Siguen lloviendo los problemas
En un clima de tensiones cualquier incidente puede agudizar el conflicto. Un presidente incendiario es capaz de iniciar la guerra; sólo mandatarios con prestigio, como Lula y Zapatero, podrían ayudar a enfriar el clima bélico entre ambos países.
Pero los problemas en la frontera no han logrado ocultar los gravísimos bochinches internos y el gobierno no sabe como “meterle el diente”. La lluvia de escándalos agudizó la tormenta.
Quitar a los pobres para dar a los ricos
Al gobierno le apareció un chicharrón con varias patas. El debate contra la corrupción en Agro Ingreso Seguro (AIS) mostró la verdadera naturaleza de la política agraria; 10 empresas que aportaron 128 millones para la campaña del referendo reeleccionista, recibieron auxilios de AIS por cinco mil millones de pesos, y 45 empresarios que entregaron a la campaña de Uribe, en 2002, la suma de 549 millones de pesos, fueron beneficiados por la política agraria con 33.500 millones de pesos.
Así se explica por qué en Colombia hay cerca de 21 millones de pobres. Y se entiende por qué un estudio de la CEPAL señala que todos los países de América Latina bajaron la desigualdad, sin embargo Colombia es el único país de la región que la aumentó. También nos ayuda a entender por qué crecen exageradamente las ganancias del sistema financiero, a pesar de la desaceleración de la economía.
Por lo tanto tienen razón los economistas cuando aseguran que el Presidente dedicó sus dos administraciones a la política de seguridad democrática y dejó en el olvido la agenda social. Es un gobierno para los más ricos, y quedó en deuda con los pobres. El escándalo de AIS llenó de indignación a la opinión pública, por la forma como se quiso aplacar la tormenta:
· El 30 de septiembre el Presidente dijo que quienes critican al Estado, por apoyar a los grandes empresarios, se mantienen en “un discurso de los años sesenta”.
· El 8 de octubre el Presidente ordenó recuperar los dineros entregados en forma irregular y siguió defendiendo el programa AIS, como uno de los más valiosos de su administración.
· Para quedar bien con la opinión ordenó publicar la lista de beneficiarios de AIS. De este modo trataba de sostener al ministro de Agricultura, Andrés Fernández.
· El 17 de octubre, en un consejo comunitario, el Presidente le concedió 15 minutos al exministro Andrés Felipe Arias (Uribito) para que explicara las bondades de AIS. De esta forma quería salvar a su candidato favorito.
· Días después, el 28 de octubre, el gobierno informó que los grandes empresarios dejarán de ser beneficiarios del programa AIS.
· Después de la algarabía de las “chuzadas” del DAS se vienen moviendo los hilos para que la Fiscalía no logre desentrañar la verdad.
· Pero posiblemente el escándalo que más daño le ha hecho al gobierno, en los últimos meses, es el de los subsidios de Agro Ingreso Seguro.
De este modo la administración trataba de “quitarse de encima” la tormenta. Había que “culpar a otros”, a los “descarados” que se aprovechan, con engaños, de las bondades del Programa: como Juan Manuel Dávila Jimeno, del Magdalena, quien dividió sus fincas y concentró en su familia subsidios no reembolsables por más de 2.200 millones, en 2008. El Presidente, para cuidar su imagen y aplacar el escándalo, regañó a sus subalternos y anunció que buscaría la devolución del dinero. Pero estas tretas no siempre funcionan y el desgaste va llegando.
Ambiente de guerra
Bastante preocupación viene produciendo en América del Sur el clima bélico creado y alimentado por los presidentes Chávez y Uribe. Desde hace tiempo el mandatario venezolano manifestó su preocupación por el emplazamiento de bases militares en Colombia. Y expresó que Venezuela ampliaría su potencial defensivo debido a que “se estrecha el cerco alrededor del país.
Durante la cumbre de UNASUR varios mandatarios, en especial Chávez y Correa, cuestionaron el acuerdo de cooperación militar entre Colombia y Estados Unidos, porque constituía una cesión de soberanía que al mismo tiempo amenazaba la seguridad del continente. Mientras tanto otros presidentes, como Lula y Bachelet, expresaron sus reservas.
Todos saben que el acuerdo de cooperación militar no acabará con el movimiento guerrillero en Colombia, ni pondrá fin a los cultivos ilícitos, ni a la producción de drogas. Entonces ¿Qué gana Uribe? ¿Por qué enemistarse con la mayoría de los presidentes de América Latina? Seguramente piensa que de este modo estrechará relaciones con Obama, como las tuvo con Bush; o hace méritos para la aprobación del TLC en el Congreso de los Estados Unidos.
La hecatombe está cerca
En el conato de guerra “el lobo muestra las orejas”. Hace unos meses el presidente Uribe dijo con mucho desparpajo que sólo se quedaría otros cuatro años si ocurriera una hecatombe. Pero como las FARC asustan menos y la política de seguridad democrática está devaluada, viene apareciendo la nueva disculpa. La hecatombe corre por cuenta de la frontera: a Chávez y a Uribe les conviene amenazar, provocar y advertir, para mantener la frontera caliente.
Por ello se dice que Venezuela se convirtió en refugio para las FARC y que el narcotráfico utiliza pistas clandestinas; mientras tanto los venezolanos contestan afirmando que la mano de la CIA, actuando desde territorio colombiano, desestabiliza el vecindario de Suramérica y que existen planes de espionaje del DAS, contra Venezuela.
En este ambiente encaja el informe del exdirector de inteligencia del DAS, Carlos Alberto Arzayús, fechado en 2006. En el documento se revela que en las operaciones de espionaje de la policía secreta colombiana, el gobierno venezolano ha sido uno de los principales blancos de los organismos de seguridad del Estado. Hace parte del mismo “cocinado” la masacre de nueve colombianos en el Táchira, acusados de paramilitares. Por todo esto Chávez le dio vida a las milicias y ordenó armar a todo el pueblo. Aunque la guerra fría está caliente ninguno de los presidentes estaría interesado en desatar una guerra convencional, porque ese sería el final para ambos gobiernos.
¡Hay cortinas de humo!