¡Adelante, Presidente!
Muchos analistas han coincidido en que la enorme abstención que hubo en las consultas de los partidos políticos, puede interpretarse como un gran respaldo a las políticas implementadas por el presidente Uribe. Y puede que tengan razón los analistas, en el sentido de que lo que queda de partidarios como el Polo y el Liberalismo es ya muy poco.
Me asaltan, sin embargo, unas preguntas al respecto: ¿Será que sigue existiendo una gran mayoría de colombianos que aprueban la manera poco decorosa como se repartieron notarías y embajadas para comprar el voto de algunos congresistas para favorecer al doctor Uribe? ¿Es posible que se pueda aprobar la manera como ha procedido el Ministerio de Agricultura en cuanto a repartir a diestra y siniestra recursos del Estado para entregarlos a familias multimillonarias? ¿Los escándalos que se han presentado por las “chuzadas” telefónicas, pueden ser tolerados por un régimen que se hace llamar “democrático?.
Escuché apartes del discurso que el señor presidente Uribe leyó en el seno de la ONU y quedé impresionado por las bellas ejecutorias que dice, se han dado durante su gobierno. Es obvio que no habló de la postración en que se encuentran los hospitales públicos, las universidades estatales, el altísimo desempleo y el nivel de corrupción que se manifiesta en las entrañas mismas de la democracia: su parlamento. Tampoco habló de los “falsos positivos” que se han presentado, favorecidos por los grandes estímulos que se han entregado a los miembros de la fuerza pública para que cumplan con su deber.
Me parece que todo su discurso se puede calificar como un “falso positivo” al cual nos tiene acostumbrados, porque la realidad que vivimos es bien diferente. Pero es lógico que si después de hacer un balance de todas las equivocaciones que se han presentado durante el gobierno del doctor Uribe, la gente sigue votando por él, eso quiere decir que la democracia está en cuidados intensivos y que sólo una gran dosis de confianza en el régimen, la puede salvar. Y es posible salvarla en la medida que nuevas maneras de hacer la política, como lo han propuesto Mokus, Garzón y Peñalosa, se abran paso entre los colombianos. Principiemos por el voto de opinión, que se supone no está empeñado, no está comprado, para que comencemos a crecer en el propósito de construir un nuevo país mucho más equitativo e incluyente.