3 de diciembre de 2024

Políticas de empleo: sector manufacturero

30 de junio de 2009
30 de junio de 2009

Entre 1920 y 1960 se establecieron en la ciudad y su área de influencia fábricas de cerveza, vidrio, confecciones, textiles, alimentos, papel, curtiembres, metalmecánica, motocicletas y otras de no menor relevancia que le dieron impulso a la economía local.

La conurbación Pereira-Dosquebradas se convirtió en un centro fabril especializado en industria liviana productora de bienes intermedios y de consumo masivo gracias no sólo a su situación geográfica, su acervo de capital financiero, físico y humano, sino también al empuje y a la visión de su clase dirigente política y empresarial. De este modo se fue diversificando su aparato productivo y amplió su base empresarial y de oferta de empleo.

Todas las actividades industriales, establecidas aquí, se han destacado por su capacidad para generar empleo y mantener una buena distribución del ingreso. Sin embargo la de mayor reconocimiento y peso dentro de la economía local ha sido la cadena textil-confecciones. Y la razón es simple: sus exigencias de capital, mano de obra calificada y de integración por actividades, permitieron que se establecieran todo tipo de empresas desde pequeños talleres de carácter familiar hasta grandes establecimientos fabriles. La actividad llegó a generar, hace 20 años, entre 12.000 y 15.000 empleos directos sólo en las empresas medianas y grandes.

La apertura de la economía de los años 90, la inflexibilidad del contrato de trabajo, las cargas parafiscales, la volatilidad de la tasa de cambio y el contrabando inclemente, entre otros, produjeron un ajuste forzoso del sector. Y frente a todo esto no hubo, con algunos periodos de excepción, políticas de incentivo local que permitieran amainar la crisis. Grandes empresas como VALHER, CAMELIA, CONADIS, O’FELIPE y NICOLE, por mencionar sólo algunas, así como innumerables microempresas y pequeños talleres de maquila, se redujeron a su mínima expresión o desaparecieron dejando en el camino entre 4.000 y 7.000 empleos destruidos según datos de la Cámara de Comercio de Dosquebradas y lo que se puede inferir de los informes de la Agenda Interna.

Ahora que se habla tanto del establecimiento de zonas francas como una de las posibles estrategias para recuperar la economía y contribuir así con la generación de empleo, sería muy bueno que estas iniciativas no se conviertan en simples negocios inmobiliarios y de propiedad raíz, sino que, de algún modo se piense en aprovechar la capacidad técnica y humana que ha quedado desperdiciada por los efectos de la crisis de la industria manufacturera local y en especial del sector textil-confecciones, así como la capacidad infinita para desarrollar habilidades que tiene la gente de esta región para promover el establecimiento de industrias que hagan parte de los procesos productivos que el sector manufacturero requiere, para recuperar el empleo y ser de nuevo competitivo.

Es así como se debe afrontar el problema, sin elusiones y medidas asistencialistas que nada tienen que ver con una estrategia política pública de intervención en este sector de la economía. Es consabido que algunas medidas equivocadas que se han implementado en el ramo manufacturero, no han generado progreso y sí han lesionado de manera grave el desarrollo económico y el progreso de nuestra región.