18 de abril de 2024

El Dorado

23 de septiembre de 2022
Por Jairo Londoño Franco
Por Jairo Londoño Franco
23 de septiembre de 2022

Tras conquistar Quito (Ecuador), que se suponía más rica que Cuzco, en Perú, pero no lo era , el conquistador cordobés Sebastián de Belalcázar tuvo noticia de una tierra más al norte llamada Cundinamarca, donde los antiguos reyes muiscas eran cubiertos con oro en polvo a su muerte, para ofrendarlo a los dioses, naciendo allí la actual leyenda de El Dorado. Dice, Juan Rodríguez Freyre: «Desnudaban al heredero del zipa y lo untaban con una liga pegajosa, y lo rociaban con oro en polvo, de manera que iba todo cubierto de este metal. Metíanlo en la balsa, en la cual iba de pie, y a su alrededor depositaban un gran montón de oro y esmeraldas para que ofreciese a su dios». Los incas de Quito, conocedores de la violencia de los españoles, le revivieron el antiguo mito muisca de la laguna de Guatavita, a Belalcázar (Sebastián moyano y Cabrera) con el fin de alejarlo de sus tierras y él se la creyó. Fue la mentira más bien contada y en el momento más oportuno. Pocas veces se habría visto un brillo más codicioso en los ojos de un hombre. No obstante, las promesas de ciudades talladas en oro y cubiertas de esmeraldas no pasaban de ser las mentiras que la población conquistada, contaba para librarse del acoso español. «El Dorado» fue el cuento que cobró más popularidad de todos. En la mayoría de los casos, los españoles conquistadores eran aventureros que habían costeado su viaje con la venta de sus bienes en España. Viajaban al Nuevo Continente con la única ambición de hacerse ricos. El propio Cristóbal Colón, el primero de esta horda de buscadores de oro , menciona en su diario de a bordo 139 veces la palabra oro y tan solo cita 51 veces a Dios. Pocos tenían intención de regresar a España. Francisco Pizarro para convencer a sus hombres que siguieran adelante, entre ellos a Belalcazar, trazó una raya en el suelo de la isla obligandos a decidir, a sus hombres entre seguir o no en la expedición descubridora.»Elegir cruzando la raya, ser pobres en Panamá o ricos en Peru» Tan solo cruzaron la línea trece hombres: los “Trece de la Fama”, o los “Trece caballeros de la isla del Gallo”. En1539, Sebastián de Belalcázar fue el primero en lanzarse a la búsqueda de la mítica ciudad del oro en el valle del río Cauca,. Los planes de Belalcázar eran conquistar aquellas tierras y alcanzar el mar de las Antillas, que se suponía cercano a Quito, para embarcarse directamente rumbo a España con el supuesto botín, sin dar cuenta a Francisco Pizarro , su jefe, el conquistador del Perú. Quiso salirse como efectivamente se salió del territorio concedido a Francisco Pizarro: 270 leguas por la costa del Pacífico y lo que descubriere tierra adentro, Pues si desde Quito, yendo hacia el Oriente, hubiera descubierto el Dorado, este hubiera pertenecido por derecho a la gobernación de Francisco Pizarro. Las informaciones obtenidas de los indígenas, le fueron mostrando un falso camino hacia el supuesto Dorado. Las inexactas y sin duda contradictorias orientaciones sobre ese fantástico paraíso, lo hicieron deambular por valles y serranías de la Cordillera.Tal declaración prueba que la expedición de Belacázar no se inició hacia el Norte en busca de la meseta chibcha, sino al Este o Sureste en busca del dorado, debido a las noticias de “Cundirumarca» (sic) que había recibido del indio de Latacunga en Cotopaxi… que los chibchas, dueños del altiplano, llamaban Cundinamarca a la sabana de Bacatá, incluida una gran extención de los llanos del suroriente, por lo que Belalcázar vagó por ocho meses buscando un paso por la cordillera, que lo llevó hasta el nacimiento del Río Magdalena.

Su Dorado no dejo de ser, en las llanuras, cuando se «encontró» con los españoles de la Gobernación de Santa Marta y los alemanes de Venezuela
Allí se toparon tres conquistadores que estuvieron a punto de irse a las armas para dirimir sus derechos sobre el territorio: Jiménez de Quesada fue el primero. Llegó, varios meses antes del 6 de agosto de 1538, con menos de 160 sobrevivientes y una jauría de perros adiestrados para destrozar los testículos y la yugular de los indios. Se dedicó a buscar oro, asesinar y someter a cuanto cacique se le atravesara Gonzalo Jiménez de Quesada era un mediocre abogado que no sabía fundar ciudades y no gustaba de las mujeres.

De manera simultánea, a fines de 1538, arriban Sebastián de Benalcázar y Nicolás de Federmán. El primero venía del Perú, huyendo de su jefe Francisco Pizarro, conquistador de los incas, a quien había traicionado. De niño fue cuidador de cerdos en España, y por matar a palos el jumento que cargaba la lavaza debió huir a América, pues era una deuda muy grande para un infeliz como él. Federmán era un contabilista metido a conquistador, contratado por la Casa Welser, empresa prestamista que recibió a Venezuela como regalo por facilitarle dinero al emperador Carlos V, para comprar la corona de Alemania, que le era disputada por Enrique VIII de Inglaterra y Francisco I de Francia. No sabía utilizar una espada y era ridículo verlo colocarse su escudo para defenderse. Tan cruel como los dos anteriores. No dudó en despedazar a espadazos a un indígena que ató a un árbol, por creer que los llevaba por el camino equivocado. Al saber de su llegada, Jiménez le envió emisarios y lo hizo acampar en Pasca.
Belalcazar sabia que en la sabana del altiplano no estaba su Dorado,el Dorado que buscaba, no era ni fue jamás el de Guatavita; La oposición de Jiménez de Quesada lo obligaron a viajar con él y Federmán a pedir la tierra descubierta al Rey.

Y otra vez los chibchas retomando la falsa visión de Belalcázar, volvieron a engañar al trío de conquistadores, señalando el Dorado, en un gran lago de la Ciudad de Manoa (actualmente en el estado brasileño de Roraima). «Un valle inundado, rodeado por altas montañas, ubicado entre las cuencas de los ríos Orinoco y Amazonas. La mítica Manoa, no era un ciudad donde el oro abundaba y se utilizaba para diversas cosas, como por ejemplo, para la fabricación de armaduras y escudos de guerra. Incluso el rey de esta ciudad, solía organizar fiestas donde todos se desnudaban para ungirse con un bálsamo blanco llamado «curcai», tras lo cual unos criados del rey soplaban polvo de oro a través de unas cañas hasta que se lograba cubrir la totalidad del cuerpo».

Hecho que se plasmó en los mapas, utilizados por los aventureros en los años posteriores. El siguiente buscador del tesoro fue Francisco de Orellana, descubridor del río Amazonas y las damás guerreras del mismo nombre. Le siguió Pedro de Ursua, murió asesinado por un subalterno en el río Marañón. Lope de Aguirre, apodado el Loco pinto, el Tirano o el Peregrino, protagonizó un episodio de cruentos asesinatos selectivos para erigirse en líder de una expedición en la búsqueda de El Dorado y a su vez, acaudilló una rebelión contra la monarquía española, circunstancia por la que fue asesinado en Barquisimeto.

Simón Bolívar dejó escrito «la rebelión de Lope de Aguirre fue la primera declaración de independencia de una región de América». El Dorado sigue vigente, aún lo estamos buscando. :. (Biblioteca Nacional de Colombia) i Saludos Jairoache