29 de noviembre de 2023

El regreso a la fragilidad

6 de septiembre de 2009
6 de septiembre de 2009

Claro, tienen razones. Para ellas, hacer pipí a lo mero macho se ha vuelto obligatorio. Sobre todo en colegios, oficinas, restaurantes, supermercados.

Sus colegas de género no son lo suficientemente cuidadosas y dejan la taza del inodoro convertida en un pequeño Tequendamita con regadera.

Escrito está: el hombre que llegó a la luna ha sido incapaz de domesticar el chorro, tremendo generador de gas carbónico. En mala hora, la mujer decidió imitarnos en lo de la pésima puntería. ¡Envidiosas!

Un paisa entucador es el cerebro detrás de la nueva empresa. De nombre musical, Oriol Ramírez está promoviendo la venta a lo desgualetao de ecológicos embudos desechables.

De paso, el recursivo empresario promueve orinales que no utilizan agua. Creo inútil redactar un manual para explicarle a la exquisita oposición femenina cómo utilizar el embudo sin redistribuir el ingreso urinario en todas direcciones.

Por una parte, no llevo ningún porcentaje en el negocio de don Oriol. Del otro, el procedimiento para la orinada con embudo es pilao de aprender. Basta utilizar una dosis personal de sentido común.

El eterno femenino sigue invadiendo actividades antes escriturados al sexo maluco. El fútbol y el boxeo, por ejemplo. Nada menos femenino que una mujer haciendo un "túnel". La tierra prometida de su frágil pecho se hizo para amamantar o emitir suspiros y sollozos. Nunca para que allí se estrellen balones.

Hace poco, una boxeadora monteriana a la que su marido solo le habla por correo electrónico cuando se pone bravita, ganó un título mundial de boxeo. La parroquia aplaudió frenética.

La vimos por televisión dándose trompadas con una argentina. Señoras: esas carnitas y esos huesitos fueron hechas para el mimo, la ternura, el kamasutra. O para inspirar sonetos, no para dar o recibir guarapazos.

Prefiero que se sigan tomando el poder. La mujer más poderosa del mundo, la canciller Ángela Merkel, desplazó hace tiempos del mando al macho alemán. Por ahí es la cosa. A nombre del gremio, felicito tardíamente a doña Ángela. No solo por haber asumido, sino por su decisión de no dejarle las faenas domésticas a su maridito, Joachim Sauer.

Pese a su encopetado cargo, decidió compartir el trabajo de dentrodería, según revela la revista alemana Emma que hace una década lanzó feroz campaña para obligar a los alemanes a sentarse, o a hacer pipí con embudo. O a largarse.

El dueto se turna para sacar el perro, mercan en animado dueto, utilizan miti-miti la escoba.

Es preferible tenerlas gobernando que sobre un cuadrilátero. O verlas con guayos amenazadores en el estadio. ¿Qué tal las físicoculturistas que disparan la disfunción eréctil? Mujercitas, no renuncien a la fragilidad.