosque…” (II, XII). Además, tanto los signos de admiración como los de interrogación abren y cierran la exclamación o la pregunta: hoy en día, cuando unos redactores los ignoran del todo, otros, como Pablo Neruda, sólo lo usan para cerrar, por ejemplo, en estos dos versos de ‘Canto sobre unas ruinas’, “Oh profundas materias / agregadas y puras: cuánto hasta ser campanas! Y en éste, de ‘Pensando, enredando sombras’, “Quién eres tú, quién eres?”. García Márquez, con la interjección ¡ay!, no los usa: Ay, mi niña  suspiró-, me harían falta otros cincuenta años para contarte” (El amor en los tiempos del cólera). Que los ignoren o no estos escritores, no importa: la norma sigue vigente para bien del lenguaje escrito. Nota: con esta interjección, ¡ay!, se expresan también sentimientos de dolor, sobresalto y conmiseración. ***

Casi todos los editoriales de LA PATRIA son bien redactados; unos cuantos, no tanto; y, de tarde en tarde, uno, muy mal, como el del 20 de julio de 2015. En él se encuentran frases como ésta: “…en esta ciudad [Manizales] hay niños que abren las puertas del consumo a sustancias prohibidas desde los 12 años y medio de edad, lo que no solo resulta bastante temprano, sino que generalmente se inician con temas aprobados socialmente como el cigarrillo y el alcohol…”. Según esto, el fumar y el beber no son vicios, sino temas. Y, no lo dude, hay más ‘temas’ en este editorial, cuyo redactor inventó el sustantivo ‘guianza’, que, aunque bien construido –pues con la desinencia ‘–anza’ se pueden formar, de verbos, nombres ‘deverbales’, que signifiquen la acción y el efecto de dicho verbo–no ha sido aceptado aún por la Academia de la Lengua.  Así escribió: “…y den el paso [los padres de familia] para cumplir sus deberes como debe ser de crianza, guianza y corrección…”. Los neologismos son aceptables cuando, por su necesidad o por su belleza, sirven para enriquecer el lenguaje, condiciones de que carece ‘guianza’, pues, además de no ser un vocablo atractivo, hay otros que expresan la idea pretendida, como ‘guía, orientación, encauzamiento, encaminamiento, conducción, educación’, etc. ***

¿Habrá algún octogenario colombiano que no haya sido ‘atracado’ una sola vez siquiera? Quiero preguntar, ¿que no haya sido “asaltado con el propósito de robo en alguna calle de cualquier poblado”? El propósito de este asalto con armas es despojar de sus pertenencias a la víctima. Las víctimas de este execrable crimen son únicamente los seres humanos, no una institución ni un país. El columnista César Montoya Ocampo olvidó tan elemental noción, y escribió: “Con un partido del pueblo que sirve de escondite de los haberes que le atracaron a la nación” (LA PATRIA, 13/8/2015). ‘Robar, hurtar’, sin ser muy rebuscados, son los verbos apropiados en esa frase. ***

Un gerundio fuera de lugar: “Y el Fondo Editorial Eafit publicó el “Viaje de América a Jerusalén”, del mismo Andrés [Posada Arango], quien realizó esta aventura teniendo 29 años de edad” (El Tiempo, Andrés Hurtado García, 18/8/2015). “…cuando tenía…”, es lo castizo. ***

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