25 de abril de 2024

El Centro: a ponerse las pilas

25 de octubre de 2021
Por Humberto de la Calle
Por Humberto de la Calle
25 de octubre de 2021

Encuesta reciente dice mucho pero no dice nada. Petro al lado de unos enanitos. Es cierto que es significativo que Petro haya remontado el bajonazo del paro que le atribuyeron con razón o sin ella. Pero el tumulto de candidatos no petristas no llegará en su totalidad a la primera vuelta. El escenario de la encuesta, pues, es ficticio.

Hasta ahora la estrategia de Gustavo ha sido la de galvanizar, asustar, azuzar, infundir miedo a unos y esperanza a los desarrapados. Es una hoja de ruta obvia. Tiene que recoger la insatisfacción para enfrentar al uribismo y demás movimientos pro sistema. De paso ha arrasado con los sectores de izquierda que le podrían ser afines. Juego arriesgado pero que posee cierta lógica. Cree que no se necesitaron varios davides conjugados para derrotar a Goliat. Suélteme mi hermano que aquí voy solito. Solito pierdo o solito mando. Su gran problema (que es posterior claro está) es que para segunda vuelta tendrá que cambiar de diseño. En primera vuelta se vota por amor y en segunda por odio o temor. Hasta ahora el Pacto Histórico solo recoge un sector de la sociedad. Para ganar tiene que abrir el compás y presentar una postura más nacional. Su némesis es que si lo hace pronto, pierde adeptos. Arruina el fuego de su campaña. Y si lo hace después de mayo, puede ya ser tarde para ser creíble.

Por el lado de la derecha, aunque Uribe ha sido severamente magullado, sigue convocando con su eterno instrumento: el miedo. De niños, nos decían que si no nos comportábamos, venía la patasola. Uribe es tan sencillo y predecible como un juego infantil. Pero no está solo. El partido ultra español Vox, anda organizando un frente anticomunista en Latinoamérica. Ahí se sumó Pastrana que de ser un líder conciliador, se ha ido llenado de rabias inexplicables; todo le ha sido dado. También dicen que Duque. Y, de paso, qué tristeza, Vargas Llosa. Aquel que en Tiempos Recios nos enseñó que si Jacobo Arbenz no hubiese sido derrocado por los gringos, su visión progresista e igualitaria habría cambiado nuestros destinos. Su defenestración los convirtió en los destinitos fatales del inolvidable Andrés Caicedo. El problema no es que exista el conservadurismo. El problema es que en estos andurriales es un disfraz para mantener un esquema de servidumbre y silencio. Aquí no ha habido capitalismo sino simple mercantilismo. El problema es que vienen empeñados en construir la república del miedo.

Y, por fin, el Centro, nadando en una penumbra de indefiniciones. La primera, intentar definirse como terreno residual de los demás. Cuando uno, en la política, en la vida, en el amor, se define por lo que no es, está perdido. El Centro es la fuerza moldeadora durante siglos de la civilización occidental. Su lenguaje debería ser no la mirada del reverso, sino un sólido anverso: la única fuerza capaz de hablar de las realidades lacerantes por fuera del miedo, la vituperación y el fanatismo.

No caigo en la trampa de afirmar que el problema del Centro proviene de una acumulación de vanidades. No nos metamos mentiras. Sin una dosis de ego nadie se metería en esa piscina de pirañas que es la política. Respeto las distintas candidaturas. Pero este es el momento de la táctica. Hay que escoger un candidato. El 23 de marzo puede ser tarde. Que se pongan serios. Que entiendan que estamos de afán.