19 de enero de 2025

Referendo inexequible

18 de marzo de 2010
18 de marzo de 2010

Lo primero que uno debe argumentar sobre este tema es que la Corte Constitucional interpretó fielmente el espíritu de la Constitución de 1991. ¿Por qué razón? Simplemente porque con este fallo se cierra la posibilidad de que cualquier Jefe de Estado quiera perpetuarse en el poder. En una democracia participativa como la nuestra, debe respetarse la renovación de la clase política, no cerrándole la puerta a nuevos liderazgos. Un mandatario que se atornille a la silla presidencial le cierra el paso a las nuevas generaciones. Está bien que se permita la reelección por una sola vez. Eso es saludable si el presidente ha logrado elevar los índices de productividad, como es el caso de Alvaro Uribe Vélez. 

Lo que una democracia no puede permitir es la perpetuación de un hombre en el poder. Se debe tener claro que los caudillismos no conducen a consolidar las instituciones. Al contrario, las debilita. Hay que decirlo: el caso de Alvaro Uribe Vélez es único en los últimos cien años. Por esta razón los colombianos le abrimos las puertas para un nuevo mandato. Pero hasta ahí, está bien. Aspirar a un tercer período presidencial es sentirse ya un Mesías, la única persona capaz de solucionar los problemas de Colombia. De haber sido aprobado el referendo el país habría podido caer en un régimen autoritario, o en una dictadura. De eso, ¡líbranos Señor!

El argumento más sólido para no aceptar la reelección presidencial por tercera vez es el referente a los pesos y contrapesos del poder. Se pierde totalmente la independencia en los órganos públicos cuando los funcionarios pertenecen todos a la misma cuerda del Primer Mandatario. Un Fiscal General de la Nación o un Procurador General provenientes de la misma entraña del régimen no les garantiza a los ciudadanos un ejercicio independiente de sus funciones. Por el contrario, sus fallos estarán supeditados a los deseos del Supremo, tratarán de no reñir con las políticas oficiales, se acomodarán a los intereses de quien detenta el poder. Como ocurre en Venezuela. 

Nadie que tenga cinco dedos de frente puede negar que Alvaro Uribe Vélez pasará a la historia como uno de los mejores mandatarios que ha tenido Colombia. Su propuesta en la primera campaña presidencial en el sentido de combatir a los grupos guerrilleros lo catapultó como el único candidato capaz de detener su avance. Ese fue el factor determinante de su triunfo en las elecciones del 2002. Los colombianos no aguantábamos más los ataques de un grupo guerrillero que quería destruir el país. Y como necesitábamos una mano fuerte que detuviera su avanzada, encontramos en Alvaro Uribe Vélez un líder que interpretaba ese clamor nacional de someter a quienes amenazaban las instituciones. Uribe ya le cumplió al país.

Con el fallo de la Corte Constitucional ganó la democracia colombiana. Los vicios de forma y fondo que encontró el magistrado ponente, tanto en el proceso de aprobación como en la financiación del proyecto de referendo, no podían dejarse pasar por alto. Sobre todo porque Colombia iba a quedar ante la comunidad internacional como una república banana. Obnubilado por el poder, un demócrata como Alvaro Uribe Vélez podía convertirse en un autócrata. Y a esa posibilidad había que cerrarle las puertas. Con dos mandatos seguidos nuestro presidente sale por la puerta grande para ganarse un lugar privilegiado en la historia de Colombia.   Lo que no ocurriría con un tercer mandato.