5 de octubre de 2024

Nombres epicenos; stríngere, verbo latino; calidoso; cuando

15 de julio de 2010
15 de julio de 2010

Según don Rafael Arango Villegas, ésta fue la forma como Adán le pidió al Creador que le diera su media naranja: “-Pues era que yo le iba a decir que… que me diera a mí también una compañerita. Ya ve que el tigre tiene su tigra, el hipopótamo su hipopótama, el rinoceronte su rinoceronta, el mamut su mamuta, y hasta el pisco tiene su ‘pisca’. El único que está aquí varado soy yo…” (“Cómo narraba la Historia Sagrada el maestro Feliciano Ríos”). Y un titular de la Patria Chica reza: “La próxima vampira” (VI-13-10). En estas dos citas hay unos cuantos sustantivos ‘epicenos’, a saber, los “pertenecientes a la clase de los animados que, con un solo género gramatical, puede designar seres de uno u otro sexo” (El Diccionario). En el texto de don Rafael hay tres: Hipopótamo, rinoceronte y mamut, cuyo femenino se forma añadiendo al nombre la palabra ‘hembra’: ‘Rinoceronte hembra’, etc. El femenino de ‘tigre’ es ‘tigresa’, inaceptable para don Rufino: “Como quiera que sea, más valdría acudir a nuestro pueblo para escribir ‘tigra’, que copiar a los franceses diciendo ‘tigresa’, como lo hizo Campoamor” (Apuntaciones, 214). Para este ilustre gramático, debe decirse “el tigre, la tigre, como el joven, la joven” (Ibídem). Sea como fuere, hoy en día se admiten las dos formas del femenino: tigresa y tigra. A don Rafael se le pueden admitir estos disparates (“hipopótama, rinoceronta y mamuta”), porque su estilo es costumbrista.  El femenino de ‘vampiro’ (“murciélago hematófago de América del Sur”) es ‘vampiro hembra’. Sin embargo, hoy hay que tener en cuenta lo que de tal vocablo anota el “Diccionario panhispánico de dudas”, de la Academia: “Voz de origen húngaro, introducida en español a través del francés, que significa ‘criatura legendaria que, una vez muerta, sale por la noche de su tumba para chupar la sangre de las personas dormidas’. Con este significado, su femenino es ‘vampira’ ”, doctrina que confirma la “Nueva gramática de la lengua española” (2.3j), y que hace quedar bien a la Patria Chica. Es conveniente anotar que el femenino ‘vampiresa’ se usa únicamente para designar a la ‘mujer fatal’, aquella “de atractivo irresistible cuyo poder de seducción acarrea la destrucción de aquellos a quienes seduce” (Ibídem). Ignoro aún qué dicen de esto las feministas.**

La siguiente aserción fue, sin lugar a dudas, un descuido del doctor Luis E. García: “…del inglés, la física y el griego. En esta lengua madre stríngere significa provocar tensión…”  (Papel Salmón, Precisión Conceptual, VI-27-10). Se refería el doctor García al ‘estrés’ (del inglés ‘stress’), “tensión provocada  por situaciones agobiantes que originan reacciones psicosomáticas o trastornos  psicológicos a veces graves”. Ese verbo, stríngere,  es tan latino como colombiana la bandeja paisa: “Stringebant magnos vincula parva pedes” (Sus grandes pies estaban oprimidos en reducido calzado”), escribió Ovidio. Según los que saben, Agustín Blánquez Fraile entre ellos, aunque de origen oscuro, el verbo latino ‘stríngere’ pertenece a la misma familia del griego ‘straggo’ (que se pronuncia ‘strango’), y significa ‘apretar, comprimir; refrenar, someter; oprimir el corazón; herir, rozar’, etc. De él proceden las palabras ‘estreñir, estreñimiento, estrecho, estrechar, estrechura, restringir, restricción’, etc. Cuando leo estas imprecisiones del doctor Luis Enrique, me sucede lo mismo que a Horacio con Homero: “Indignor quandoque bonus dormitat Homerus” (Me enojo cuando se duerme el buen Homero).**

‘Calidoso’ se escucha con frecuencia en la calle. Y en las transmisiones de los partidos de fútbol, ‘criterioso’. ¡Estos comentaristas deportivos son unas hachas para inventar vocablos, a cual más desgalichado! Esto escribió Mario César Otálvaro: “A esa directiva criteriosa y efectiva que armó ese grupo que dilapidó Osorio” (LA PATRIA, Línea de juego, VI-27-10). El primero –con el sentido de ‘buena gente’- lo usan algunos cacharreros para dirigirse al chofer de la buseta que les permite vender sus cachivaches en ella. Con el segundo, pienso yo, los susodichos comentaristas califican al personaje de turno de ‘razonable, lógico, certero, sensato, sesudo’, etc., según la coyuntura. A pesar de que estos dos adjetivos están bien construidos (la desinencia –oso se les agrega a adjetivos y sustantivos, como en ‘bondad-oso, maldad-oso y estrepit-oso’ para formar nuevos adjetivos), El Diccionario aún no les ha impartido su bendición. Es mejor, entonces, y para no traer al lenguaje a topa tolondro neologismos innecesarios, echar mano de sinónimos, que abundan.**

La semana pasada cité este pasaje de Cervantes: “Calla y ten paciencia, que día vendrá donde veas por vista de ojos cuán honrosa cosa es andar en este ejercicio” (Don Quijote de la Mancha, I, XVIII). Un acucioso lector me llamó para decirme que en esa oración había un gazapo cervantino: el uso del adverbio de lugar ‘donde’ por el de tiempo ‘cuando’. Antiguamente se usaba así, dice el diccionario de María Moliner. Y hoy, se usa como conjunción (el ‘si’ condicional), por ejemplo: “Donde el cliente no llegue con la plata, nos tragó la tierra”. Para que sepa, no más.