Atisbos desde el refugio
Allí se destacaron las señaladas calidades de Toro Agudelo. Se recordó al profesor de las universidades de Antioquia y de Medellín, como expositor académico de economía. Se leyeron apartes del escrito del ex Presidente Carlos Lleras Restrepo, en el cual rememora su acción parlamentaria, la claridad de sus juicios de estadista y, su precisión, en señalar los postulados doctrinarios del liberalismo. El Presidente relieva el aporte a tesis fundamentales como el programa de Toro Agudelo de 1964, del cual aún se pueden tomar propuestas ideológicas que servirían para ejecutar la justicia social colombiana. Su labor en el Congreso fue de brillo excepcional. Con Guillermo Gaviria, actual Director de EL MUNDO, belígeró con propuestas y tesis acerca de una Reforma Urbana, que modificara las condiciones de la vivienda popular en el país. Sus ponencias acerca de la Reforma Agraria que proponía Juan de la Cruz Varela, demuestra la dimensión de su pensamiento en la materia rural. Lo mismo que sus estudios de la inflación que padecía el país, como consecuencia de dos devaluaciones agresivas: una de la dictadura de Rojas Pinilla y, otra, de la Junta Militar. Sus análisis de materias trascendentales en cuanto al Pacto Andino; la creación de la Junta Monetaria; lo relativo a la intervención del Ejecutivo en el ahorro privado; el establecimiento del Fondo del Ahorro; su participación en los proyectos de lo que llegó a ser la Reforma Constitucional de 1968; en lo concerniente con la creación del Instituto de Bienestar Familiar, revelan a Toro Agudelo como un jurista y, además, profesional con clarìsima concepción de un estado social de derecho, que ha sido parte esencial de la doctrina liberal. Las intervenciones de Toro Agudelo – en el Congreso o como Magistrado del Corte Suprema de Justicia – nos señalan la densidad jurídica con la cual manejaba materias de tanta trascendencia en los juicios.
En los editoriales de “El Diario”, el periódico de tan grata recordación para los amigos y lectores de Emilio Jaramillo, Hernán Toro Agudelo escribió editoriales de gran precisión en las ideas, en la elegancia del lenguaje, en su impulso de combatiente. Recuerdo una página suya acerca de Alejandro López, donde destacaba su pensamiento, uno de los màs dinámicos, en nuestro partido, por su valoración crítica y su hondura social.
Me reemplazó en el Ministerio de Agricultura. Me retiraba por la necesidad de colaborar en la acción del liberalismo en el Departamento de Caldas. Tenía que beligerar para ganar las elecciones, como se logró. Era un momento de especial interés democrático y de defensa del Frente Nacional. Yo había publicado el libro “Reforma Agraria – Colombia Campesina”, en el cual reuní, con especial devoción doctrinaria, la defensa de lo que fue la ley 135 de 1961; su explicación doctrinaria; su sentido de alcance reformador de las estructuras que padecía el campesino colombiano. Al separarme de ese Ministerio, se necesitaba un Jurista de alta sensibilidad social e indiscutible formación en cauces legales. Se iniciaba la reglamentación de ésta ley. Lo hizo Toro Agudelo con un rigor en las normas del derecho, que no pudieron anular con sus litigios las fuerzas económicas y de derecha, que presentaron múltiples demandas.
Allí volvió a primar la gran calidad del maestro en las normas legales. Fue otra consagración de su inteligencia.
En su reportaje para la revista “Acción Liberal”, de 1965, acentuó la vocación izquierdista del liberalismo. Interrogado acerca de las críticas por la participación del partido en el Frente Nacional, contestó con erudita claridad: “Aparte del retorno a la Constitución, que de por sí era inapreciable programa de gobierno, en la primera administración conjunta presidida por Alberto Lleras, el liberalismo jugó, por ese incuestionable poder de iniciativa que ostenta el Ejecutivo, un papel decisivo, que probó su vigor. Es imposible hacer aquí un inventario siquiera aproximado de realizaciones, no limitadas a vías y obras públicas, escuelas, puestos de salud y hospitales, sino que consistieran en trazar y ejecutar una verdadera política para la superación del analfabetismo, la extensión de la seguridad social, la acelerada provisión de servicios públicos y de vivienda popular; en el retorno a la libertad sindical y el tratamiento pacifico de los conflictos laborales; en el desarrollo económico, el fomento de las inversiones, con estabilidad en el costo de vida y elevación de la capacidad adquisitiva de los salarios; en el control de los monopolios, con la Ley 155 de 1959; en la reforma tributaria, que aligera la carga a los menos pudientes y que, con otras medidas impositivas, favorece la redistribución de ingresos; en la reorganización de la administración publica; en la creación de los organismos planificadores; la expedición del primer plan de inversiones públicas y del programa de desarrollo, base e instrumentos para toda intervención reguladora de la economía, factor de progreso; en fin, en el saneamiento general de la economía, la recuperación del crédito externo y la devolución a Colombia de un puesto de liderazgo en la política internacional. Y se remata con la expedición de la ley sobre reforma agraria, pacientemente obtenida, que vuelve a colocarnos en los cauces de las enmiendas constitucionales de 1936, desarrollando su potencia transformadora”.
Este libro de Hernán Toro Agudelo nos pone frente a un ser de amplia y severa formación Jurídica, de cultura general, un combatiente en la izquierda, que siempre ha sido el signo permanente del liberalismo en su lucha humana-social en favor del pueblo colombiano.