La verdad sobre Gabo en Zipaquirá
Según el ex director de Inravisión y ex presidente de la cadena RCN, el catedrático británico se basó fundamentalmente en el libro del antioqueño Dasso Saldivar “El viaje a la semilla”, (Alfaguara. 1997), que es una buena biografía de Gabo. Apuntó que Dasso tiene algunos errores que Martín repite en “Una vida”.
Expuso que Martin también consultó unos artículos de los periodistas Germán Santamaría y Heriberto Fiorillo sobre García Márquez. Y anotó: “Eso fue todo lo que hizo”. Subrayó que “en cuanto a Berenice Martínez (la primera novia de Gabo, zipaquireña amiga de mi madre), tomó lo que yo escribí, hasta la foto que ella me regaló para mis escritos, pero no dio crédito. Claro está que apenas la nombra”.
Declaró Castro Caycedo: “Es justo decir que a Martin le quedaba difícil investigar lo de Zipaquirá, pero algo podría haber hecho en sus diecisiete años de trabajo, aunque fuera buscar y entrevistar a un compañero de estudio de García Márquez (aún viven 10). Yo alcancé a tomar el testimonio de 16 de ellos, y en total de 79 personas cercanas a Gabo en Zipaquirá. Martin no se tomó el trabajo de entrevistar a una sola; se contentó con fusilar”.
A instancias de Contraplano, el escritor zipaquireño resumió así los errores cometidos por el autor de la biografía garciamarquiana en el segmento del bachillerato gabiano:
-Dice que en Zipaquirá llovía todos los días. No hay tal; era una ciudad nublada en alguna época del año, pero había verano también.
-Transcribe a un tal José Espinosa, y dice que fue compañero de curso de Gabo. Pues resulta que no es cierto, ninguno de sus condiscípulos se acuerda de que haya existido tal joven, ni en el curso, ni en el Liceo Nacional de Varones, que era el mejor colegio de Colombia, por entonces.
– Dice que a García Márquez lo trasladaron a otro dormitorio en 1946 debido a que en el dormitorio grande despertaba a todos con sus pesadillas. Pues el traslado sucedió en 1944 y no en 1946, año en que terminó bachillerato; las pesadillas surgieron en 1943.
– Martin habla de “toscos tejados rojos” en Zipaquirá. Pues no son rojos sino color ladrillo. Y no son toscos; por el contrario, son armónicos y pulidos; si por algo se distinguen las casonas coloniales españolas centenaristas es porque los techados son verdaderas obras de arte. Tejas viejas sí, por el paso inexorable del tiempo, pero estéticamente tejados ordenados, simétricos, perfectos.
– Habla Martin de una “magnífica biblioteca”. No señor; era una pequeña biblioteca, modesta, aunque tenía una buena dotación de libros.
Quedaba en un pequeño salón del segundo piso.
– Afirma que el dormitorio de Gabo estaba en la primera planta. No señor. Los dormitorios quedaban en el segundo piso de la inmensa casona.
– Martin asevera que Gabo se graduó en 1947, (página 180). No señor, se graduó el 6 de diciembre de 1946. En 1947 ya estudiaba derecho en la Universidad Nacional, en Bogotá.
– Habla de ochenta internos, pero los alumnos de esa época dicen que eran unos 100.
– Los estudiantes no se acostaban a las 9 de la noche sino a las 8 y 30 y entonces se disponían a escuchar al profesor de turno que cada noche les leía un capitulo literario.
– Dice que los sábados había clases hasta medio día en el Liceo, lo cual no es cierto. Lo que había el sábado eran conferencias sobre historia de la música, dictadas por el musicólogo Andrés Pardo Tovar, y no terminaban a las 12 del día sino casi a la 1 de la tarde.
– Gabo no fue a donde el presidente Alberto Lleras a solicitar recursos para una visita de estudio a la Costa, sino que por contacto de la tía de un condiscípulo fue con el rector del liceo y con otros dos compañeros, para que Lleras les ayudara a que un avión de la Fuerza Aérea los trajera de Barranquilla, al terminar la excursión de Sexto. Y lo consiguieron. El presidente tenía familiares en Zipaquirá.
La apostilla: En la vida de los escritores unas son de cal y otras de arena. Mientras la biografía de García Márquez, del inglés Martin, se vende como pan, la del colombiano Castro Caycedo, que se circunscribe a la rica parte de la secundaria zipaquireña, no circula todavía porque Planeta exige al autor una autorización de Gabo para publicar los poemas tempraneros y las caricaturas hechas por el Nobel entre 1943 y 1946. Doña Carmen Balcells, la editora de Gabo, dice que no le ve problema al asunto, pero la autorización no llega.