28 de marzo de 2024

Un dicho, sujeto, labrantío, retozar

Profesor y catedrático, algunos años; rebuscador, otros tantos, y hoy, escritor y defensor ferviente de nuestro hermoso lenguaje castellano.
25 de junio de 2015
Por Efraim Osorio
Por Efraim Osorio
Profesor y catedrático, algunos años; rebuscador, otros tantos, y hoy, escritor y defensor ferviente de nuestro hermoso lenguaje castellano.
25 de junio de 2015

QUISQUILLAS DE ALGUNA IMPORTANCIA 

efraim osorio

“Tras de cornudo, apaleado, y todos satisfechos”.

El periodista Juan Gossaín atribuye el origen del dicho “tras de cornudo, apaleado” –“y ambos satisfechos”, agrega otra enunciación– a la tradición paraguaya de castigar a los cónyuges que, por dinero u otros beneficios, se prestaban a la infidelidad de la mujer, paseándolos viringos por el pueblo, con cuernos y cascabeles en la cabeza, montados en un burro, y tras ellos un verdugo azotándolos con un foete (El Tiempo, 5/6/2015). Otra cosa dice José María Iribarren en ‘El porqué de los dichos’: “El maestro Correas, en su ‘Vocabulario de refranes’ del primer tercio del siglo XVII explica así la historia burlesca que dio origen a esta expresión: “El ama dijo al criado que, en durmiéndose el marido, se fuese a ella tras la cama. Llegó el mozo y, teniéndolo asido por la mano, despertó al marido, y le dijo que el mozo la habría requerido y que ella se citó con él en el corral, que él se vistiese las ropas de ella y le fuese a esperar y le castigase. Fue el pobre hombre engañado… y estuvo esperando abajo. En terminando, el mozo bajó con un garrote y, haciéndose el leal, apaleó al amo, como si fuera el ama, diciendo: Bellaca; ¿a mi señor había yo de hacer tal agravio, ni vos traición? (El amo quedó apaleado, burlado y satisfecho de la fidelidad de la mujer y de la del mozo)”. Según la misma fuente, en el siglo XVI está registrado este dicho por Juan de Mal Lara, con esta enunciación: “Cornudo y apaleado, mandadle bailar”, porque el ‘poderoso’, además de ofender al marido burlado, lo obligaba a bailar. ***

Estas feministas recalcitrantes están convirtiendo nuestro idioma en una colcha de retazos. ¿La prueba? –La siguiente frase de la congresista Ángela María Robledo: “…así como las mujeres han sido víctimas también han sido sujetas de cambio y…” (LA PATRIA, 9/6/2015). Así redactada, la sintaxis de la frase pide que el atributo sea un sustantivo, ‘sujeto’ en este caso, masculino gramaticalmente, variable sólo en número, porque es “el ser del cual se afirma o niega lo expresado en una proposición”. “…las mujeres han sido sujetos de cambio…”. El término ‘sujeto’ es variable en género y número sólo cuando es adjetivo o participio pasivo, por ejemplo, “las mujeres están sujetas a cambios y transformaciones”. Tratar de modificar esta doctrina no deja de ser un capricho equivocado y bobo. ***

No hay ninguna posibilidad de que el columnista Jaime Alzate Palacios hubiese confundido los adjetivos ‘labrantío’ y ‘labrador’ en este lamento: “…debieron refugiarse en las grandes ciudades con sus pequeños hijos y sus perros labrantíos” (LA PATRIA, 13/6/2015). Lo aseguro, porque en ella no se refiere al ‘perro labrador’, “perro de muestra, originario de la península del Labrador, en Canadá” (Moliner), sino a cualquier perro, como “el mísero can, hermano de los parias”, del maestro Valencia (Anarkos). Tampoco puede decirse que un perro sea ‘labrador’ con la acepción de ‘campesino, labriego’ (“persona que se dedica a las faenas del campo”), significado que sí puede aplicarse a animales aptos para trabajar el campo, como los bueyes. El adjetivo ‘labrantío-a’ sólo se dice de las tierras laborables, con sus sinónimos de ‘labradero’, ‘labradío’ y ‘sembradío’. En resumen, no supe qué quiso decir el columnista con sus ‘perros labrantíos’. ***

Los verbos intransitivos –lo he anotado en diversas oportunidades, pero no sobra repetirlo– no admiten complemento directo. El verbo ‘retozar’ (“estar una persona ocupada en juegos amorosos”) es uno de ellos. En su artículo sobre los inconvenientes que padecen los vecinos del Cerro de Oro (Manizales), el columnista Jorge Alberto Gutiérrez escribió: “…el vecindario se llenó de ‘intrusos’ que hasta retozan sus hazañas a plena luz del día…” (LA PATRIA, 15/6/2015). Sobra el complemento directo ‘sus hazañas’, pero falta el circunstancial para redondear la idea pretendida, así: “…retozan con sus parejas a plena luz del día”. Es necesario este complemento, porque el verbo tratado significa también esto: “Dicho de una persona o de un animal: Saltar y corretear alegremente. // Dicho de una emoción: Avivarse sin llegar a aflorar por completo”, acepción esta última que tiene esta frase de El Quijote: “…a ellos les retozaba la cólera y la risa en el cuerpo” (II-XXXII). ***

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