Adherir, interméstico, pleonasmo, estelarizar
Cuando mi entendimiento empezaba a percibir ciertas nociones, y mi memoria a guardarlas, hace ya de ello 13 larguísimos lustros, un profesor me enseñó que no se decía “adherirse a alguien” sino “adherir”. Algo semejante pudo ser la razón por la cual a la señora Isabel Jaramillo Gaviria le pareció errada esta oración de LA PATRIA: “Sectores de tres partidos se adhieren a Santos” (General, V-25-10). O mi memoria me fue infiel, o el profesor se equivocó. Si esto último, su equivocación fue lógica, porque, considerado físicamente, el verbo ‘adherirse’ (pronominal) significa “pegarse a algo”, como los organismos parásitos (vegetales o animales) que ‘se adhieren’ a otros de distinta especie, para alimentarse de ellos. Sin embargo, la frase del renovado diario manizaleño es legítima. En efecto, este verbo es transitivo, verbigracia, “adherir el sello a una carta”; e intransitivo, como en el ejemplo arriba citado de los parásitos; y en este otro: “La comunidad indígena adhirió o se adhirió a las enseñanzas de la Iglesia Católica”. La institución rectora del idioma enseña que puede emplearse de estos dos modos, lección que don Rufino J. Cuervo presenta en su monumental Diccionario Crítico, para sustentar la cual propone estos ejemplos: “Muchos se adherían a Napoleón, como representante de la revolución, en su dictadura, ya consular, ya imperial” (A. Galiano, Recuerdos); “Advertía su majestad al duque de Feria de que adhería a este deseo del Papa” (Coloma, Guerras de los Estados, R 28, 7). En otra de sus obras (Apuntaciones Críticas, 347) dice: “Es indiferente ‘adherirse a una idea’ o ‘adherir’ ” (Rufino J. Cuervo). El criterio y el gusto del escritor decidirán de cuál de las dos formas echar mano.**
¿Sabe usted, señor, qué significa ‘interméstico? -¿No? –Pues, yo tampoco. No obstante, trataré de interpretar el disparate. Esto es que el señor Sergio Muñoz Bata, reconocido periodista internacional, dedicó su columna de El Tiempo (VI-1-10) a la inmigración, morrocotudo problema que enfrenta el Presidente de Estados Unidos, y del que dice que es “Un tema que tiene (…) un marcado carácter internacional o ‘interméstico’ ”. Si desarmamos el terminacho, veremos que se compone de la raíz ‘inter’ (que no se refiere al Inter de Milán) y de la desinencia ‘méstico’, que nada significa, a no ser que se trate del adjetivo ‘méstico’ (del arcaico ‘mesticia’ = tristeza. Cicerón hablaba de la “maestitia orationis” = tristeza del estilo). En serio: Leído todo el escrito, deduje que él quiso expresar con ese acrónimo absurdo que el susodicho problema es no sólo internacional sino también doméstico. ¿Por qué, entonces, no lo dijo así? ¿Lo sabremos algún día? ¡Lo dudo! Esto, por supuesto, si adiviné. **
El señor Santiago Díaz Piedrahíta escribió: “Sabio quiere decir el que administra bien sus bienes. Caldas murió en la ruina”. Por esto, según él, Caldas no merecía el calificativo de ‘sabio’. Glosé esas palabras de la siguiente manera: “…se puede afirmar de dicha aserción no sólo que no tiene importancia alguna…”. En carta al Correo Abierto de LA PATRIA (V-29-10), Rigoberto Escudero Osorio dice: “La palabra aserción está utilizada de manera inadecuada en este contexto (…) la palabra correcta es acepción…”. No, señor, no es ésta la adecuada, sino aquélla, porque califiqué de disparate la aseveración (aserto o afirmación) que hizo el señor Díaz, en otras palabras, sus palabras. De la ‘acepción’ del adjetivo ‘sabio’ me ocupé más adelante. Sigue el señor Escudero: “De paso, si se usa el vocablo aserción se configura un pleonasmo, porque es el equivalente de (…) afirmación y, entonces, quedaría: “Sin embargo, se puede afirmar de dicha afirmación (…), que suena horrible”. Ni siquiera expresada en esta forma ‘horrible’, la frase es pleonástica, porque ninguna de las palabras que la componen es redundante. El pleonasmo, señor, como figura retórica, consiste en el empleo de palabras redundantes, vale decir, que sobran, que no se necesitan para lo que se quiere expresar, pero que le dan un mayor brío a la oración, como se puede apreciar en esta afamada muestra del capítulo XLVII de la segunda parte de Don Quijote de la Mancha: “…pero tiene una condición de un ángel, y si no es que se aporrea y se da de puñadas él mesmo a sí mesmo, fuera un bendito”. O este otro, ejemplo clásico de pleonasmo, figura retórica: “Lo vi con mis propios ojos”. Hay, sí, pleonasmos que deben ser repudiados, como el muy conocido “uñero en la uña”. Esta vez, pues, don Rigoberto, el cazador sí cobró la pieza.**
“El canal de televisión TCM proyectará algunos filmes estelarizados por Clint Eastwood” ¿‘Estelarizar’? Podría decirse también ‘estrellarizar’, porque ‘estela’ y ‘estrella’, como Chana y Sebastiana, son la misma cosa. El primero, ‘estelarizar’, no es otra cosa que la traducción chueca del giro verbal inglés ‘to star in’, que significa “ser protagonista, protagonizar”. Sinónimos de protagonista son ‘héroe (heroína), personaje principal, estrella, figura’, y, en las películas de vaqueros, ‘el guapo’. Por esto, el redactor de El Tiempo (Cultura & Gente, VI-28-10) debió construir la frase así: “…algunos filmes protagonizados por Clint Eastwood”; o “…filmes en los cuales este actor fue la estrella”. Lo demás es esnobismo.