28 de marzo de 2024

Balance electoral: un díficil camino para Santos

13 de julio de 2010
13 de julio de 2010

Por: Albeiro Valencia Llano

albeiroDespués del triunfo en primera vuelta el camino estaba despejado para Juan Manuel Santos. El astuto político, con paciencia, relaciones, poder y control sobre los barones electorales, trabajó para asegurar una aplastante victoria. El ajedrecista planteó una excelente partida, con movimientos calculados con cabeza fría: cada jugada estaba dirigida a sumar votos.

Con el primer movimiento, y jugando con las blancas, convocó a construir un proyecto de Unidad Nacional. Sin mucho esfuerzo llegaron el Partido Conservador, Cambio Radical, el PIN y casi todo el Partido Liberal. Los liberales eran los más necesitados, después de 12 años por fuera del pastel burocrático. Se trataba de lograr alianzas con los barones electorales y de alcanzar el favor de los gremios económicos.

En este punto Mockus, quien jugaba con las fichas negras e iba un paso atrás, peleó con todo el mundo: con Noemí, con el Polo, con los liberales, y no supo atraer a los independientes. Antanas, Peñalosa y Lucho Garzón no fueron capaces de pactar un acuerdo programático con el Polo Democrático. El sensible punto de las bases norteamericanas rompió el compromiso que estaba bastante avanzado. Al respecto afirmaron que no harían alianzas con nadie.

En una jugada maestra Santos aprovechó los debates. Todos sabemos que su discurso no emociona, no es buen orador y no es encantador de serpientes; pero utilizó cada barranco y oportunidad para decir lo que la gente quería oír. Al mismo tiempo fue cuidadoso para echarle tierra a los falsos positivos, a las “chuzadas” del DAS y a todo lo que pudiera oscurecer su campaña.

Mientras tanto Mockus planteaba un discurso ambiguo, confuso. En algunos debates exponía ideas brillantes, como cuando manifestó la importancia de un país sin ejército, como Costa Rica. Pero luego llegaba la duda que le sembraban sus asesores y daba marcha atrás. Sin embargo logró cristalizar unas consignas que dejaron huella: “no todo vale”, “la vida de los demás y la vida propia son sagradas” y “podemos alcanzar los resultados buscados sin sacrificar los principios”.

Pero cometió serios errores que le hicieron perder votos: la defensa de las bases norteamericanas, el rechazo a toda forma de acuerdo humanitario y el apoyo a la política de “Seguridad Democrática”. Al mismo tiempo llegó la campaña sucia contra Mockus: el rumor entró en escena. Hasta aquí vemos un partido que no entendió las causas del surgimiento de la Ola Verde. Y, para rematar, el accidente de Sergio Fajardo le quitó ritmo al equipo de campaña.

En otros movimientos de la partida de ajedrez Santos utilizó la imagen de Uribe, sus puntos positivos, tomó distancia de los aspectos negativos, los ocultó, e hizo innumerables manifestaciones públicas de lealtad y fidelidad hacia el Presidente. Por último, estaba la maquinaria y sobre este tema los barones electorales son unos maestros. Así, Santos,  ganó la partida sin despeinarse.

Amanecerá y veremos

Santos heredó un gobierno y un estilo de administración con muchos problemas, pues se raja en empleo, salud, infraestructura, derechos humanos, deterioro institucional, déficit fiscal, corrupción, concentración de la tierra, desplazamientos y escándalos. Seguirán las políticas del modelo de Seguridad Democrática; se profundizará la ofensiva contra los grupos guerrilleros y no habrá negociación política con la insurgencia.

No será fácil ser buen presidente, porque hereda muchas taras y él hace parte de esta cola. Cree que el mejor gobierno de la historia de Colombia es el que está culminando y eso significa que seguirá la misma orientación: quiere avanzar tras las huellas de Uribe. Olvida que la raíz de la guerra en Colombia está en el gamonalismo, en las mafias, en el narco paramilitarismo, en la concentración de la propiedad, en el latifundio parasitario, en las nuevas políticas para el campo, en la contrarreforma agraria, en la lucha por la tierra,  en los desplazamientos de los campesinos,  (causados por los nuevos señores de la tierra) y en la desprotección de los indígenas y de los afrocolombianos.

Santos tendrá serios problemas para gobernar porque, aunque controla las mayorías en el Congreso, el clientelismo le pasará cuenta de cobro. Sus aliados quieren conservar y aumentar  las cuotas, desean repartirse el ponqué burocrático y no hay cama para tanta gente. Y aquí saltan varias preguntas: ¿Tiene garantizada la gobernabilidad, más allá de los intereses del clientelismo? ¿Podrá el país salir de la polarización política? ¿Cómo serán las relaciones con los países vecinos? ¡Amanecerá y veremos!

La era pos uribista

Dice el periodista Daniel Samper que “Si Uribe es complicadito como gobernante, como ex presidente será inmanejable… Lo regañará en público, le exigirá complicidades en privado, le pasará cuentas de cobro y hasta querrá censurarle los amigos, como acaba de ocurrir con la adhesión de Gaviria, que tanto lo irritó” (El Tiempo, junio 20 de 2010).

Será difícil que el presidente Uribe se aleje del poder. Él dijo que seguirá combatiendo desde cualquier trinchera y ese punto se llama juego político. No podemos olvidar que la inmensa mayoría de los congresistas que asumirán a partir del 20 de julio, son afines a Uribe. Pero es posible que las alianzas que logró Santos, en su proyecto de Unidad Nacional, le ayuden para evitar que Uribe, como ex presidente,  le rompa la gobernabilidad.

Además, Santos logró nueve millones de votos, muchos más que Uribe en 2006. Esto le puede ayudar a ponerle “tate quieto”, después del 7 de agosto. Pero no será fácil; al respecto dijo Omar Yepes Alzate que “Uribe seguirá dando guerra”.

Y llegarán tiempos difíciles: el unanimismo que se respira atenta contra la construcción de un ambiente más democrático: con tanto poder Juan Manuel Santos podría desconocer a sus contradictores. Previendo las cosas le dijo el ex presidente César Gaviria, en su carta de adhesión: “Ojalá recoja el sentimiento de la ola verde a propósito de la transparencia, lucha contra la corrupción, depuración de las costumbres políticas y respeto por nuestro ordenamiento jurídico”.

Si el ambiente se complica la verdadera oposición al presidente Santos no vendrá de los congresistas del Partido Verde, sino del Polo Democrático y de algunos congresistas del Partido Liberal. El Polo, con ocho senadores y cinco representantes a la Cámara, se quedó casi sólo en la difícil tarea de hacer oposición.

Futuro del Partido Verde

Dijo Antanas Mockus, el 20 de junio, que los verdes actuarán como un movimiento independiente y afirmó: “Esta historia apenas comienza”. En realidad ese día lograron tres y medio millones de votos, un inmenso capital para un partido que apenas comienza. Hicieron mucho con lo que tenían, a pesar de los propios errores y de la habilidad del equipo de Juan Manuel Santos, como anota Sergio Fajardo.

¿Cuál es el futuro? El Partido Verde se consolidó como la segunda fuerza política del país y tendrá futuro si sus líderes son capaces de conformar un equipo para participar, con el mismo entusiasmo, en las próximas elecciones regionales. Para ello se necesita organización e ingeniería electoral. Sólo así se logrará que la gente siga firme alrededor de los mensajes y del programa.