28 de marzo de 2024

Situación energética: para no improvisar

8 de noviembre de 2009
8 de noviembre de 2009

En términos de capacidad, la generación hidráulica del país representa el 63,4 por ciento, mientras la instalación de numerosas centrales térmicas a gas representa más del 20 por ciento del total instalado. - El Tiempo
En términos de capacidad, la generación hidráulica del país representa el 63,4 por ciento, mientras la instalación de numerosas centrales térmicas a gas representa más del 20 por ciento del total instalado. – El Tiempo

Energía

GERMÁN CORREDOR A., DIRECTOR OBSERVATORIO COLOMBIANO DE ENERGÍA CENTRO DE INVESTIGACIONES PARA EL DESARROLLO – CID U. NACIONAL DE COLOMBIA
UnPeriódico

La alta dependencia del recurso hídrico y la baja capacidad de reserva de los embalses que abastecen las centrales hídricas son las causas de que, cada vez que ocurre un fenómeno natural como El Niño, el país empiece a temblar y se piense en racionamiento.

 

Colombia cuenta con abundantes recursos energéticos: petróleo, gas natural, carbón, energía hídrica y vientos, solo para mencionar las fuentes utilizadas en la generación de energía eléctrica que, en términos absolutos, deberían ser suficientes para tener tranquilidad a la hora de evaluar el abastecimiento de este tipo en el país.

Sin embargo, de tanto en tanto, cuando aparece el fenómeno de El Niño, el país empieza a temblar ante la posibilidad de revivir el nada grato racionamiento sufrido hace ya 15 años, pero aún vivo en la memoria de la mayor parte de los ciudadanos.

La razón para que dicha situación se presente está en la alta dependencia del recurso del agua y la baja capacidad de reserva de los embalses que abastecen las centrales hídricas. Este desbalance era mucho mayor en 1992, cuando la generación hidráulica representaba algo más del 80 por ciento del total, mientras hoy, en términos de capacidad, es del 63,4 por ciento (ver cuadro).

Este cambio se ha producido por la instalación de numerosas centrales térmicas a gas, las cuales representan algo más del 20 por ciento del total instalado.

Esta composición del parque de generación debería ser suficiente para superar una situación de hidrología crítica como la que se presenta en las épocas del fenómeno de El Niño.

¿Por qué entonces la preocupación?

En realidad, desde el punto de vista teórico, la escasez de agua debe llevar a la utilización masiva de las plantas térmicas, en razón a que el costo del agua se vuelve más alto que en épocas normales y resulta más económico utilizar plantas térmicas con combustibles como el gas o el carbón, e incluso con diésel u otros combustibles líquidos.

Si el sistema fuera centralizado, los modelos de despacho de plantas indicarían automáticamente lo anterior, es decir, se estarían utilizando las plantas térmicas al 100 por ciento. Sin embargo, eso no es así. El modelo colombiano funciona con mecanismos de mercado basados en ofertas diarias de los generadores hechas libremente.

Aquí se produce la primera preocupación. Lo que dice la teoría económica no se traslada necesariamente a la realidad, debido principalmente a que en épocas de crisis los agentes generadores tratan de maximizar sus rentas, y ese objetivo no necesariamente coincide con el de atender el 100 por ciento de la demanda.

En efecto, muchas empresas son propietarias de plantas térmicas y de plantas hidráulicas. Según algunos analistas, hacer ofertas a precios muy altos para sus plantas térmicas podría resultar más costoso y menor el mercado que lo aprovecharía, en comparación con la generación hidroeléctrica, que tiene costos operativos menores que la térmica. De esta manera, maximizan la renta utilizando un recurso escaso como el agua.

Parece que esta situación se venía presentando y el Gobierno, al percatarse, inició un proceso de intervención del mercado. Se expidió un decreto que obliga a las plantas térmicas de la Costa a generar por condiciones de seguridad, con lo cual se aumenta la generación térmica que permite guardar el agua para la época de mayor verano, que vendrá en los meses de enero, febrero y marzo de 2010.

Pero estas medidas pueden resultar insuficientes. Subyace otro problema que no se ha resuelto y tiende a convertirse en un problema estructural del sector energético: el abastecimiento de gas.

Costo adicional para el consumidor

El sistema de abastecimiento de gas tiene dos componentes: los campos de producción y el sistema de transporte. Ambos deben funcionar correctamente para garantizar que el gas llegue a los usuarios en forma oportuna.

Según cifras oficiales, la capacidad de producción actual es suficiente para atender la demanda de todos los sectores: residencial, industrial, comercial, vehicular y generación térmica. Sin embargo, la capacidad de transporte no alcanza para atender toda la demanda cuando las plantas de generación deben funcionar de manera continua. Y eso es precisamente lo que se requiere en épocas de bajas lluvias. Se produce entonces en la época más crítica un problema adicional: no hay posibilidades de llevar gas a todas las centrales, con lo cual se corre el riesgo de gastar las reservas de agua antes de tiempo.

Este problema se presenta, según los transportadores, debido a que no hay señales económicas que incentiven la expansión del transporte. El esquema regulatorio lleva a que solo se realicen inversiones en nuevos tubos una vez se hayan firmado contratos con consumidores y productores.

Debido a esto, la expansión va rezagada permanentemente frente a la demanda. Pero por otra parte, esta situación de déficit ocurre solo en épocas críticas, cada 5 ó 6 años. Surge entonces la pregunta de si es conveniente hacer una infraestructura para utilizarla cada 5 años y el resto del tiempo tenerla subutilizada. Este dilema, que se había detectado desde el inicio de los planes de masificación del gas, aún no se ha resuelto. Y cualquier salida necesariamente tendrá un costo adicional para los consumidores.

Como la solución al problema del transporte no se dará en el corto plazo, el regulador ha dado señales para que las plantas térmicas puedan utilizar alternativamente combustibles líquidos como el diésel o el fuel oil. Esta respuesta es, por supuesto, más costosa que utilizar el gas natural, y podría ocurrir que la señal de escasez del agua no sea suficiente para que las ofertas de las plantas térmicas con estos combustibles sean despachadas por mérito económico.

Por esta razón, la Comisión de Regulación de Energía y Gas (CREG) ha puesto en discusión una resolución que le pone un límite mínimo a las plantas hidráulicas para que, por debajo de este, no puedan generar. De esta manera, obliga a las plantas térmicas a ser utilizadas y a las plantas hidráulicas a mantener sus reservas.

Ojalá esta medida se adopte oportunamente para dar mayor seguridad al suministro y garantizar que aun con hidrología crítica el país no se vea abocado a suspender el servicio de electricidad.

Por supuesto que el costo de estas medidas no es bajo. El precio de la bolsa de energía ha subido en los dos últimos meses de valores cercanos a los $100 por kW–h a más de $300 por kW–h en algunos días de comienzos de octubre, y este incremento se verá de una manera u otra reflejado en la tarifa en los próximos meses.

La generación térmica ha llegado cerca de los 75 Mw–h (ver cuadro) por día, de un valor máximo de 88 Mw–h posibles, es decir, poco a paco se llega al objetivo teórico. Según los cálculos de XM, Compañía de Expertos en Mercados S.A. ESP, si se logra que la generación térmica sea máxima, el sistema resistirá una hidrología del 50 por ciento del promedio en los próximos meses. Por ahora, todo marcha en esa dirección, pero cualquier desviación importante tanto en la hidrología como en la generación de las plantas térmicas puede ocasionar la catástrofe.

Para el futuro queda aprender la lección: el mecanismo de mercado no funciona en épocas de crisis, por ello es mejor adoptar medidas con tiempo suficiente para no tener que improvisar sobre la marcha de los acontecimientos.