Miopía selectiva
No es que seamos ingenuos doctor Uribe. Claro que hay fuerzas radicales en Colombia, algunas de ellas ilegales. No faltan quienes pretenden desde la salida del Presidente hasta el cambio de régimen político. También es verdad que la población ha padecido excesos y que la fuerza pública ha sido victimizada.
Pero usted y su partido padecen de miopía selectiva. Porque refugiarse en ese hecho para ocultar, por un lado, el volumen inédito de la protesta y su persistencia inusual, así como la respuesta ilegal y desproporcionada de agentes del estado, es un acto de negación que solo puede ser producto del síndrome del avestruz. Pero este animalito esconde la cabeza solo por instinto. En cambio, el CD lo hace con un propósito interesado: cerrar el paso al clamor ciudadano para mantener la actual configuración de un régimen político inequitativo. No se equivoquen. No buscamos implantar el castrochavismo. Estamos alejados de manera irrevocable del socialismo del siglo 21. Pero la insatisfacción ahora tiene características de indignación, y la manera de afrontar esto no es la miopía amaestrada. La incapacidad de afrontar la realidad actual adquiere también características preocupantes. Ya es letanía autista regresar al slogan apasionado de que todo es culpa del acuerdo con las FARC. ¿Imaginan esta situación si, además, la guerrilla más poderosa estuviera todavía combatiendo? Es un protuberante sofisma decir que si los militares no fuesen juzgados por la JEP, el paro no habría estallado. No señor ex presidente: el honor de las fuerzas armadas no está en cabeza de quienes cometieron actos tan salvajes como los de la guerrilla. Ese honor reposa en el heroísmo de soldados y policías que han cumplido la ley.
Su alegato tiene bases deleznables. Muchísimos puntos del Pliego están contemplados en el Acuerdo del Colón y no se han desarrollado: desde el mecanismo de protección a los firmantes, la regulación de la protesta pacífica, la cuestión agraria, los cultivos ilícitos, la participación democrática y, como correa articuladora, la reforma política que duerme el sueño de los justos.
Invito al Centro Democrático a mirar la encuesta con jóvenes del Centro Nacional de Consultoría. El 12% de esperanza contrasta de manera brutal con el 78% de incertidumbre, frustración, miedo y rabia. 34% piden respeto y 30% empatía. Y, quiérase o no, el 72% piensa que el resultado del paro va a ser positivo.
Yo entiendo que el gobierno debe responder a este desafío enorme. Y sé que el imperio del orden es necesario. Pero eso no se logra diciendo que hay un complot de Venezuela, Rusia, China y las disidencias de las FARC. O que es una conjura de medios internacionales.
Es muy triste que los colombianos ahora tengamos que sobrellevar de nuevo el estigma de país paria. Casi que la unanimidad exterior en la condena de los abusos debería sugerir que algo hay podrido entre nosotros. Digamos, cierto, que hay varias podredumbres. Pero la obligación del gobernante es distinguir entre los pacíficos protestantes y los gestores de la violencia. Y a éstos, enfrentarlos dentro de los linderos del estado de derecho. De lo contrario, ¿cuál es la diferencia entre gobernantes y vándalos?
Coda: Se nos vino Chávez. En Pereira voceros del CD piden chantajear a los medios con la pauta. A Venezuela se llega también por la derecha.