El cumpleaños de Manizales
El nuevo liderazgo
En la última década se observa un nuevo liderazgo en Manizales y en muchas poblaciones del departamento. Los manizaleños vienen respirando un nuevo aire, las obras de infraestructura que se vienen desarrollando desde las últimas administraciones devolvieron el optimismo a sus habitantes, quienes siguen paso a paso la transformación de la ciudad que está quedando bastante bonita y moderna. Sólo falta que el nuevo plan de vías una, de verdad, a Manizales con los demás municipios del departamento.
Hoy, frente a la crisis que padecen algunos partidos políticos de la región, porque sus líderes están siendo investigados y otros privados de la libertad, debido a la parapolítica, existe la posibilidad de nuevos liderazgos. La generación de relevo está lista porque surgieron otros dirigentes en la industria, en el comercio, en la academia, en la cultura, en el civismo y en las instituciones no gubernamentales.
Una mirada a la historia
Desde el año 1846 los campesinos estaban ilusionados con la fundación de una colonia, para vender los excedentes de las fincas, comprar ropa, herramientas, y con el fin de vivir en sociedad: asistir a los oficios religiosos del templo y compartir momentos de sano esparcimiento con los vecinos.
Los primeros ranchos se levantaron en el mes de septiembre de 1848, en el sitio de la actual Plaza de Bolívar. Se construyeron con guadua y arboloco y se techaron con corteza de cedro y hojas de yarumo, como los llamados “ranchos de vara en tierra”. Las viviendas de los más acomodados se edificaron con paredes de madera y embutido de barro y se techaban con hojas de caña o de iraca.
Pero la fundación oficial se realizó más tarde. El 1 de octubre de 1849 se dictó la ordenanza de la creación del Distrito Parroquial, con el nombre de Manizales y se sancionó el día 12, por el gobernador de la provincia de Antioquia, Jorge Gutiérrez de Lara.
Los nombres seleccionados para la joven aldea fueron Palestina, Guacaica y Manizales, pero escogieron este último porque la región había sido bautizada, por el pionero Fermín López, con dicho nombre, por la abundancia de la piedra maní en las quebradas de la región.
La aldea siguió su desarrollo acelerado, pero el poblado estaba integrado por numerosos ranchos desparramados por filos, hondonadas y cañadas, por esta razón los visitantes la apodaron la “Cañada de Manizales”. La situación cambió debido a la guerra de 1860. En este año el general Tomás Cipriano de Mosquera se declaró en rebeldía contra el presidente Mariano Ospina Rodríguez, alegando que el gobierno se estaba orientando hacia la hegemonía, separó el Estado del Cauca de la Confederación Granadina y se preparó para enfrentar el ejército de Antioquia.
Como respuesta el gobierno antioqueño ubicó su ejército y el Estado mayor en “La Cuchilla de Manizales”, bajo las órdenes de los generales Joaquín Posada Gutiérrez y Braulio Henao. Mosquera atacó la población de Manizales pero no se la pudo tomar y, como buen estratega, y para ganar tiempo, firmó una “Esponsión” (pacto o compromiso) para suspender toda hostilidad y abandonó la región.
Se pensó que Mosquera no había vencido porque la plaza era una fortaleza inexpugnable y desde ese momento se consideró a Manizales como el Gibraltar antioqueño. De este modo la aldea se transformó en pueblo, se convirtió en centro estratégico y militar y en el bastión conservador del sur de Antioquia. La aldea fue conocida por el país político.
Manizales capital del nuevo departamento
Desde el año 1900 se empezó a consolidar en Manizales, y en las poblaciones de Pereira, Armenia, Riosucio y Salamina, un grupo de dirigentes que había controlado el proceso de colonización y la tierra. Estos empresarios formaron haciendas ganaderas y de caña de azúcar, monopolizaron las minas de oro, organizaron el comercio de arriería de mulas y de bueyes, remataron rentas del Estado (licores, sal y tabaco) y entendieron las posibilidades que tenían el cultivo y el comercio del café.
Cuando se formó el nuevo departamento de Caldas, en 1905, y surgió Manizales como la capital, sus dirigentes la convirtieron en centro económico, político y cultural; para ello dieron los siguientes pasos: trazaron una telaraña de caminos de herradura, impulsaron la arriería hacia los departamentos vecinos, fomentaron la navegación por los ríos Cauca y Magdalena, gestionaron la construcción de cables aéreos, trajeron el ferrocarril, pensaron en las carreteras y en el desarrollo de la educación y la cultura.
Como consecuencia, las obras de infraestructura permitieron asegurar los mercados internos y facilitar la exportación. Así, Manizales se convirtió en importante plaza comercial que controló una porción grande de la economía del departamento.
La economía cafetera
Con la cultura del café se desarrolló el mercado interno, se relacionaron los municipios caldenses entre sí, se integraron al departamento, a la economía nacional y a los mercados de Estados Unidos y de Europa.
Pero, además, el café hizo surgir una capa media fuerte y estable, integrada por campesinos acomodados que ofrecían empleo a los minifundistas y trabajadores asalariados; todos tenían capacidad de compra, por lo que se favoreció el desarrollo del mercado interno.
La ganancia que arrojaba la economía cafetera fue concentrada por los empresarios, quienes impulsaron el capital bancario, el comercio y el incipiente desarrollo industrial. También hay que anotar que parte de los excedentes del café se transformaron en bienestar social para la región; por ello se decía que había surgido el “Departamento Modelo de Colombia”.
Hacia 1920 se concentró en Manizales un grupo de empresarios, que habían acumulado dinero en distintos negocios familiares y convirtieron el pueblo en el centro de operaciones cafeteras. En el año 1923 Manizales contaba con 51.838 habitantes.
La segunda fundación
La población fue duramente golpeada por tres pavorosos incendios. El primero ocurrió el 19 de julio de 1922 y destruyó numerosas viviendas. Hasta ese momento los incendios eran escasos, a pesar del bahareque, pues en las cocinas utilizaban como combustible el carbón vegetal que no levanta llama.
Pero otro pavoroso incendio se inició el tres de julio de 1925, a las 10 de la noche. La conflagración consumió 23 manzanas del centro histórico, la parte más comercial del pueblo; los manizaleños superaron la tragedia y asumieron la tarea de la reconstrucción.
Finalmente llegó el incendio del 20 de marzo de 1926, que redujo a cenizas las dos manzanas más valiosas y centrales, incluyendo la catedral. Quedaron en ruinas almacenes, oficinas y viviendas; un sector que había escapado de la tragedia del año anterior. Los tres incendios destruyeron buena parte del pueblo construido en el siglo XIX.
Una ciudad distinta y moderna empezó a surgir de las cenizas, gracias al entusiasmo de sus habitantes y al apoyo del gobierno nacional. Muchas personas se fueron a vivir a sus fincas mientras edificaban sus casas, los comerciantes improvisaron ramadas para ofrecer sus artículos y los campesinos siguieron llegando con sus productos, para venderlos en la plaza de mercado. La población siguió su marcha y la reconstrucción también.
Para urbanizar la nueva ciudad se adecuaba el terreno mediante el sistema de bombeos y banqueos y, sobre esta base, se construyeron modernos edificios. La clase dirigente quería un conjunto bello, confortable, que desafiara el tiempo, las plagas y los peligros del fuego. Se levantaron 250 edificios: El Palacio de la Gobernación, el Palacio Arzobispal, bancos, hoteles, almacenes y viviendas. Con el concurso de ingenieros y arquitectos, extranjeros y colombianos, fue surgiendo un centro urbano característico del Período Republicano.
La ciudad siguió viviendo su época dorada debido al plan de obras (Plan Maestro) para conmemorar el centenario de su fundación. Este período se inició con la alcaldía de Guillermo Ocampo Avendaño (1942) y culminó en los años cincuenta con la administración de Fernando Londoño Londoño.
Y se inició otra etapa. Con la construcción del Palacio de Bellas Artes se entró a la Época Moderna de la arquitectura de la ciudad. Manizales vivía un nuevo momento económico, impulsado por la creación de la Corporación Financiera de Caldas (1961). Durante estos años se produjo el verdadero proceso de industrialización de la ciudad.
Las décadas perdidas
El período recoge momentos difíciles de la ciudad en un recorrido de varios años:
· La pérdida del ferrocarril, desde 1959, significó romper una importante arteria económica que nos comunicaba con el puerto de Buenaventura.
· La desmembración, cuando se formaron los departamentos de Quindío y Risaralda (1965 y 1966); este hecho redujo la importancia del departamento en el país y disminuyó sus recursos económicos. Por supuesto los manizaleños casi no asimilan el golpe.
· El clientelismo político y el llamado “Robo a Caldas”, hacia 1984, también significó una etapa de crisis.
· El 11 de septiembre de 1985 una lluvia de ceniza cayó sobre el antiguo Caldas y el Tolima produciendo pánico general. El fenómeno se repitió el 7 de octubre y la incertidumbre se apoderó de los manizaleños. Finalmente, el 13 de noviembre, otra intensa lluvia de ceniza anunciaba la posible explosión del Volcán del Ruiz. Ese día, a las 9:15 de la noche, la erupción del volcán precipitó avalanchas de los ríos que nacen en el Ruiz. La noticia estremeció al país: había desaparecido la población de Armero y se afectaron varias comunidades rurales de Caldas.
Manizales estaba sumergida en una crisis económica, desde el mes de septiembre y la erupción disparó las dificultades. En su apoyo el gobierno nacional promulgó el decreto 3830 de 1985, que facilitó la importación de maquinaria para ampliación de las empresas ya existentes y para la fundación de otras, en las poblaciones damnificadas.
La empresa Propaganda Sancho inició una campaña de solidaridad con Manizales. Aparecieron mensajes que dieron seguridad a sus habitantes y crearon un clima de confianza: “Bajo este cielo existe una raza orgullosa de su pasado y segura de su porvenir”; “Manizales, el mayor desafío de una raza”.
De este modo los mensajes crearon el clima apropiado y los manizaleños lograron superar la crisis apoyándose en su propia historia.
· El 3 de julio de 1989 se rompió el Acuerdo Mundial del Café, lo que asestó un duro golpe a la realidad social de la región cafetera. La brusca caída de los ingresos cafeteros no pudo ser remediada, inmediatamente, con actividades alternativas, pero a la postre se logró el equilibrio.
La ciudad hoy
Las obras de infraestructura ya terminadas y las que se están construyendo, entre las que se destacan el Paseo de los Estudiantes, la Terminal de Transporte y el Cable Aéreo, contribuyen a convertir la capital de Caldas en una ciudad única en Colombia por su arquitectura, iglesias, parques, paseos, ecoparques, espacios públicos, paisajes y en especial por su ubicación geográfica. Si a lo anterior le sumamos el mejoramiento de la red vial del departamento, que se viene adelantando y que acercará los municipios a la capital, más el aeropuerto de Palestina, tendremos una ciudad que impulsará su desarrollo hacia la industria, el comercio y el turismo. Este es un buen momento para el desarrollo de Manizales y del antiguo Caldas en su conjunto. Se vislumbra la ciudad – región.