Entre; ofertar, inversor; tanto-tan; mismo-a
Hay un tal Ramiro Dueñas que, para mayor pesadumbre de quien estas nimiedades garrapatea, muele para RCN y Une. Como decimos, “al que no quiere caldo, se le dan dos tazas”. Con una frecuencia escalofriante, durante una jugada o después de la misma, grita: “Es buena la ‘salida’ del equipo de Umaña… o de ‘Pablito’ Armero”. ¿Salida? ¿De dónde, señor, y hacia dónde? Los analistas se refieren al ‘punta’, al ‘media punta’ y al ‘pívot’. La Academia define este último término así: “Jugador de baloncesto cuya misión básica consiste en situarse en las cercanías del tablero para recoger rebotes o anotar puntos”. En fútbol sería lo que llamábamos hace años ‘naranjero’ (derecho o izquierdo). Mario García Isaza, sacerdote vicentino y, en su mocedad, futbolista avezado, escribe de estos señores: “Últimamente les ha dado por decir que ‘tal jugador recepcionó muy mal el balón’ o que tal otro pudo cabecear porque tiene mejor ‘saltabilidad’ que el defensor (…), o que patea con ‘la pierna equivocada’ (por decir ‘con la zurda’), y que se desplaza por ‘el andarivel izquierdo’ para expresar que se desplaza por la zona izquierda de la cancha, etc.”. No vale la pena glosar las voces ‘recepcionar’ y ‘saltabilidad’, porque no son castizas, y se pueden reemplazar cultamente por ‘recibir', la primera; y ‘habilidad para saltar’, la segunda. Y ¿para qué hablar de la pierna equivocada o del ‘media punta’ (¿…?)? ‘Andarivel’, en cambio, sí merece unos cuantos renglones, porque el vocablo es correcto y sonoro, pero utilizado por ellos erróneamente. Según El Diccionario, su acepción primera es: “Maroma tendida entre las dos orillas de un río o canal, o entre dos puntos no muy distantes de un puerto, de un arsenal, etc., y mediante la cual pueden palmearse las embarcaciones menores”. Esta misma fuente le asigna ocho significados más, uno de ellos deportivo, como regionalismo: “Ecuador y Perú. En deportes, pista delineada con cuerdas, que debe seguir un corredor o un nadador”. Pero no un futbolista, porque podría enredarse en ellas, a no ser que los susodichos comentaristas se refieran a un ‘andarivel imaginario’ o ‘virtual’. Porque todo es posible.
Singulares, muy singulares, los términos ‘replicar’ y réplica’. Ello es que los sinónimos del primero son ‘argumentar, contestar, contradecir, contraponer, impugnar, objetar, oponer, rebatir, rechazar y responder’ (no ‘copiar’); del segundo, además de los sustantivos correspondientes, son también ‘reproducción, copia y duplicado’. Y esto, a pesar de su procedencia del latín ‘replicare’ (‘doblar hacia atrás, plegar, reflejar, desplegar, desenvolver, reclamar, volver a referir, repetir’, etc.). De aquí que sea incorrecto este anuncio de El Tiempo: “Se replicará en forma parcial el Muro de las Lamentaciones…” (IX-13-09, pág. 1, 10). Más aceptable quizás, así: “Se hará una réplica parcial del Muro…”. Hay que anotar, no obstante, que hasta hace relativamente poco tiempo el significado de ‘réplica’ se aplicaba exclusivamente a una copia magnífica de una obra de arte. El diccionario de María Moliner lo expresa de esta manera: “Copia exacta de una obra artística, hecha, por ejemplo, por el mismo autor o uno de sus discípulos”. La definición de El Diccionario es más escueta: Copia de una obra artística que reproduce con igualdad la original”. Asentado todo esto, se puede afirmar que ni ‘replicar’ ni ‘réplica’ son las palabras adecuadas en la oración del periódico bogotano.
¡Las burradas que nos hace cometer la pronunciación! La del adverbio de lugar ‘ahí’ es una de las más comunes, porque casi siempre decimos ‘ai’, pronunciación consagrada por el inimitable don Rafael Arango Villegas en su artículo “Agárrate, Jelipe, que ‘ai’ vuelven” (“Pago a todos”) y en el prólogo de su novela “Asistencia y Camas”, que tituló: “Ai perdonan, pues”. Muy aceptable en ambos casos, porque su estilo es costumbrista. Pero inaceptable en una redacción culta, digamos, y más todavía, si por ese modo de pronunciar lo transcribimos como ‘hay’ (inflexión del verbo ‘haber’), como lo hizo Alfonso Bernal Calderón, Presidente del Fondo Bufalero del Centro, en “Debate”: “El ganado ha bajado mucho de precio, por hay unos 600 pesos el kilo en pie”, frase que aparece dos veces: una, en letras blancas sobre fondo negro; la otra, en el texto correspondiente (LA PATRIA, IX-23-09). “El ganado ha bajado (…) por ‘ahí’ unos….”, es decir, ‘más o menos’, aproximadamente’. El error pudo ser de quien hizo las preguntas y transcribió las respuestas. No sé cómo funciona eso allá en San Jorge. Sea como fuere, “a quien le caiga el guante, que se lo chante” o “al que le pique, que se rasque”.