El discreto encanto de las vigencias futuras
¿Le quedarán atadas las manos a los gobiernos venideros para asignar el gasto público ante el alud de vigencias futuras que parece haberse abierto durante los últimos años?
Nadie puede contestar con certeza las preguntas anteriores. Uno de los secretos mejor guardados de las cifras fiscales del país es precisamente éste. Sería muy interesante que la Contraloría General de la República hiciera la pregunta y analizara la respuesta que le den. Un juicio serio sobre la sostenibilidad fiscal del país en los años venideros depende de las cifras ignotas sobre el monto de las vigencias futuras que se hayan abierto.
Una “vigencia futura” es un procedimiento excepcional por el cual se asegura que en los presupuestos de años venideros aparecerán obligatoriamente apropiaciones, es decir, autorizaciones y recursos para realizar un determinado gasto. Se trata de un procedimiento especial; está sometido a regulaciones restrictivas para que no se abuse de él; y puede justificarse frente a obras cuya tiempo de ejecución exceda la vigencia de un año.
Pero si del uso de las vigencias futuras se exagera se termina amarrando todo margen de maniobra de los gobiernos venideros. Y se pueden crear gigantescas obligaciones de gastos que no pueden honrarse- llegado el momento- sino con más impuestos o con más endeudamiento.
Ahora bien: ¿Cómo están sucediéndose las cosas en Colombia? No se sabe con exactitud, porque el gobierno como se ha dicho no ha revelado cuanto vale el stock de vigencias futuras que ha abierto. Pero existen suficientes indicios para sospechar que su monto es gigantesco.
Por ejemplo, todo el producido del impuesto al patrimonio (cerca de 8 billones de pesos) se respaldó con vigencias futuras para asegurar más gasto militar. Extraño procedimiento, pues las vigencias futuras se han ideado para respaldar obras, no para amarrar el producido de los impuestos a una determinada finalidad. A Bogotá se le ha dicho que para su metro, la Nación- en cumplimiento de la ley que la obliga a concurrir hasta con el 70% de los costos del transporte masivo- solo podrá otorgarle vigencias futuras a partir del 2017: señal inequívoca de que las vigencias futuras andan muy congestionadas.
Y por último, se ha sabido que para el solo INVIAS se han abierto últimamente vigencias futuras por 2.1 billones que van hasta el 2027, beneficiando a 32 proyectos de los 169 que manejan ésta entidad. Las solas vigencias futuras abiertas para INVIAS comprometen ya el 75% de los presupuestos normales que anualmente maneja esa entidad.
Es decir, la inflexibilidad en la asignación del gasto público se va a complicar aún más en los años venideros por virtud de las abultadas vigencias futuras. Y, adicionalmente, se están sembrando inexorablemente las semillas de nuevas reformas tributarias o de mayores endeudamientos.
Así como Luis Buñuel nos hizo conocer en su célebre film el “discreto encanto de la burguesía”, el gobierno parece haber descubierto también el refinado arte de ordenar desde ahora el gasto público pero para otros lo paguen después a través del “discreto encanto de las vigencias futuras”. Por lo menos debería contarnos entonces cuanto está valiendo a la fecha el total de ese “discreto encanto” presupuestal.