26 de septiembre de 2025

Miguel Uribe

9 de julio de 2025
Por Germán Cardona Gutiérrez
Por Germán Cardona Gutiérrez
9 de julio de 2025

Los colombianos llevamos un mes atentos a la evolución de la salud de Miguel Uribe Turbay.
Confieso que hasta hace poco, Miguel no estaba entre los nombres que consideraba como opción para la Presidencia de Colombia entre 2026 y 2030. Aunque conocía su trayectoria y su participación activa en la Alcaldía de Bogotá y el Congreso de la República, no lo veía como alguien que pudiera encarnar el tipo de liderazgo que el país necesita con urgencia. Pero, como suele ocurrir, en la adversidad es donde mejor se revela la verdadera dimensión de nuestros dirigentes.

Tras el lamentable atentado del que fue víctima, decidí detenerme a observar con más atención las entrevistas y declaraciones que había hecho en los medios de comunicación. Descubrí a un líder con un profundo conocimiento del país, con una visión moderna del Estado y una templanza poco común. Un joven que habla con seriedad, sin estridencias ni populismo, que defiende sus ideas con firmeza y que propone desde la razón y no desde la rabia.

Miguel representa eso que tanto necesitamos: inteligencia, sensatez, institucionalidad. Un liderazgo que no divida, sino que busque unir; que no se alimente del conflicto, sino del consenso; que no recurra al insulto, sino al argumento. Y en un país saturado de polarización, eso es un valor inmenso.

Como millones de colombianos, hoy pido por el milagro de su recuperación. No solo desde la compasión humana, que sobra, sino porque estoy convencido de que figuras como él pueden marcar una diferencia real en el futuro del país. Su juventud, su preparación, su carácter y su visión de país podrían devolvernos la esperanza de que es posible una política distinta: una que construya, una que escuche, una que proponga.

A esto se suma algo que no puede pasarse por alto: su entorno familiar. Una familia unida que ha dado ejemplo de entereza y amor en medio del dolor. Su padre, su esposa María Claudia y su querida hermana María Carolina han sido figuras admirables, que han enfrentado esta dura prueba con serenidad y una capacidad de perdón conmovedora. Ellos, con sus palabras y su ejemplo, han llenado de fortaleza a Colombia.

Y sería injusto no mencionar al excelente equipo médico de la Fundación Santa Fe de Bogotá, encabezado por el doctor Fernando Hakim. Su compromiso, profesionalismo y humanidad nos recuerdan que en Colombia también hay excelencia silenciosa, que actúa con rigor y vocación de servicio, incluso cuando nadie la ve.

Hoy, como muchos colombianos, estoy convencido de que Miguel Uribe Turbay no solo está librando una batalla valiente por su vida, sino que representa una posibilidad de reconciliación y liderazgo para el país. En medio de tantas voces que dividen, él puede ser esa figura que convoque sin gritar, que construya sin destruir, que represente sin excluir.

Los giros inesperados de la vida, a veces dolorosos, también nos obligan a mirar con otros ojos. Y lo que veo hoy es a un colombiano que puede encarnar la esperanza de millones que estamos cansados de los extremos y deseamos un país que avance unido. Sigamos orando y pidiendo la ayuda de Dios para que se dé el milagro de su recuperación, y ojalá los candidatos que estén y estarán en la contienda presidencial de 2026 también entiendan que los colombianos lo que queremos son menos mezquindades y poder vivir en paz en este hermoso país.