La última Feria de Don Ramón
‘El Insobornable’ ha determinado que la quincuagésima quinta versión que se dará entre el 3 y el 9 de enero próximo será la última Feria de Manizales a la que asistirá por razones físicas. No le falló en ningún enero a la ciudad que lo ha acogido en las 54 ediciones anteriores. En la del epílogo estará como espectador, en el tendido de sombra, en la plaza de la que fue amo y señor de la sintonía durante cinco décadas. Sus querencias comenzaron en su juventud cuando conoció la recordada placita de “El Soldado”, en el Batallón Ayacucho, donde hicieron la primaria con el capote y la muleta los maestros Cáceres y Rincón.
La otra resolución, que ratificó al superar un síncope, en la Clínica El Rosario: Al morir, desea de todo corazón que sus cenizas reposen en la cripta de la Catedral Basílica manizaleña en la que descansan en paz amigos tan entrañables como el torero Pepe Cáceres y el ganadero Ernesto Gutiérrez Arango.
A Don Ramón se le adelantaron en la partida hombres del toro como Hernán Restrepo Duque, Pepe Bermejo de la Fuente, Roberto Cardona Arias, Oscar Hoyos Botero, Rogelio Vieira Puerta, Gabriel Pineda González, Jorge Franco Vélez, “Rozeta”; Manuel Piquero Pérez, “Picas”; Gilberto Villegas Velásquez, “Givive”; Ignacio Escobar Uribe, Pepe Valencia, Eduardo de Vengochea Baraya, Vicente Gallego Blanco, Jaime Arango Vélez, Nazario Restrepo Cadavid, Gabriel Upegui Sánchez, Gustavo Castaño Abad, Mario Humberto Gómez Upegui y los hermanos Hernán y César Jaramillo, entre otros.
Basándose en sus conocimientos publicitarios, produjo en la radio tres frases que se quedaron grabadas en la historia del tradicional certamen anual: “Manizales, la ciudad que hizo las ferias en América”… “Escuchan el pasodoble Feria de Manizales, el himno taurino de Colombia”… “Bienvenidos a Manizales, la Sevilla de América”…
Aunque cerró para siempre su micrófono en febrero de 2007, en La Macarena, de Medellín, y ha pasado el último año entre consultorios, chequeos intensos, quirófanos y clínicas, haciéndole el quite a las embestidas de la temible Parca, el catedrático taurino no deja de mantenerse actualizado sobre lo que está sucediendo en el ámbito que ha sido su razón de ser.
El colombiano más ducho en el arte de Cúchares le contó al Contraplano que Rincón elevó desmesuradamente de 90 a 150 millones de pesos el valor de cada encierro de su ganadería para las ferias venideras. Y que las máximas figuras del toreo, como El Juli y Ponce, no vendrán a la temporada grande, en Colombia, porque cobran la friolera de 150.000 euros cada uno, por corrida, suma que no se ajusta a los presupuestos de las empresas criollas que se le miden a la organización del espectáculo.
Cuando se cortó la coleta radial, Ospina Marulanda dijo en tono premonitorio: “Quiero dejar huella. No ponerme a esperar que las condiciones físicas me fallen y que la gente, en vez de escucharme con el entusiasmo y el afecto de costumbre, se conduela, en caso de verme en condiciones de inferioridad ante el paso inexorable del tiempo. He decidido retirarme estando arriba, en pleno uso de mis facultades mentales”.
El nueve de enero, cuando se cumpla el arrastre del último toro de la temporada 2011, en la arena de la Monumental Plaza del Barrio La Castellana, caerá definitivamente el telón para don Ramón como fiel enamorado de la Feria que él ha querido, promovido y defendido con particular vehemencia durante más de media centuria.
La apostilla: Los abuelos del futuro les contarán a sus nietos que en el pasado hubo un narrador carismático, sencillo y bueno que les enseñó a varias generaciones de colombianos a “ver” las corridas de toros a través de la radio.