Cerveza Michelada
Recientemente, me invitaron a un bar ubicado en la colina de San Antonio, famoso por su producción de cervezas artesanales con marcas muy atractivas como Sultana, Abuela, Tres Cordilleras, Sanantón, entre otras. Lo que captó mi atención fue que, independientemente de la marca, todos los clientes pedían cerveza michelada. Supuse que el lúpulo utilizado en su elaboración la hacía demasiado amarga, y por eso se acostumbra a bañar el borde del vaso con sal y limón, para suavizar su sabor.
Durante la fermentación, se agrega lúpulo para aportar amargor a la cerveza y equilibrar el dulzor de la malta. Fue Hildegarda de Bingen, abadesa del monasterio de Rupertsberg en Alemania en el año 1153, quien primero incorporó lúpulo (Humulus Lupulus) al mosto de cerveza antes de su fermentación. Sus descubrimientos, documentados en escritos, transformaron la elaboración de la cerveza, permitiendo su almacenamiento por mucho más tiempo. Este avance le valió ser canonizada y considerada la santa patrona de la cerveza.
Históricamente, la cerveza fue desarrollada por las mujeres de los antiguos pueblos elamitas y sumerios. Las evidencias más antiguas de producción de cerveza datan del IV milenio a.C. y fueron halladas en Godin Tepe, en el antiguo Elam (actual Irán), hace más de siete mil años. La evidencia más temprana es una tablilla que muestra a varias personas bebiendo cerveza de un mismo recipiente de barro.
La historia de la michelada comienza con un miembro del club deportivo Potosino de San Luis, llamado Michael Ésper. Él tenía la costumbre de preparar su cerveza con limón, sal y hielo. En 1975, después de una noche de fiesta, Ésper se presentó por la mañana para jugar un partido de tenis en el club. Al terminar, agotado y sediento, se acercó al bar y pidió una “chabela”, la copa más grande disponible, y mezcló los ingredientes que encontró: hielo, limón, sal y una salsa picante conocida como San Luis.
Con el tiempo, esta inusual preparación se hizo conocida y gradualmente ganó popularidad. Otra versión de la historia proviene de Estados Unidos, donde en la década de 1950, a diferencia de Europa y México donde se bebía la cerveza a temperatura ambiente, se comenzó a consumir cerveza fría o refrigerada, conocida como “chilled beers”.