¿Quién mató a Robledo?
Pero otra cosa es lo que se afirma sin mayores respaldos documentales y otra, la relación que dejaron muchos cronistas sobre la vida y milagros que realizó Jorge Robledo con el cacique de los Apias, con Tuzarma y con Ocuzca, para hablar sólo de algunas de las víctimas del señor Robledo.
Se relata en forma clara cómo Robledo permitió “ranchear”, o sea, saquear las casas de los indígenas y raptar a mujeres con el fin de que las rescataran por medio de oro y otros bienes que necesitaban para sobrevivir.
Pero sin Robledo fue nefasto para los indígenas, hubo otros como el Sebastián de Belalcázar que ordenó la matanza de indígenas en la zona de Timaná, actual municipio del Huila. Y Belalcázar enfurecido porque Robledo estaba fundando ciudades sin su permiso y pretendía que el rey español le reconociera como Adelantado, lo persiguió y ordenó su muerte en la medida que el monarca español le había conferido (a Belalcázar) un poder absoluto en las tierras que correspondían a la Provincia de Popayán.
Pero dicen que quien desconoce la historia está condenado a repetirla. Y yo diría que quien desconoce la historia, debería asesorarse para no hacer el oso, como lo hizo el Concejo de Pereira en su momento, al colocar el nombre de Belalcázar a una avenida importante de la ciudad, cuando fue este mismo conquistador el asesino del fundador de Cartago, en el mismo sitio en donde hoy se levanta Pereira.
Discusión similar se está dando en el caso de una solicitud para que en Anserma se levante un busto a Jorge Robledo. Los indígenas han levantado su voz de protesta porque dicen, se quiere desconocer que cuando el hispano llegó a ese suelo, el proceso de exterminio fue evidente, a tal punto que poco o nada queda de los Chápatas, Tabuyos, Andicas y otros muchos grupos indígenas.
Levantar un busto a Ocuzca, a Humbra o a Humbraza, para recordar a estos héroes caídos durante el proceso de conquista, es apenas un acto justo para quienes han logrado sobrevivir a tales exterminios.
Pero, alguien me decía que somos bien contradictorios: por un lado festejamos el día de la llegada de los invasores españoles y de otro, celebramos la expulsión de los representantes del gobierno español.
La polémica sigue abierta y cada quien debe tener abierta la posibilidad de plantear sus puntos de vista e incluso pensar en hacer una consulta popular, previa lección de historia compartida y discutida.